UNA LAGRIMA CARNAVALERA QUE VUELA A LA ETERNIDAD...

En las mágicas alas de los inmortales "Negros Melódicos"

Como nos vamos acostumbrando, siempre, irremediablemente, a los carnavales de hoy, que ya no lo tienen entre sus animadores, como no tienen al legendario Pepino, a Tito Bermejo, a Carmelo Imperio, al fraterno Tito Pastrana, y habrá –Â¡pucha! siempre habrá que hacer esto–, que acostumbrarse al recuerdo, a la rememoración de lo ido, vivencia y acontecer de un pasado que fue también vivencia y pasado de otra ciudad, con otros sueños, otras alegrías… Ni mejor ni peor, pero una ciudad muy distinta que se esfumó para siempre.

Y Santín Barbeito ya es parte de esa página amarillenta que en los subterráneos de nuestra conciencia no deseamos pasar jamás, ni darla vuelta por nada del mundo.

Entonces, quedará más gastada, pálida y reseca, con la esquina ensombrecida vapuleada de tanto manoseo dactilar, y será LA PÁGINA, esa que a veces nos deleita resaltar… «una página de la mejor historia».

Hace dos meses que se cumplieron diez años de la desaparición física de Santiago Manuel Barbeito, más conocido como «Santín».

Falleció el sábado 11 de noviembre de 1995, momento en el cual, según cuentan los duendes de febrero, se acallaron por un instante los eternos coros de sus inolvidables Negros Melódicos, y una luz muy blanca iluminó su trayectoria carnavalera para vestirlo definitivamente con esa mística propia de la cultura nacida en el hervidero urbano del barrio montevideano, para llevarlo en andas a la galería de los mitos, en donde ocupa sin discusión un sitial ganado con justicia.

 

Volando a la eternidad

Allí, Santín habitará perpetuamente, para no dejar las paredes de la casona de Daecpu sin su presencia, para no irse con su voz, y para que el Carnaval pueda tenerlo en su farándula año tras año.

Sin duda, que lo veremos pintarse nuevamente de rojo la cara junto a los otros Fígaros Armónicos, y junto al entrañable Sorianito revolucionar el parodismo con sus «Negros…» inmortales, legado de Carmelo Imperio, quien les diera vida en el año 1939.

Afincados en el carnavalero barrio La Comercial, cuna también de «Los Fígaros…», en el año 1950, Santín y Sorianito toman la batuta del conjunto hasta 1967, último año de la histórica agrupación.

Es preferible, por cierto, convencernos de que no nos abandonará así nomás, y que podremos continuar recreando una y mil veces sus genialidades que dieron vida al parodismo y al Carnaval todo.

Allí están pues, los Negros Melódicos, transitando la historia viva de nuestros carnavales, acompañados por sus sonoras y vivaces guitarras criollas imponiendo en el Carnaval diferentes ritmos musicales como el jazz, el rock and roll, blues o la ópera; por fin, a partir de 1964 incorporan la batería, el órgano, la guitarra eléctrica, la trompeta y hasta el piano, causando sensación en el Concurso Oficial, siendo el primer conjunto además, que cantando la despedida descendió a la platea del Teatro de Verano, marchándose entre vítores y aplausos.

Allí están estos innovadores Negros Melódicos, en aquella presentación en la que bajaban de una escalera de 16 metros, con los vistosos trajes cambiando de colores, o en aquella parodia que hicieron de la televisión en el año 52, cuando aquí todavía no se la conocía… y un técnico alemán venía a explicar su funcionamiento, o en aquella otra del teléfono en 1956, o en la parodia con el cuadro de las pompas de jabón, en la cual los hermanos Andrade salían de una bañera e inundaban el escenario con pompas… y así podemos verlos en las parodias de Esther Williams, la del manicero, la del Parque Rodó, la de Hamlet, la del jorobado, la exitosa «Novicia rebelde», o aquella recordada «Granada», con letra propia que cantaba un «Bing Crosby» con la música de Agustín Lara…

 

Por siempre Negros Melódicos

Al final nos damos cuenta de que el entrañable Santín no se ha ido –a pesar de estos diez años transcurridos–, que los hombres como Santín Barbeito no se van, no pueden irse jamás, y que la magia del Carnaval los atrapará perennemente, así como ha atrapado a Rosa Luna, al niño Calatrava, al querido Servando Ruiz, a Genaro Huesca… y bastará con cerrar los ojos un instante nada más para ver y escuchar a los gloriosos «Negros…» de Santín interpretando las estrofas del «Canario Triste» –famoso tema francés–, en una jocosa versión en la cual el canario no era un pájaro sino un paisano que llegaba al Estadio Centenario y le empezaba a dar la mano a todo el público, o bien, aquella añorada parodia del automóvil:

 

«Con el automóvil ya están locas de atar, todas las mujeres sólo  piensan conquistar  algún presumido  que en su auto juguetón, las lleve y las arrulle,   de su corneta al son…»

…Y sacaban once cornetas haciendo la música de fondo, logrando un estupendo resultado musical, y de esta manera, atrapando este pedazo grande de nuestra historia carnavalera, le pedimos a Santín que se quede un rato más entre los mortales, y que siga acomodándose los lentes para contarle a quien todavía no lo supiera… «con los Negros, ¿sabés lo que hicimos en el año 64?» *

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