"Primero la gente". El especialista presentó ayer un taller de investigación junto al presidente Tabaré Vázquez

Bernardo Kliksberg en Uruguay: "La pobreza es un escándalo ético"

­¿Una de las principales problemáticas de nuestro continente es la proliferación de la pobreza?

­Hay un cierto fatalismo; los que no son pobres ven la pobreza «como si lloviera». Los niños y ancianos pidiendo en las calles, los jóvenes que nunca encuentran trabajo son vistos como parte del paisaje, como si la pobreza fuera inevitable. En sociedades con tantos recursos como las nuestras, con materias primas estratégicas, la pobreza es un escándalo ético.

 

-El tema de la delincuencia también se ha agravado en nuestros países.

­Los ciudadanos tienen todo el derecho del mundo a sentirse alarmados. El número de delitos en América Latina era de 12 homicidios cada 100 mil habitantes en 1980; actualmente hay 25 homicidios cada 100 mil habitantes. El ciudadano tiene derecho a reclamar una solución. Los medios son fundamentales en explicar ese aumento. Si los medios presentan solamente la crónica puntual, el hecho aislado, puede inducir a pensar que el delito es una opción personal.

Existen dos tipos de delitos: el crimen organizado y la delincuencia juvenil. Esta última está muy extendida y es la de los niños desesperados que buscan pan. En Latinoamérica uno de cada cuatro jóvenes está en esa situación. Yo los llamo «jóvenes acorralados», no tienen oportunidades de trabajo ni educación, y vienen de familias desarticuladas.

 

­¿Por dónde pasan las soluciones?

­La solución que ha dado resultado en el mundo es la de la inclusión social. Países como Noruega, Suecia y Finlandia, virtualmente no tienen delitos; la tasa homicidios es de 0,9 cada 100 mil habitantes, mientras que en Uruguay es de 8. No es que tengan más policías, ni leyes más duras, es porque el sistema social incluye a todos. Los medios deben reclamar políticas públicas que impulsen la inclusión social de los jóvenes.

 

­¿Las políticas de mano dura no son efectivas?

­No, no han dado soluciones en ningún lugar. Una de sus bases es la presentación puntual de los delitos. Esto crea pánico y terror en la población, que no entiende qué está pasando. Lo consideran conductas individuales que merecen desde el linchamiento hasta las penas más duras, aunque se trate de chicos menores de 14 años.

Uno de los sociólogos más grandes del planeta, Mills, decía que había que ayudar a la gente a que tuviera imaginación sociológica a que entendiera cómo los destinos individuales están marcados por lo que sucede en un país. La delincuencia, cuando crece como creció en América Latina, se debe a factores estructurales. La cuestión no pasa por amontonar gente joven en las cárceles.

 

­¿Qué responsabilidad tienen los medios de comunicación?

­Los medios son fundamentales en nuestras sociedades. Una democracia activa requiere medios bien posicionados. Muchos medios son privados, por lo que su responsabilidad forma parte de la responsabilidad de las empresas privadas. En algunas áreas tienen un peso decisivo, fijan la agenda pública de preocupaciones. La presentación de los problemas que los medios hacen incide en la calidad del debate de la sociedad. También deben acercar soluciones.

 

­¿Existen ejemplos concretos de medios de comunicación comprometidos?

­Hay ejemplos en América Latina de medios que lo están haciendo como política de empresa en forma sistemática, independientemente de la política partidaria. En México lanzaron una gran campaña por la transparencia en la gestión pública. En Argentina, Clarín y La Nación lanzaron una gran campaña que se llamó «El hambre más urgente». Presionaron para que el Congreso aprobara una ley contra el hambre y lo lograron.

 

­En materia energética se está dando un debate en torno a la producción de biocombustibles. ¿Cuál es su opinión al respecto?

­Cada país tiene su propia realidad. Una cosa es producir combustible a partir del azúcar y otra es hacerlo con base en el alimento de la gente más pobre, como el maíz. El maíz no debe ser aprovechado para producir biocombustible. En este momento la urgencia mayor es desarrollar políticas de seguridad alimentaria. No hay nada más infame en un mundo con este desarrollo tecnológico que el hambre.

Antes que otra cosa hay que garantizar que toda la población tenga una excelente dieta alimentaria. Todos los países están en condiciones de hacerlo, esto es irrenunciable.

 

Una cuestión ética

­¿Qué papel juega la ética en la economía?

­Yo vengo trabajando sobre ese tema hace muchos años. La economía ortodoxa que dominó América Latina durante los años 80 y 90 produjo pésimos resultados. A fines del año 2000 había mucho más pobreza que en 1980, exactamente 80 millones más. Las políticas ortodoxas generan desigualdad, aumentan la distancia social y crean una trampa de pobreza; sectores muy amplios de la población quedan atrapados. Esa mala economía tiene un mensaje subliminal, y es que disocia totalmente la economía de la ética.

La economía ortodoxa postula que la ética no es su cuestión; dice que forma parte de otro reino, el reino de las iglesias de los filósofos, pero no de la economía. Esa es una disociación peligrosísima. La economía no es un fin en sí mismo, sirve si los chicos pueden completar la secundaria, si los ancianos están protegidos, si los jóvenes tienen oportunidades de trabajo. Si la economía va contra todo eso, ¿para qué sirve? La ética debe dirigir a la economía.

 

­¿Qué pasa con las empresas privadas?

­Las empresas privadas deben asumir responsabilidades éticas. Hoy es una exigencia en todos los países desarrollados. La opinión pública pide ética a los políticos y también a los empresarios. La empresa privada debe ser responsable ante la sociedad; es demasiado importante como para existir sólo para producir beneficios.

Hoy se le exigen cinco grandes temas. Primero: buen trato al personal, que incluye desde sueldos razonables hasta la no discriminación de género. Segundo: juego limpio con el consumidor, productos saludables y a buenos precios. Tercero: que sean pro medio ambiente, que luchen contra la contaminación. Cuarto: que participen en las grandes causas de interés colectivo, como los grandes problemas en educación y salud, por un lado haciendo aportes económicos, pero también de gerencia y tecnología. Quinto: la empresa privada no debe tener un doble código de conducta; su código ético debe ser consistente.

Hoy, para ser una empresa que avance es fundamental que tenga responsabilidad social. Así se posicionan mejor en el mercado, tienen más competitividad, son mejor vistas por sus consumidores, y su personal es más productivo. En el mundo de la globalización van a tener más futuro.

 

Un escándalo

En un emotivo acto llevado a cabo en el Paraninfo de la Udelar, donde estuvo presente la ministra del Interior, Daisy Tourné, que elogió el trabajo bibliográfico de los catedráticos San y Kliksberg, éste recordó la institución que lo recibió para llevar a cabo la presentación de su último libro. Dijo que a la Udelar la recuerda con un «gran aprecio».

Narró que fue docente de la Udelar durante la dictadura que lo obligó a irse de su país. «Uruguay y Argentina son una sola patria», dijo apelando también a la «unidad del continente». El rector Rodrigo Arocena recordó que fue alumno de Kliksberg y destacó parte del libro como «un importante aporte», el cual es «inspirador para continuar con el trabajo en busca de terminar con la desigualdad».

En cuanto a la obra que presentó, Kliksberg explicó que «no es un libro común sobre economía», citando un artículo de El País de Madrid donde se destacaba que era «un libro desintoxicante».

Mencionó
rápidamente algunos de los capítulos que tiene el trabajo, y posteriormente profundizó desde sus palabras a la situación económica que vive en la actualidad el planeta. Apeló a que la sociedad busque en el voluntariado y el cooperativismo algunas de las soluciones a los problemas más urgentes.

Kliksberg dijo que «el género humano está en un escándalo». «El hombre llega a Marte pero no está enterado de lo que pasa en la Tierra», afirmó. Recordó que en este planeta «cada 3 minutos muere un niño, y 500 mil madres mueren por año», pero aclaró que lo peor de todo es que «menos está enterado el mundo de que es salvable».

Lamentó la muerte de 240 mil niños por sarampión siendo que «la vacuna está inventada y sale, cada una, 0,35 centavos de dólar». Dijo también que si se suprimían por pocos días los gastos de la guerra de Irak, todas estas vidas «se pudieron haber salvado».

 

Datos de la realidad

«La pobreza en América Latina es abrumadora», comenzó diciendo Kliksberg.

A esa afirmación le fue sumando una serie de datos alarmantes.

-El 37% de la población está por debajo de la línea de pobreza.

-El 16% de los chicos latinoamericanos tienen hambre y están desnutridos.

-Más de 18 millones de niños latinoamericanos menores de 14 años trabaja.

-El 20% del aumento del precio de los alimentos responde a la especulación del mercado.

-En Estados Unidos los productores de maíz, incentivados por subsidios públicos, suprimieron 30% de las tierras que dedicaban a la producción de alimento para dedicarlo al maíz para combustible.

-En Brasil el 10% del Producto Bruto Interno es destinado a la seguridad; esta cifra equivale a todo el PBI de Chile.

-El 25% de los jóvenes en América Latina está por fuera del mercado de trabajo y del sistema educativo.

-La población latinoamericana considera como principal problema el desempleo y la inseguridad. Uruguay es uno de los pocos países en el que figura en el cuarto lugar, según datos del Latinobarómetro.

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