"Bombón asesino". Reflexiones de una campeona en la Sobremesa

"Recibir el saludo de Tabaré Vázquez fue emocionante"

Jovial y dulce, pero al mismo tiempo peligrosa en el ring, la joven de tan sólo 20 años, tiene muy buen puesto su apodo. Con su simpatía, ternura y sencillez se ha ganado el corazón de todos los uruguayos.

Ver a una boxeadora romper en llanto en medio de una entrevista es difícil de creer. Pero así reaccionó Chris Namus cuando se le preguntó en quién pensó cuando salió campeona mundial en el colmado Palacio Peñarol y dijo haberse acordado de su abuelo recientemente fallecido.

Sin embargo es la misma persona que, en menos de dos minutos, no titubeó para exterminar a su par mexicana el pasado 19 de julio.

El «Bombón asesino» apabulló a su contrincante Perla «La Potranquita» Hernández, convirtiéndose así en campeona mundial juvenil de peso superligero de la World International Boxing Association (WIBA). En su apartamento de Pocitos recibió a LA REPUBLICA y habló de todo y derribó mitos.

 

­ ¿Como te presentarías ante nuestros lectores?

­ Bueno, soy Christian Namús, tengo 20 años y soy boxeadora profesional desde hace un año. Hace 4 años que arranqué con el Boxeo, soy campeona mundial juvenil, después de haberle ganado a Perla «La Potranquita» Hernández. Mi vida a partir del sábado pasado cambió totalmente. Ha sido una emoción enorme, en un constante júbilo, y está muy bueno.

 

Ejemplo para muchos

­ ¿Te diste cuenta que a tu edad sos un ejemplo para otras chiquilinas que quieran seguir tu camino?

­ Sí. Antes de esto ya era un poco referente de las boxeadoras y ahora mucho más. Me gustaría ser no sólo la referente para muchas mujeres, sino también para los hombres.

­¿Como te trata la nueva popularidad que has adquirido?

­Impresionante. Antes de la pelea salía de mi apartamento, caminaba por la Rambla y había gente que me saludaba en la parada, o paraban los autos y me pedían un autógrafo. Después de la pelea, a nadie le quedaban dudas. La primera vez que salí a la calle luego de ser campeona mundial fue para ver a la mexicana. Fui al hotel y de ahí me fui a la Feria de Tristán Narvaja, fue impresionante. Eso ni se compara cuando fui al Estadio a ver Peñarol-Rampla. En la hinchada de Peñarol todos me pedían autógrafos y fotos. Me encanta que me reconozcan. La parte más linda que me dejó este deporte no sólo es el reconocimiento, sino el cariño que me dan. Más de una persona me ha abrazado y me ha hablado con cariño. Esas cosas para mí son impagables.

 

­¿Hasta cuándo pensás que va a durar esa fama?

­No sé, eso es muy relativo. Creo que lo que pasó el sábado fue algo que marcó en el país y pienso que la gente lo recordará siempre. Aunque el recuerdo depende un poco de ustedes, la prensa, y de la importancia que se le dé.

También cuenta de cómo siga de acá en adelante, si sigo creciendo. Y es lo que voy a hacer, porque me ha gustado tanto el cariño de la gente que me dan más ganas de ir por más.

 

­¿En ese momento de triunfo de quién te acordaste?

­ De mi abuelo. Falleció en diciembre y me crié con él. Me acuerdo de cuando estaba enfermo y se veía venir lo que le estaba pasando. Tuvo una charla conmigo que me quedó grabada y me preguntó por el boxeo. Le dije que si Dios quería, iba a pelear por el Campeonato Mundial. Yo tenía muy claro que no iba a llegar a verme y creo que él también lo sabía. Me dijo: «Yo te aseguro que vas a llegar a ser mucho más que campeona» … (La entrevista se interrumpió por unos minutos ante la visible y sentida emoción de la joven boxeadora) … Me hubiera gustado que estuviera, aunque igual sé que estaba presente…

 

­¿Qué sentiste en el momento en que el juez detuvo la pelea?

­Demoré en reaccionar. El juez paró la pelea y yo me iba para el rincón, pensando en dónde debía ponerme. Porque la primera vez me fui al rincón neutro, que estaba bien, y el juez me mando al rincón de la mexicana. Entonces yo pensaba: «Me quedo en el neutro o me voy para el de la mexicana» (Risas). Y en eso me vino la imagen de lo que vi por último, o sea que había parado la pelea. Pensé que iba a volver a contar, pero no quería, porque ella no se recuperó del primer conteo. Qué necesidad de seguir con el castigo; éste no es un deporte para lastimar a nadie. Estaba eufórica.

 

­¿Cómo fue el saludo del presidente de la República?

­Increíble, una emoción impresionante. Dos veces me emocioné esa noche: cuando salí al estadio y estaba todo lleno, y después cuando me abrazó. Imaginate, la máxima autoridad del país estaba conmigo esa noche; fue muy significativo. Siento mucho cariño hacia la persona del Presidente.

 

Una multitud a su favor

­ Una crónica de Jorge Savia de «El País» decía que aparte de la contrincante que habías enfrentado, el Palacio Peñarol estaba repleto, y que nunca había estado así.

­La verdad es que no podía creerlo. Yo fui una hora antes, y mi madre ya había llegado, porque llevaba la ropa que me iba a poner para pelear. Cuando iba yendo camino al Palacio, me llama y me dice: «No te imaginás lo que es esto. Ya hay gente haciendo cola para entrar». Eso me dio mucha emoción y le dije: «Se va a llenar». Luego me volvió a llamar y me dijo: «Chris, hay un hombre vendiendo fotos tuyas». Salí a ver la primera pelea de la noche, que fue la de mi novio, en amateur, y ya había mucha gente.

 

­¿Esa multitud te jugó a favor o tenías un poco de miedo?

­No, lo tomé re bien, nunca me dio miedo. Lo tomaría con temor si estuviera en la Argentina o en cualquier otro lado, en donde sé que hay gente que está en contra. Pero tampoco me afecta porque así como en nuestro país trato de mirar eso y que me dé más ganas, en un país ajeno voy a tratar de ignorarlo para ganarle a mi rival.

 

­La mayoría del público que fue ahí nunca había ido a ver una pelea de boxeo, y menos de mujeres, o sea que si hubieras perdido quizás hubieran dicho: «Esta es de terror, no le gana a nadie».

­Sí, sé que muchos hubieran dicho eso. Pero cuando vienen con buena onda, los escucho con mucho respeto, y es más, si puedo trato de sacar algo de lo que me están diciendo, mejor. Y, cuando siento que me vienen con mala onda, no soy atrevida. Lo escucho también pero estoy pensando: «callate la boca». (Risas)

Una vez que hay un campeón mundial juvenil en el país, así sea juvenil o no, es un «Campeón Mundial», y es un título importante. No es inventado, como se ha llegado a decir, y estoy muy orgullosa.

 

«La Potranquita»

­¿Conocías mucho a la otra boxeadora?

­No, pero vi videos de ella entrenando y era muy buena, además es mexicana y de la ciudad de Torreón. Dicen que ahí levantás una piedra y salen 10 boxeadores. El rato que ella estuvo en el ring, para el que entiende de boxeo, se daba cuenta que a mí se me iba a complicar si la pelea seguía. Ignacio Alvarez, el hijo de Tabaré Vázquez, me dijo que en el cuarto round se me complicaba la pelea. Y es verdad, era lo mismo que yo pensaba.

 

­Tenías que matarla de entrada

­Por supuesto, fue intuitivo, la mejor decisión que he tomado en mi vida.

 

­ ¿Pensaste en que ibas a knoquear tan rápido?

­No, no lo pensé. Subí esa noche con la cabeza metida en que quería pegar fuerte a ver qué sentía ella; si sentía mis manos lo iba a aprovechar. Si seguía boxeando igual, iba a aflojar un poco, porque tener las manos fuertes todo el tiempo cansa. Me sentía más fuerte esa noche; ya lo sentía cuando estaba en el vestuario calentando, sentía que tenía «pegada».

 

Humilde y profesional

­Recuerdo cuando te vi entrenando en el gimnasio de Villa Española rodeada de niños y adolescentes. ¿Es posible aspirar a ser una profesional de esa manera?

­Sí, tenés razón, como profesional no llegaba a crecer. Estaba trabajando como una amateur más. Pero ya no sigo más en el «Villa». Tuve poco tiempo. Me fui por un tem
a con el técnico que prefiero no tocar porque me puedo llegar a calentar más. Igualmente rescato el cariño de mis compañeros y de los niños. Yo me sentía igual a todos ellos.

Durante el entrenamiento era una más.

 

­¿A nivel profesional sólo estás vos?

­ Sí, en mi peso sólo yo. Pero hay una boxeadora en Salto, otra en Paysandú. Pero para mí Adriana «La Joyita» Herrera, sin desprestigiar a las demás, es la que más me gusta. Después de acá, de Montevideo, está Claudia Lomassi , que todavía no debutó, y otra chica de Las Piedras. Son todas categorías de 55 o 56 kilos, más chicas que yo.

 

­Contás con apoyo del Estado. ¿Es suficiente?

­Del Estado tengo muy buen apoyo, aunque por supuesto todo lo que venga: bienvenido. Sé que la mayoría de los deportistas no pueden vivir de esto. Gracias a Dios ahora tampoco recibo la ayuda económica de mis padres. Cuento con apoyos de Grupo Cine, Red Pagos, Cutcsa, Azúcar Bella Unión, Nike y Presidencia de la República.

Cutcsa y Presidencia me apoyaron desde el inicio; desde que arranqué me están dando la misma mano constantemente. Cada vez que necesito algo puntual se me da incondicionalmente, sea algo chiquito o grande.

 

­Otro tema que llama la atención es la combinación de estudiante de Ciencias con la práctica del Boxeo

­(Risas). Es verdad, terminé el liceo y me anoté en la facultad; luego de dos meses se me planteó el hacerme profesional. En mi familia siempre insistían en que tenía que seguir con los estudios y el deporte. «Si querés dejar algo dejá los deportes. Es más, si traés malas notas en el carné, tenés que dejar los deportes», me decían.

Cuando se me planteó el tema de hacerme profesional, era dedicarme al boxeo o seguir con los estudios. No me daban los horarios porque coincidían. Lo planteé en casa; tenía un terror bárbaro a que me dijeran que no. Igual ya era mayor de edad, pero eran ellos los que me estaban dando de comer. Les dije que la oportunidad del boxeo era ahora. Mis padres siempre tuvieron confianza en mí y me dijeron que decidiera yo.

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