Removedor. Crítica a los medios de un hombre de medios

Salvador Banchero: "La gente mira TVR y se cree re inteligente"

No se acordaba que el lunes, a las 15.00 horas, después de concluido su programa diario «Vulgaria» (Océano FM), conducido conjuntamente con Leo Lagos, había fijado una entrevista con nosotros.

«Menos mal que no me fui» dijo Salvador Banchero pegando su palma en la frente cubierta por un gorro azul de abrigo que nunca se quitó. Pidió de inmediato el estudio de grabación contiguo al de salida al aire para realizar la entrevista, mientras el fotógrafo le comentó «yo conozco a la de las ‘pastis'». Banchero declaró públicamente su platónico amor por la muchacha de la propaganda de las pastillas anticonceptivas de Bayer. «Es adictivo» le respondió Banchero a nuestro compañero. El jueves agradeció al aire en su programa una foto que le mandaron de la muchacha «Mirá Leo ­dijo­, la puse en el escritorio de la computadora» comentó antes de comenzar algo parecido a una crítica a Mirtha Legrand por su «impertinencia de vieja» en los premios Martín Fierro.

 

­¿Por qué no te presentás vos mismo?

­¿Qué me presente yo?… Como un atrevido, pero no sé.

 

­Podés optar por presentarte dando tus datos personales.

­Bueno, sí. Soy Salvador Banchero, nací el 20 de octubre de 1976 en Buenos Aires, tuve un periplo medio extraño para llegar al Uruguay porque mi madre es argentina pero mi padre es uruguayo, y estaba exiliado allá. Ahí también nació mi hermano. Cuando se complicó la cosa en Buenos Aires fuimos a Madrid hasta el año 1985. En la apertura democrática me vine para acá donde hice la escuela y el liceo. Estuve como hasta los 25 años sin saber que carajo quería hacer con mi vida, laburaba, era un tipo responsable y todo.

 

­¿Ahora no sos un tipo responsable?

­Sigo siendo un tipo responsable, pero ya tengo muy claro lo que me gusta hacer. Cuando digo que estuve hasta los 25 años sin saber que era lo que quería, me refiero a que estuve sin saber qué cosa me podría entusiasmar para dedicarle tiempo. Hasta que un día me di cuenta que me pasaba doce horas por día escuchando radio. ¡Pero mirá que es literario lo de las doce horas escuchando radio! Me di cuenta que si escuchaba tanta radio, podría tal vez hacer algo con eso.

 

Justicia Infinita

No acepta lo de «la fama», pero lo cierto es que el programa que comenzaron haciendo en M1 (91.9) hace siete años, y que luego se mudó a Océano FM, llamado Justicia Infinita, tuvo un alto impacto en la juventud que se volcó a escucharlo masivamente.

«Con Gonzalo fuimos compañeros desde la escuela, por lo que podría decir que fue mi primer amigo en Uruguay. A Carlos lo conocí más grande, cuando yo tenía unos 22 años y con él nos pasábamos las tardes y tardes discutiendo dialécticamente sobre los medios y los productos mediáticos que consumíamos», recordó sobre el comienzo de la relación entre los conductores.

 

­¿Ahí fue que se juntaron para diseñar «Justicia Infinita»?

­Nos dimos cuenta que teníamos los mismos gustos y a los dos nos encantaba la radio. Percibimos que íbamos a necesitar a una tercera persona, la estuvimos buscando, en un principio queríamos que fuese Marcos Morón, pero estaba preparando lo que iba a ser «Ajo y Agua» con Jorge Esmoris. Entonces le dije a Carlos que tenía un amigo y que podría andar. Ese amigo era Gonzalo. Yo ya tenía claro que con Gonzalo podría funcionar, pero, anteriormente, habíamos probado juntos un proyecto radial y fracasó, mucho antes de la grabación de un piloto. Yo asociaba a Gonzalo con una derrota por lo que había pasado. Un día le dije a Carlos «tengo a este amigo, que puede funcionar muy bien, pero, probablemente, también nos puede ir muy mal». Los presenté. Carlos y Gonzalo se hicieron muy amigos, y nos pusimos a trabajar. Gonzalo estaba como con un paracaídas porque le faltaba muy poco para egresar de la carrera de psicología, y lo sacamos de allí y le pusimos su vida cotidiana patas para arriba. Ahora con el diario del lunes, revisando para atrás, nos damos cuenta que era bastante obvio que había algo vocacional en él.

 

­¿Vos sentís que Justicia Infinita nació para el «under» de la radio?

­Yo no creo eso. Siempre estuvimos en un medio masivo. Estuvimos girando dos años con nuestro proyecto y golpeando puertas y nadie nos dio pelota. Teníamos una forma bastante peculiar de presentar nuestro proyecto que fue naciendo de una forma inconsciente. Nos sentábamos con el gerente de programación de alguna radio y casi que le hacíamos un programa en vivo. Nos poníamos a bobear entre nosotros y terminábamos divirtiendo mucho a la otra persona y por ahí le entrábamos. Nosotros le llevábamos un disco o un libreto donde explicábamos las características del programa y, en la actuación en vivo, era como que divertíamos la peña. Pero nosotros nos divertíamos con la respuesta que nos daban: «está buenísimo me encanta pero en mi radio no». Así íbamos girando y la verdad es que teníamos muchas ganas que fue lo que sirvió para no desalentarnos. Un día nos llamaron de una productora donde nos dijeron lo mismo que en las otras radios, pero se ve que a las chicas de la productora le habíamos caído mejor. Esta productora tuvo la oportunidad de llenar dos espacios en la radio que se estaba formando (91.9), y ahí fuimos nosotros para conducir un programa en la noche con un tema específico, que nosotros teníamos que armar. Estábamos en un momento donde hubiéramos hecho cualquier cosa, hasta un programa de cocina. A los quince días de salir al aire dijimos «es todo o nada». Entonces dimos vuelta el programa como una media, a riesgo que nos dieran una patada en el culo. Eso no pasó pero éramos conscientes que pudo haber pasado. Fuimos experimentando y probando, y al año siguiente surgió lo que por seis años fue «Justicia Infinita».

 

La juventud

Salvador Banchero bien sabe la aceptación que tuvo desde la radio con el público joven. Al apagar el grabador y ambos de pie a punto de despedirnos, lamentó la falta de participación de los adolescentes en los medios. «Yo ya no soy un pendejo» y «espero que un día venga alguien más joven y nos mueva el piso, pero creo que no está pasando eso ahora». Dijo que fue eso lo que ocurrió cuando Justicia Infinita llegó a la radio y le «movió» el piso a «algunos viejos». «Eramos tres guachos diciendo boludeces en una radio y nos escuchaban», dijo.

 

­Ustedes lograron llegar a un público joven. Tal vez tengas una visión sobre la actual generación de jóvenes…

­Creo entender por qué tuvimos esa aceptación. No fue algo que nosotros buscáramos pero se dio porque nosotros mismos somos producto de eso. Salimos de ese lugar y tenemos y utilizamos determinados códigos que ya están ahí. Tal vez fuimos como una especie de eco, y se generó cierta identificación. Nosotros no estuvimos atentos en ver «de qué formas engancho a los jóvenes». Se da algo así como cuando uno ve a alguien en la televisión y parece que lo que dice es lo que digo yo. Eso es como el eco. Igualmente es bravo pensar como uno ve a la juventud porque no sé si tiene un comportamiento uniformizado. Hay jóvenes que son muy curiosos, otros que están en una actitud de pasividad frente a todo. Antes te comentaba que hasta los 25 años no tenía claro que quería hacer. Pensar en la juventud como algo homogéneo es como pensar que está destinada a fracasar.

 

El informante

­¿Te considerás un comunicador o un humorista?

­En realidad yo supongo que soy un comunicador. Siempre fue un concepto, el de «comunicador», que me sonaba como muy grandilocuente ¿Qué quiere decir ser un comunicador? ¿Qué quiere decir eso? Con el tiempo me di cuenta que era lo que se ajustaba más con lo que yo hacía. De repente utilizas herramientas variadas pero en definitiva s
iempre estás comunicando algo. Nunca sabés muy bien qué es y podría diferenciarlo en dos grandes partes: entretenimiento, que es lo que hacemos nosotros, y en determinados casos a través de ese entretenimiento, ­entiéndase desde el humor, la música y la creación de determinados personajes­, tenemos cierta intención de generar como «elementos disparadores» de algún ejercicio dialéctico y, eventualmente, de pensamiento. La gran mayoría de las veces no nos sale, no somos muy efectivos, pero cada tanto sí y, cuando pasa, está muy bueno. El otro día pusimos al aire la canción de los Beatles «P.D. I love you» y comenzamos a jugar un poco para ver qué es lo que quiere decir ese «Postdata te amo». Empezamos a ver que lo que uno escribe en una carta de amor son todas huevadas porque lo único que importa es ese «postdata te amo». Todo lo anterior es una pelotudez y no sirve más que como un soporte del mensaje final. Eso no es ningún hallazgo pero funciona como un elemento disparador del pensamiento, en cosas totalmente cotidianas, y pelotudas que no tienen ningún tipo de peso y de valor para nada.

­También estuviste en televisión con «Los Informantes», pero el programa fue levantado. ¿Pensás que no se entendió la propuesta?

­Para empezar, la televisión no es un medio que disfrute o me parezca atractivo a diferencia de la radio que me despierta una gran curiosidad. A mí me interesan los proyectos y no una carrera televisiva. Me interesaría seguir haciendo radio hasta el día que me muera. «Los Informantes» fue un programa que me interesaba mucho, para aprender como era el medio desde adentro, y nos sacamos las ganas de hacerlo. Pero se nos hizo imposible hacer un mejor producto en calidad, y no hablo de falta de dinero, sino de falta de experiencia. También entiendo que la televisión tiene una lógica muy diferente a la radio porque en la radio podés educar a tu público. Vos planteas un juego y le das las herramientas necesarias a la gente para que la gente entienda tu juego. Si no, vivís en una especie de circuito cerrado donde hacemos chistes entre nosotros. A mí no me interesa eso de la cosa segmentada y del under.

Me hubiese gustado medir en la tele 15 puntos de rating y en la radio que me escuchen 300 mil personas. Cuando empezamos en la radio con Justicia Infinita los directores de programación nos veían como extraterrestres pero entendimos que era cuestión de tiempo. Nos podían decir que no les gustaba, pero nadie podía discutir de qué se trataba el programa. En la televisión, hacer eso es mucho más difícil porque hay otras urgencias y eso fue lo que nos pasó con «Los Informantes». De hecho el segundo año nos fue mucho mejor que el primero.

 

Entender el juego

Banchero, tanto como Tanco y Camarotta llegaron a compartir por un breve lapso, en Océano, con el programa «Malos Pensamientos» de Orlando Petinatti. Estando en la anterior radio, así como en Océano, no escatimaron críticas hacía Petinatti. «Yo creo que el tipo cambió la radio, así como en su momento la cambió también Figares (Daniel)», expresó.

Pero la crítica se basaba en el conservadurismo del programa. «Se tiene que dar cuenta que ya no puede seguir haciendo lo de la mano, ya está grande». Esa misma crítica la realiza sobre su antiguo programa Justicia Infinita: «dejamos de hacer Justicia Infinita porque teníamos un traje que nos resultaba hasta incómodo para nosotros. Yo no quería jugar durante tres horas con una adolescencia fingida que ya no tengo».

– ¿Pero esas críticas que ustedes lanzaban a Petinatti u otras figuras eran reales, o eran parte de un juego?

­Yo creo que hay que diferenciar el contenido de la forma. El contenido es totalmente sincero. La forma es ficticia y la gente no lo entiende así. Yo vengo pensando, desde hace mucho tiempo, que si uno no cree que esto es una «pajería» estás en el horno. A la gente le puede interesar mirar «Intrusos» y las peleas entre un comunicador y otro pero no es verdaderamente importante para nadie.

No podemos entrar en eso. En la forma es un juego. Yo con Petinatti tengo mis serias diferencias pero no es importante. Tengo mi vida y tengo otras cosas para ocuparme.

Yo sé que hay colegas que opinan que es importante, y están los que piensan que es muy importante no meterse con ningún colega por un tema de respeto. Pero las dos cosas son una pelotudez. En el contexto de un programa de entretenimiento tampoco es algo muy serio lo que opinemos. Tampoco nadie me preguntó de verdad qué es lo que yo opino, y si alguien me lo pregunta, ahí diría lo que pienso.

 

LA GUERRA PERDIDA

La voz de los tres conductores de Justicia Infinita salió al aire hace dos semanas en el programa Intrusos. El motivo fue una pelea que hace más de dos años mantuvieron al aire con la vedette Claudia Fernández. El motivo fue porque al aire, le llamaron «gato». «A mí me dio mucha vergüenza verme, pero más vergüenza me dio que en ese mismo momento me mandaron 50 mails para avisarme que estaba pasando eso». Banchero lamenta la «pauperización de los medios» algo que considera «está perdido».

 

­¿Por qué decís que está perdido?

­Cuando estaba todo el lío de las peleas de las vedettes uruguayas en Argentina, a mí se me caía la cara de vergüenza, porque ese mismo día estaban dando a conocer la noticias sobre la existencia de hielo en Marte. Pero todos hablaban de la pelea de estas minas. Yo no podía creer que fuera un tema tan importante para la gente. Está todo mal y alguien habrá hecho algo mal para que todo sea así. Nosotros debemos plantear el desafío de dinamitar el sistema desde adentro. Por eso intentamos ejercitar un poco la dialéctica y el pensamiento. Pero dadas las circunstancias y nuestras propias limitaciones, ya que hay gente mucho más capacitada para hacerlo pero que, lamentablemente, no está en los medios. La gente mira TVR y se cree re inteligente por mirar TVR y ahí te dan todo hecho, te dicen cuando reírte, cuando llorar, cuando emocionarte. Creo que la guerra está perdida y uno es un romántico en todo esto.

 

­¿Se puede ganar la guerra desde los propios medios?

­La pauperización de los medios se puede ganar desde los medios. Nosotros somos eficaces con nuestro trabajo, pero Alejandro Dolina lo logra, utilizando el mismo medio que utilizamos nosotros. El lo utiliza con otra finalidad que ayuda a nivelar la cosa.

 

BANCHERO OFF THE RECORD

Apagados los micrófonos, Banchero dice que pasa gran parte de su vida escuchando música. Admite que, si bien sigue escuchando radio como en el pasado, ya no son ni uruguayas, ni a través del tradicional aparato radial. «Desde hace un tiempo me dedico a escuchar radio por Internet. Escucho una radio en Miami, una que está en los Angeles, y otra de las Vegas». Otra de las cosas que dice disfrutar son «las transmisiones deportivas y, como no tengo cable, no veo los partidos. Desde hace un par de meses volví a escuchar transmisiones deportivas y las disfruto mucho». Consultado si en algún momento pensó en hacer un programa periodístico, Banchero fue categórico: «Creo que soy un tipo que se define por lo que no hace, más que por lo que hace, y la verdad es que no hago la gran mayoría de las cosas y eso no lo haría».

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