Después de largos carnavales de ausencia

Desde la calle y con plena voz vuelve La Soberana

…Y el potente y «soberano» coro remataba, «que el hombre frente al mundo nada ha logrado con esperar». Murga La Soberana no ha sido precisamente de las que se han sentado a esperar, ni a dejar pasar el tren de la historia. Esa historia que ya la tiene metida en sus entrañas a fuerza de canto, mensaje, rebeldía y coraje.

El lugar, La Casa de Nils, un emprendimiento cultural que tiene precisamente a José Milton y Douglas Alanis –a la sazón directores responsables de La Soberana–, como principales gestores e impulsores, en pleno barrio La Comercial, en la esquina de Miguelete y Cabildo. Volver a escuchar un coro «soberano» en pleno ensayo es como iniciar, aún a pesar nuestro, un viaje por el tiempo fértil labrado de poesía carnavalera. Douglas Alanis lo cuenta a su manera: «La historia es traer un poco a la memoria, lo que fue la vieja Soberana. Recomponer la memoria histórica no sólo de la murga, porque hay una recoronación, pero intentamos mantener la memoria histórica de la gente a través de la murga y a través de todo lo que ha pasado en Uruguay. Sabemos que los uruguayos tenemos poca memoria histórica y de la otra. Mantenerla y refrescarla a cada instante para nosotros es un hecho importante.»

 

Un torrente generacional

Douglas, que además de ser artista plástico y orientador de talleres, allí en la propia Casa de Nils, está absolutamente compenetrado con la idea que se está plasmando en el espectáculo que presentará la mítica murga, resalta con énfasis el hecho de que desde la conformación del grupo, exista una suerte de apuesta a la renovación y al cambio. «A través de los textos y de la presentación de la murga –afirma Douglas–, queremos apuntar a eso; una murga en la cual hay cuatro generaciones. Quieras o no, eso tiene mucho que ver con esa historia. Nuestro espectáculo, dicho teatralmente, se desarrolla en ‘Palacio’, que es el Uruguay, en donde se procede a la recoronación de La Soberana, al encuentro con ella. Luego hay un popurrí de crítica, hay un tema que habla de recomponer la memoria de a poco, hasta que surge la conciencia de la murga, encarnada por Florencia, y después el cuplé del rap protagonizado por el Yagui Villalba.»

Florencia Alanis es hija de Douglas, debutante absoluta en Carnaval, sin siquiera haber pasado por el Carnaval de las Promesas, y sostiene con sus 16 jóvenes años uno de los cabos de esta cuerda generacional que La Soberana tensa con perfecta armonía.

«Es la murga que habíamos imaginado –asegura Douglas–, desde lo que habíamos hablado desde Suecia con el Pepe, y mientras estuvo el primer director escénico que tuvimos, que después nos abandonó. Ese fue un golpe muy duro que la murga superó por completo, con una gran respuesta del grupo.

Todos dijeron ‘vamos a sacarla como sea’, Edellweiss y el Pelado se cargaron las pilas, y aunque comenzamos a armarla de a pedazos y a veces no se entendía bien, ahora que la hilamos, veo a La Soberana que yo quería ver.»

 

Todas las edades todas…

Los arreglos corales y musicales de La Soberana 2006 corresponden a Edellweiss Loyate, José «Pepe» Alanis y Angel «Pelado» Díaz. La puesta en escena la realizan Pepe y Douglas Alanis. El soberano plantel lo completan, en la cuerda de primos, Gianni Lomazzi, Germán Carreras, Nicolás Lomazzi, Heber Pereira y Alvaro Fernández. Como sobreprimos, Pablo Quihillaborda y Pepe Alanis; sopranos, Edellweiss Loyate y Florencia Alanis; en la cuerda de segundos, Peladito Díaz, Gonzalo Villalba, Santiago Villalba y Uriel Correa; bajos, Douglas y Marcelo Arocena. La batería está conformada por Ernesto Pellegrino, Christian Vasilij e Ignacio Delgado. Pepe Veneno es el autor de los libretos. Resulta interesante observar las edades de cada uno de ellos, desde los 16 años de «Flor» hasta los 66 de Pepe, a quien le siguen, Pelado Díaz, 62 y Edellweiss –discúlpeme amiga–, con 54. Douglas Alanis vuelve a la carga con el asunto: «La murga tiene esa cosa de invocar a la historia pero también tiene esa otra frescura de murga joven, de aliento a las nuevas generaciones, por eso reitero lo de las cuatro generaciones, que permiten lograr un equilibrio del espectáculo que no es lo que está acostumbrada a ver la gente; tiene un corte teatral muy particular que La Soberana siempre lo tuvo.»

El Carnaval está allí, y la histórica «Soberana» ya está en la calle, su lugar de origen, su hábitat natural, su alimento, y pronto habrá de oírse su inolvidable bajada por los barrios de la ciudad, «Soberana es la felicidad que todos anhelan, en la concreción de una sociedad floreciendo escuelas, Soberana es la comprobación de que en el mañana puedan retornar de nuevo a su hogar los que se han marchado, para el hombre hoy, la tierra de ayer plena de trigales…» *

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