País con cola de paja

Mario Benedetti es uno de los escritores uruguayos más reconocidos en el mundo. No sólo por los libros y poemas que ha publicado, sino porque tiene una visión muy perspicaz para captar el alma humana. Ha tenido muchos reconocimientos, tanto a nivel nacional como internacional, y por supuesto, provenientes de plumas bastante más talentosas que la mía, que han valorado íntegramente su trabajo.

Siento admiración por la obra y por la entereza moral de Benedetti, pero también por una de sus mejores cualidades, a mi juicio es un erudito de los detalles en la prosa. Mario ha logrado, con algunas frases memorables, pinturas exquisitas para nuestro espíritu. Nos deleitó con aquella: «Si te quiero es porque sos, mi amor, mi cómplice y todo. Y en la calle codo a codo, somos mucho más que dos», o: «En la razón sólo entrarán las dudas que tengan llave» y aquella de: «Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas». Son algunas de esas expresiones, que nos han ido marcando, a lo largo de la vida.

«No hay que agregar desgracia a la desgracia» incluyó en uno de sus escritos, en referencia a las angustias y al sufrimiento de los uruguayos perseguidos por el régimen militar. Frase que, según él, se la dijo Zelmar, aconsejándole que no dudara más y que se fuera de la Argentina, cuando Mario estaba amenazado de muerte por la Triple A, en aquel Buenos Aires de los años 70. Siempre me pareció una frase muy sabia y llena de sentimiento, que expresaba el dolor que iba por dentro y la necesidad de no agregar más desgracia a la que ya había. Mario plasmó y difundió este valioso concepto, en contraposición, a lo que algunos en su momento predicaban de: «cuanto peor mejor».

Pero hay una, mucho más famosa, que encierra casi una definición de la idiosincrasia uruguaya. Aquella de: «Uruguay, país con cola de paja». Que ilustra, a cabalidad, algo que en buena medida está presente en nuestra mentalidad. Una mezcla de culpa y de incomodidad con lo que la vida nos ha dado, con cierta dosis de nostalgia, modestia pasiva y alto grado de resignación, de quien no quiere confrontar o molestar a otros, pero necesita de su grupo de pertenencia, comprensión y absolución, en su falta de autoexigencia. Esa actitud conforma ese espíritu nacional «de cola de paja» que nuestro país carga y lleva a cuestas. La tiene incorporada a su propia esencia y en todas las temáticas, y se manifiesta, con mucha nitidez, en la actividad política.

El Uruguay tiene una impronta batllista muy marcada (ojo, la de José Batlle y Ordoñez, el Pepe de todos los pepes). Gozamos de los beneficios de esa impronta, pero a una parte de los blancos y a buena parte de los uruguayos les cuesta reconocerlo. Así mismo, el Partido Colorado y el país entero se beneficiaron, durante la primera mitad del siglo XX, de la actitud antiimperialista de los blancos. Sin embargo, pese a la solidez de ese aporte histórico, a los colorados y a muchos otros, no les gusta resaltarlo, les cuesta reconocerlo. He aquí dos colas de paja, históricas y tradicionales de los uruguayos, ilustrativas de nuestra mentalidad y de sus efectos.

Pero descuiden, nosotros, los de izquierda, también tenemos nuestras propias «colas de paja». Y sólo como una muestra, rescatemos una bien curiosa.

Quisiéramos ser como Suecia o Noruega, tener su nivel de vida, sus conquistas sociales, sus niveles de desarrollo e igualdad. Hasta los sectores más radicales de nuestra izquierda admiran el nivel de bienestar alcanzado por los países nórdicos. Lo sabemos y lo vivimos. Miles de uruguayos, tuvieron el resguardo de esas sociedades cuando marcharon al exilio. Y fueron estos países los que más solidaridad nos brindaron durante la dictadura. Esas sociedades, tan avanzadas en materia de bienestar, de igualdad, en la calidad de sus democracias, son el resultado de los sucesivos gobiernos de los partidos socialdemócratas. Sin embargo, difícilmente aquí, en Uruguay, un dirigente de izquierda vaya a admitir que es socialdemócrata, que su modelo es la socialdemocracia nórdica, o que tenemos mucho, mucho para aprender de esas sociedades. Quizás alguno lo admita en privado, pero difícilmente lo afirme en público.

El Partido Socialista (también el Nuevo Espacio), integra la Internacional Socialista. Es la organización internacional de izquierda más grande e importante del mundo. Reúne a más de 174 partidos de todos los continentes, entre socialistas, socialdemócratas, socialistas democráticos y laboristas de todo el planeta. Son miembros, por ejemplo, el Partido Socialista Francés, el Partido Socialista Obrero Español, así como los partidos socialdemócratas de Alemania, Suecia, Noruega, Dinamarca y Finlandia. Para los europeos, no hay diferencias importantes entre socialistas o socialdemócratas, forman un bloque común en el Parlamento Europeo y se denomina Partido Socialista Europeo. Pero incluso, conociendo las diferencias entre ellos, les puedo asegurar que los socialdemócratas suecos o noruegos le pasan por izquierda a la enorme mayoría de los partidos que se llaman socialistas en el mundo.

Difícilmente haya compañeros dirigentes del Partido Socialista del Uruguay que declaren que integran una internacional socialdemócrata. Y ocurre que, tampoco, la Vertiente Artiguista o Asamblea Uruguay, gran parte de la Alianza Progresista, buena parte del Movimiento de Participación Popular, la enorme y valiosa diáspora comunista, muchos de los nuevoespacistas (nosotros tampoco nos salvamos), quieren que se les llame socialdemócratas. Me parece que hay algo de «cola de paja».

Pues más allá de nuestro deseo, si somos de izquierda y luchamos por la igualdad, creemos en la libertad, en el camino democrático y electoral, gobernamos en favor de los más débiles, peleamos por los derechos de las minorías y nos identificamos con la causa de los trabajadores, en Europa, cualquier ciudadano afirmaría que somos socialdemócratas o socialistas. A veces de una forma, a veces de otra, cultura política que le dicen. Y saben una cosa, salvo en Latinoamérica, en el resto del mundo… también.

Es curioso que en este país, con esa gran impronta batllista, donde la gran mayoría de su gente defiende mayoritariamente el Estado, cree en la igualdad, es amante de la paz, la libertad, y posee una profunda influencia europea en su cultura, su izquierda, reformadora y reformista, que mira permanentemente a la socialdemocracia europea como marco de referencia, no acepta o no aceptamos, que nos llamen socialdemócratas.

Es más, hay quienes me han expresado que cuando la izquierda uruguaya se reconozca a sí misma, como el «Partido de la Reforma Permanente», en alusión a aquello de la «Revolución Permanente», se va identificar con justicia lo que somos. Cualquier conocedor de partidos de izquierda a nivel mundial y de sus programas políticos podría afirmar, sin esfuerzo, que no hay nada más reformista y socialdemócrata que el programa del Frente Amplio de Uruguay.

Me consta que mi amigo Eduardo Lorier, secretario general del Partido Comunista, y algunos representantes de las bases del Frente en la Mesa Política pondrán el grito en el cielo cuando lean esta «alusión» tan reformista. Seguro que no van a estar solos, van a ser muchos uruguayos de izquierda los «descolocados» por estas líneas. Pero bueno, de eso se trata, de dar la discusión, pues una izquierda sin debate no es izquierda.

En Uruguay no hay nada más democrático e igualitario que aplicar un programa de reformas progresivas, socialdemócratas, al estilo de lo que hicieron los nórdicos, para superar la pobreza y alcanzar el gran objetivo de construir una sociedad del bienestar. Y llamémosle como mejor nos guste. Sobre esa base, después ya habrá tiempo de soñar otras conquistas.

Sé que el Uruguay con cola de paja, del cual nos cuenta Mario, no va a cambiar de la noche a la mañana, está en nuestra propia cultura. Pero sería bueno intentarlo. Sobre todo, en la elaboración de nuestro programa de r
eformas, para el futuro período de gobierno. Abriendo un debate, «sin cola de paja», fraternal y franco entre todos los sectores de nuestra izquierda. *

(*) Senador de la República.

Te recomendamos

Publicá tu comentario

Compartí tu opinión con toda la comunidad

chat_bubble
Si no puedes comentar, envianos un mensaje