"PROTECCION TARDIA"

Prohíben estudios científicos en restos de Vaimaca Perú, último cacique charrúa

Los restos de Vaimaca Perú (1790-1833), último cacique charrúa, que se exhibían en el Museo del Hombre de París, fueron sepultados en julio del año pasado con honores militares en Montevideo, en el Panteón Nacional reservado a los héroes de la patria.

Organizaciones no gubernamentales y sociedades universitarias habían solicitado hacer estudios antropológicos en los restos del antiguo cacique, para descubrir algunas características de la raza charrúa que aún permanecen en el misterio.

El esqueleto del cacique –quien participó en las luchas independentistas de 1811 a 1830 y que después fue vendido (junto a otros tres charrúas) a un empresario francés para exhibiciones circenses– fue repatriado a Montevideo el 17 de julio de 2002, después de una década de gestiones gubernamentales.

Vaimaca Perú, junto con sus compañeros Tacuabé, Guyunusa y Senaqué, fue vendido por el gobierno uruguayo del presidente Fructuoso Rivera (1830-34) a un empresario francés en 1833, que los llevó a París para exhibirlos en un circo.

Vaimaca, que había acompañado las luchas por la independencia del territorio uruguayo al mando de José Artigas (1764-1850), falleció a los 43 años, tres meses después de llegar a París. Su cuerpo fue ubicado en el Museo del Hombre de París, como el esqueleto 6.565 en el placard 5, armario 27.

La etnia charrúa, seminómada, pobló gran parte del territorio uruguayo, así como de las provincias argentinas de Buenos Aires, Entre Ríos y Corrientes, y acompañó a Artigas en su cruzada por la autonomía de la entonces llamada Banda Oriental.

Cuando comenzó la vida independiente de Uruguay en 1830, el primer presidente, Rivera, ordenó exterminar a los charrúas, lo que se logró después de la matanza de Salsipuedes (centro del país), en la que la etnia indígena fue primero engañada y luego masacrada.

Cuatro sobrevivientes del genocidio, capturados por el coronel Bernabé Rivera, hermano del presidente, fueron llevados a Montevideo y después cedidos al empresario circense francés para terminar sus vidas sometidos a un exilio definitivo en medio del escarnio público.

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