CATALOGAN DE "NOCIVAS" EN ESTADOS UNIDOS PLANTAS "MEDICINALES" DE VENTA LIBRE EN URUGUAY

Los yuyos, bajo la lupa

De los diez concentrados herbales de mayor venta en los Estados Unidos, la mayoría conocidos entre nosotros, cuatro presentaron contraindicaciones y la mitad aparece como ineficaz para lo que se las prescribe. Así lo afirma la Food & Drugs Administration (FDA), el organismo oficial estadounidense que tiene a su cargo el estudio y aprobación de todo lo que consumen los norteamericanos, principalmente sus medicinas. El estudio fue efectuado por sus científicos a pedido de varios laboratorios de primer orden, preocupados por su disminución de ventas a expensas de curas «naturales».

La fitoterapia, la cura basada en hierbas sin procesamiento químico, es antigua como el Hombre, pero su auge en los últimos años ha generado, además de un negocio multimillonario en todo el mundo, una corriente que, según algunos científicos, corre el riesgo de convencer equivocadamente al público sobre virtudes que los «yuyos», y sus concentrados en cuestión no poseen exactamente. Como corolario del análisis, la FDA, que es referente de la mayor parte de las especialidades que se consumen en el mundo, incluido Uruguay, analiza ahora las condiciones en que serán vendidos los «complejos» herbales, y sus productos base en los comercios norteamericanos. La discusión de si las plantas, o sus variadas presentaciones cápsulas, jarabes, gel, cremas, deberán contar con prescripción médica con iguales controles que los medicamentos convencionales, apenas se ha abierto

 

Culpa de los astronautas

Afirman los sociólogos que todo empezó con los primeros astronautas. Mientras daban sus primeras vueltas alrededor de la Tierra, una de las cosas que sorprendía al mundo era su alimentación encapsulada. Aquellos héroes de la modernidad, apenas consumían algunas cápsulas y con ello desarrollaban proezas. El asombroso almuerzo estelar desarrolló un marketing particular: aunque desde mediados de los años 50 se comercializaban cápsulas nutricionales para compensar alimentaciones mal balanceadas, aquel tema estaba en manos de los médicos. Ahora estaba en boca de todos. Cuando los deportistas, pagados para recomendarlas para optimizar rendimientos hicieron lo propio, las cápsulas de concentrados de hierbas con venta libre, ganaron el mundo occidental.

A pedido de los laboratorios, los publicistas dejaron atrás la simple dimensión de complementos nutricionales o vitamínicos. Con la subliminal promesa de juventud, felicidad y potencia la recomendación de consumir «yuyos» concentrados, aún sin aval científico, se impuso.

La televisión e incluso la reciente lucha para preservar exóticos hábitat naturales (en tanto allí podría estar la cura cierta para algunas enfermedades), hicieron su gran aporte, voluntario o no a la diseminación del hábito.

Así, lo que la ciencia popular juzgaba benéfico, era automáticamente potenciado y lanzado al mercado con un éxito inmedible en los países desarrollados y palpable en otros como el nuestro. Las comunicaciones hicieron lo suyo, y plantas desconocidas totalmente, hoy son debatidas en cualquier parte del planeta.

Véase si no en Uruguay, la convicción en el uso de la «Centella asiática», el «Ginkgo biloba», ó el «Kava kava», que apenas ya resultan extrañas aunque eran conocidas sólo en Lejano Oriente, hace dos decenios.Las hierbas, mueven en Norteamérica más de 4 billones de dólares al año. En Uruguay no existen cifras del fenómeno general.

 

Orégano, valeriana y ortigas

La asociación de ideas, impulsada con fines absolutamente comerciales, originada en tradiciones populares y centrada en certidumbres científicas incompletas, habilita especulaciones de la más variada índole entre la gente. Ejemplo de ello es el popular orégano, para cuyos concentrados ya se pide receta en varios estados de la Unión. Todo comenzó cuando la ciencia descubrió que el ácido rosmarínico, es capaz de inhibir las enzimas que activan las inflamaciones musculares. Como el orégano es muy rico en ácido rosmarínico, el extracto de las mismas hojas con que se adereza la pizza, encontró mejor posicionamiento en el mercado. Convertir el orégano en gel, duplica su costo… pero quintuplica su precio. Vendido como gel para cataplasmas, rinde mucho más dinero y así se lo publicita. Nadie ha logrado probar que la cataplasma con gel disminuya más rápidamente una inflamación muscular que la cataplasma sin gel. Pero para el público convencido así es, y paga por ello.

Lo mismo casi ocurrió con la popular ortiga. Es que la misma hoja capaz de irritar la piel es empleada como diurético desde hace siglos. Por afinidad, la ortiga comenzó a ser empleada para problemas de la próstata. Ahora bien, como la planta tiene sabor refrescante (en nuestra campaña, aún se usa como infusión, para calmar el dolor de barriga en los niños), se pensó que encapsulada podría ser buen negocio. Publicitada como la panacea para irritaciones intestinales, náuseas y hasta dolores de cabeza relacionados con la tensión, se la vende como producto «natural», sin contraindicaciones. Los médicos opinan cada vez más lo contario, máxime en el caso de automedicación.

A la hora de abrir controversias, el Ginkgo biloba es la viva demostración de cómo a partir de una historia legendaria, se puede alcanzar un negocio sanitario espectacular, sin más comprobación que la convicción. Según la tradición el Ginkgo biloba es de los árboles más antiguos del planeta, que sobrevivió a los mismos dinosaurios. Los botánicos cuestionan bastante esta afirmación. Igual así, la publicidad en el norte lo nominó como ejemplo vivo de supervivencia, y por curiosa deducción ha sido nominado como «fuente de juventud», en múltiples catálogos de productos herbales. Sus hojas maceradas, desde siempre se emplearon, simplemente, para mejorar la circulación. A partir de su paso por las agencias estadounidenses se afirma que estimula el funcionamiento cerebral y hasta que mejora la memoria.

El informe que dio a conocer la FDA, aunque reconoce la efectividad en el tratamiento de problemas circulatorios, descarta de plano que haya pruebas suficientes como para decir que estimula el funcionamiento cerebral, y menos aún que estimule la memoria.

Otro yuyo «de moda» en el hemisferio norte, causa ya preocupaciones: la valeriana. Al igual que en nuestro continente se la usa como sedante «natural». Aunque produce efectos somníferos casi iguales a los de sintéticos de laboratorio, lo que intriga a los estudiosos es la forma en que actúa sobre el cerebro. A ciencia cierta aún no se sabe: se teme que a mediano plazo, la valeriana sea bastante menos inocua que lo anunciado por el naturismo.

Más allá de cada caso puntual, lo cierto es que una gran batalla ha comenzado: para la ciencia convencional, el camino de estos concentrados de hierbas naturales debe ser el mismo que el de los medicamentos: la prescripción y la receta. Para los fabricantes de estos concentrados ellos actúan «potenciando», lo que la Naturaleza distribuyó en cada alimento.

La precaución aparece así como la única certeza asumible por cada uno. *

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