Estudiantes de Ingeniería. Exhibieron sus proyectos de final de carrera

De peces robot, marcapasos externos y casas inteligentes

El hall del Instituto de Ingeniería Eléctrica estaba colmado de entusiasmo y perseverancia. Dieciocho proyectos, correspondientes a otros tantos grupos de estudiantes ­asesorados por tutores­ se exhibían ante el público.

La gama de ofertas era variadísima, pero todas ellas tenían algo en común: eran el esfuerzo de un año de trabajo ­el quinto y final- de una generación de estudiantes. Y, a la vez, una apuesta a la más genuina extensión universitaria.

 

Una buena oportunidad

El ingeniero Julio Pérez, uno de los docentes coordinadores, no dudó en catalogar los objetivos principales de la muestra: «Cada proyecto requiere que los estudiantes combienen todo lo que aprendieron durante la carrera, pero además es una oportunidad de crear vínculos entre los egresados y las empresas». Muchas de ellas se han acercado para exponer algunas de sus necesidades en esta área, que se han convertido en desafíos académicos para la siguiente generación de universitarios.

Sin ir más lejos, dos de las propuestas se ejecutaron con el apoyo del Centro de Construcción de Cardioestimuladores del Uruguay, una empresa dedicada a la fabricación de marcapasos. Un equipo ideó un mecanismo para adaptarlos para tratamientos breves, sin que el paciente deba ser intervenido quirúrgicamente. «Los electrodos se insertan dentro del paciente, pero el control se realiza a través de un equipo externo, con una interfaz de usuario. Para esto contaron con la asesoría de un ingeniero de la empresa», explicó Pérez. En cambio, un segundo grupo optó por trabajar con los mecanismos ya empleados por la empresa, con el objetivo de volverlos «más rápidos y de mayor alcance».

 

Satélites y tatetís

También estuvieron quienes analizaron el lanzamiento de dos globos estratosféricos, una primera etapa para que, a largo plazo, se lance un satélite. Varios son los equipos que están vinculados a este proyecto interdisciplinario, que cuenta con apoyo internacional. El objetivo de estos lanzamientos es medir de qué modo las memorias de los equipos electrónicos pueden modificar su valor a grandes alturas. «Un satélite debe estar preparado para soportarlo», explicó Pérez.

Otros proyectos atractivos llamaron la atención. Una mano robótica es capaz de mover un tatetí gigante ­que, a la vez, está preparado para jugar partidas con los niños­ y más de un equipo se dedicó a la domótica. En pocas palabras, «a automatizar las instalaciones eléctricas y de servicios de un hogar». Gracias a estos jóvenes, un usuario podrá conectarse a Internet y encender las luces, o indicar que, a medida que disminuya la luz solar, se active la artificial.

No faltó, además, quien intentara idear un programa para separar las voces dentro de una canción. «Es una de las quimeras del tratamiento de señales», afirmó Martín Rocamora, docente vinculado al proyecto. La periodista, ingenuamente, afirma haber visto procedimientos similares en varios programas televisivos (llámese CSI). Las sonrisas de Pérez y Rocamora lo dijeron todo. «Puede ser que existan ­concedió este último­ pero ningún programa de ese tipo se adquiere en el mercado. Lo interesante del enfoque de este equipo es que utilizaron el proceso auditivo de una persona para idear el proyecto. El único inconveniente es que es costoso: se necesitan varios minutos para un solo segundo de audio».

Pero es un primer paso. Varias propuestas de anteriores generaciones han sabido profundizarse con el tiempo e, incluso, convertirse en productos disponibles en el mercado. En esta generación ­por qué no­ muchos podrían correr la misma suerte.

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