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LOS ARTISTAS DEL CENTRO

Los montevideanos que preferían un tradicional paseo por 18 de Julio, todos los viernes de noche había infinidad de opciones, para degustar exquisiteces y escuchar buena música. De los más concurridos, fue un bastión de la noche, ubicado en la flamante Galería del Cine Elíseo. Se trataba de la Confitería Ateneo, que se hizo fama de ser la sala más «chic» del centro montevideano de principios del 50. Tanto fue su éxito, que sus propietarios la equiparon con unos costosos equipos de refrigeración y calefacción, que hasta entonces sólo tenía la linajuda confitería Americana de 18 y Cuareim. Pero esa gente de la Confitería Ateneo siempre quería ir a más y por eso incluyeron en sus shows musicales a importantes artistas internacionales. Todos sus habitués disfrutaron cuando actuó la llamada «La Reina de la Gitanería», la sensual Julieta Kenan que cantaba temas propios y también los éxitos de Sara Montiel. Aquel centro montevideano era un incesante movimiento de artistas que actuaban en sus confiterías, en las salas teatrales como el Teatro Artigas y también en las fonoplateas de las radios El Espectador, Carve y la Radio Nacional, que estaban cerquita de las luces de 18. El tango estuvo representado con gente talentosa como Oldimar Cáceres y Carlos Duval, que junto a la Orquesta Típica de Carusito y la de Puglia-Pedroza, junto al tano Racciatti, hicieron bailar a los noctámbulos de aquel Centro capitalino. Desde Buenos Aires cruzaban para actuar en «La Tacita de Plata» agrupaciones que brillaban en la calle Corrientes.

De las más habituales fue la orquesta de Lucio Milena, un talentoso que cantaba, dirigía y también adaptaba los grandes temas del momento como aquel bolero titulado «Reloj, no marques las horas». Dos estrellas muy queridas en los teatros y fonoplateas del centro fueron Lucho Gatica y el «charro» mexicano Marco Antonio Tovar, que trajo a 18 y Andes el arte de la serenata de sus mariachis. El dúo brasileño Los Yacaré Paguá siempre se presentaba en la fonoplatea de El Espectador antes de sus habituales shows en confiterías y los night club del centro. Una belleza, que los noctámbulos montevideanos jamás se cansaban de admirar, era la deslumbrante Carmen Amaya que, por la sala del Teatro «18 de Julio», causó revuelos y colas interminables frente a las boleterías. Muy parecido fue el éxito de su competidora Blanquita Amaro, gran bailarina que amenizó las veladas nocturnas del Palacio Salvo y también del Hotel Del Prado. Cuando llegaba Mercedes Simone para actuar en la fonoplatea de CX 8 Radio Sarandí, que la contrataba muy seguido, todo el circuito céntrico se beneficiaba con esta visita y la podíamos ver en teatros y confiterías. Y si hablamos de visitas tangueras al centro montevideano, no se puede olvidar al gran Edmundo Rivero, un artista que por esos años fue exclusivo de la tradicional fonoplatea de la Radio Nacional. Lo mismo Alberto Castillo, muy habitual en las fiestas del Palacio Salvo y en los boliches musicales de los barrios Sur y Palermo. Por la zona de la Plaza Cagancha, en el Café Ateneo, don Agustín Pucciano organizaba concursos de nuevos talentos que consagraron a cantores, que luego fueron estrellas, como el querido Julio Sosa. Por la calle Mercedes y Andes surgía el restaurante musical Anacapri, que además se convirtió en punto de encuentro de los artistas que trabajaban en el centro y terminaban las madrugadas en sus mesas. Si pasabas frente al Bar Las Cuartetas de Andes, ahí estaba, en las mesas del fondo rodeado de amigos, un muchachito chileno de gran pinta y muy humilde. Era el chileno Antonio Prieto, un cantante que recién empezaba su carrera y estaba llamado a ser una gran luminaria. Artistas del centro montevideano que le dieron vida a una época imborrable. Con más recuerdos y música los esperamos en la 1410 AM LIBRE.

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