Un visionario. Cinco siglos después, la Intendencia de Colonia elabora un proyecto turístico para la zona

En el siglo XVI autorizaron a marinero a instalar hospedaje en isla San Gabriel

Alonso Cantero, tal el nombre del audaz marino, había llegado a estos lares allá por 1536, en calidad de integrante de la expedición de don Pedro de Mendoza.

Según cuentan crónicas, muy pronto se destacó de los restantes subordinados por no medir consecuencias a la hora de encarar una acción. Y así fue que su superior lo destacó, al frente de algún grupo, para explorar territorios de la actual República Argentina.

Cantero soñaba con llegar más lejos, por lo que, en una segunda etapa de sus andanzas militares, participó de la recién fundada población de Asunción. En realidad, lo que más le importaba era la posibilidad de hacer negocios. Un rumor, que lo aguijoneaba desde que había salido de España, repetía que en alguna parte de estos territorios tenía su feudo el «Rey Blanco», y que también por allí existirían las llamadas «Sierras de Plata», donde todo sería cuestión de raspar entre las piedras para convertirse en un hombre rico.

Cuando supo que don Alvar Núñez «Cabeza de Vaca» estaba organizando una expedición para ir a buscar esas tierras novelescas, Cantero se alistó. No terminó bien aquel primer periplo y ­vaya a saber por qué escándalo del que no quedaron memorias­ fue destituido de todo cargo y devuelto a España.

Un hotel en San Gabriel

Su retorno fue luego de diez años de trajinar por estas tierras y ríos, lo que le permitió sumar un enorme bagaje de experiencia. En 1546, gestionó ante la Corte autorización para volver al Río de la Plata, pero ya no como soldado sino como comerciante.

Su propuesta era audaz: instalar en la isla San Gabriel un hospedaje para marinos, ya que él bien sabía que, en ese lugar, recalaban embarcaciones de expedicionarios que iban con los más diversos rumbos y había que darles posada y aprovisionarlos.

En conocimiento del proyecto, el rey estableció, un 22 de mayo de 1549, en la Villa de Valladolid, la siguiente cédula (decreto): «Por cuanto de vos, Alonso Cantero, e ha sido hecha relación que vos en el deseo de nos servir queréis pasar a la Provincia del Río de la Plata y lleváis intento de hacer mesón o venta en la Isla de San Gabriel (…) doy licencia y facultad para que con el parecer y acuerdo del Consejo, Justicia y Regidores del Pueblo en cuyos términos cayese el dicho sitio donde quisiéredes hacer dicha venta o mesón».

Cuando el rey firmó este decreto faltaban 131 años para que otro expedicionario, pero portugués ­Manuel Lobo­ fundara la Nova Colonia del Santo Sacramento. Bien pudo haber sido Alonso Cantero, el intrépido, el que acometiera aquel desafío, una vez instalado en San Gabriel, si los negocios hubieran sido tales. Y decimos esto último porque el español, a pesar de la Cédula Real, nunca más fue visto por la comarca rioplatense.

Igual que otros «empresarios» que llegaron a ilusionar con anuncios de puentes entre una y otra orilla del río. Aunque, claro, esa ya es otra historia, cientos de años después.

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