Prohibido para nostalgicos

La noche de San Juan

Las chispas del fuego saltan y bailan en el medio de la calle. Una gran fogata y allá otra y otra más. Así en todos los barrios se repetía el mismo ritual. Los vecinos muy alborotados y la cuadra era una fiesta. Ceremonias populares que chisporroteaban en la noche del 24 de junio, la fiesta de San Juan Bautista. Medio con disimulo, entre creyendo y desconfiando, las doñas arrojaban al inmenso fuego callejero unos papelitos con los nombres de los temidos yetatores. Así se libraban de las personas que según ellas traían mala suerte al barrio. Noche mágica que llegaba con tradiciones de romances. Chispas de ramas ardiendo en la calle y un rico sabor de chocolate que impregnaba al viejo hogar. Era la noche de «las cédulas de San Juan», un juego que supo ser muy popular en nuestro querido Montevideo de antaño. En una caja de cartón se ponían dobladitas unas servilletas con los nombres de los galanes y las damas casamenteras. Cada uno sacaba las llamadas cédulas y así se armaban las parejas que compartían la gran mesa del comedor familiar. Vecinos, tías, jóvenes y veteranos y hasta los comerciantes de la cuadra se reían y emocionaban. Hasta alguno se ponía muy colorado por ese juego que había llegado hace muchos años desde las aldeas europeas junto a los primeros inmigrantes. Con el infaltable chocolate, ideal para esa helada noche invernal, una chica cantaba los nombres de las cédulas y anunciaba la ubicación de las parejas entre aplausos y risas. A veces, el azar determinaba carcajadas sin tregua como al ver a una tía recalcitrante solterona al lado de su ocasional pareja que resultó ser el gallego almacenero de la esquina. San Juan y su tradicional juego de las cédulas alegraban a los parientes y vecinos del barrio. A llegar la media noche ¡todo el mundo afuera! Había que echar maderas a la gran fogata que un rato antes habían encendido los botijas. Adentro, sobre la mesa y su coqueto mantel de puntillas quedaban las empanadas que chorreaban la dulzura del membrillo y el humeante chocolate. Los que se llamaban Juan ligaban de lo lindo pues era obligación de todos el hacerles un regalito. Un pibe entra corriendo a tomar un sorbito de chocolate, una damita mira risueña a su entusiasmado galán, las abuelas en la cocina cocinaban más empanaditas y de la gran olla el dulce aroma impregna todo el hogar. Sobre los empedrados y adoquines las fogatas iluminan las casas humildes de esos vecinos que vivían sus sencillas alegrías. Llamas, crujir de maderas ardientes, conjuros contra la yeta, cédulas románticas y un rico sabor flotando entre los familiares y vecinos. Noche de San Juan, antiguas tradiciones, costumbres y leyendas que vivieron muy dentro del corazón de los barrios populares del ayer. Con más recuerdos y música los esperamos todos los sábados, a las 19 horas, en la 1410 AM LIBRE. *

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