UNA MUJER SENSUAL Y GENEROSA QUE "VIVIO DANDO ALEGRIA Y MURIO DE TRISTEZA"

Martha Gularte: la vedette vanguardista

Nació en Paso de los Novillos, Tacuarembó, el 19 de junio de 1919. Su infancia fue una sucesión de dificultades -que incluyeron el pasaje por más de un orfanato-, pero nunca perdió la alegría.

Se llamaba Fermina Gularte, pero con el tiempo adoptó el nombre de Martha, más glamoroso que el suyo, para desarrollar su carrera de artista.

Ya veterana, cambió los tablados por el cine y participó en algunas películas, entre ellas «En la puta vida», donde tuvo un papel que le vino como anillo al dedo. Dicen que Martha era así: una mujer alegre, espontánea, que decía lo que pensaba. Disfrutaba de la noche, de una buena charla con sus amigos, de las tardes en uno de los boliches del Mercado del Puerto. Allí, recibía a uruguayos y extranjeros que se le acercaban con los brazos abiertos. Era una diva, y sabía lo que valía. Le gustaban los halagos y valoraba la vida, esa vida que fue dura con ella en los últimos años.

Vivió más de un apuro económico. Después, sufrió algún achaque, cuando ya era veterana. El golpe más duro fue ver a su hijo casi al borde de la muerte, desahuciado por los médicos, que pronosticaron que terminaría como vegetal. Jorginho ­un artista, igual que ella y que su segunda hija, Katy, que también brilló por su belleza y sensualidad­ no murió, pero aún hoy, años después, tiene un tutor legal. A los 83 años, Martha murió de dolor.

 

Cerca de Hollywood

Martha había vivido una niñez difícil, pero llegó al camino del arte. En él, conoció glorias impensadas. Descolló como bailarina e inventó en la legendaria Añoranzas Negras la figura de la vedette, que hasta el momento no existía.

Era 1949, y desde entonces su fama en el ambiente del candombe no dejó de acrecentarse. Era bella y sensual, y quienes la vieron en su plenitud aseguran que no habrá otra bailarina como ella.

Desplegó su talento en cabarets y revistas, y llegó a la calle Corrientes, décadas antes que Claudia Fernández y Mónica Farro. Allí actuó con José Marrone y su mujer, Juanita Fernández. Su éxito se extendió fuera de fronteras y llegó a cautivar a Sammy Davis Jr. «El estaba fascinado con ella y se la quiso llevar a Hollywood», cuenta su sobrina Florencia Gularte, «pero ella no aceptó porque no quería dejar a Montevideo, su gente y su cultura».

Algunos afirman que fue ese apego a lo que la rodeaba lo que hizo que regresara de Brasil, donde vivió algún tiempo luego de haber contraído matrimonio con un hombre adinerado.

El Barrio Sur y su familia eran su vida. La describen como ciclotímica y supersticiosa.

Lo cierto es que derrochó alegría hasta poco antes de morir. Entonces, vivió el golpe más duro que una madre puede sufrir -la incertidumbre por la vida de un hijo- y se dejó morir.

Te recomendamos

Publicá tu comentario

Compartí tu opinión con toda la comunidad

chat_bubble
Si no puedes comentar, envianos un mensaje