Antigüedades. Guantes de época, caravanas, juegos de té, prendedores, postales, libros usados y más

Un clásico de cada domingo: la feria de Tristán Narvaja

Cada domingo, los uruguayos buscan reconstruir parte de la historia social y personal en la feria de Tristán Narvaja. Ellos son los principales compradores y quienes demuestran mayor valor afectivo hacia las antigüedades en venta.

Pero la reconstrucción del pasado puede tener un costo muy elevado. Un disco de pasta puede superar los mil pesos; una lata antigua de barquillos, oxidada, sale más de trescientos pesos; un mantel bordado a mano mil quinientos pesos, y un cartel de Malta de Cervecerías del Uruguay cuesta cinco mil pesos.

Muchos extranjeros también valoran las antigüedades de la feria, pero sin dejar a un lado la inteligencia financiera. «Los extranjeros son los más amarretes. Además te compran sábanas bordadas a mano por 1.200 pesos y después las venden en Europa al triple», comentó Celia, mientras ofrecía la ropa de cama de otra época que tenía para la venta.

La simpática vendedora no dejó pasar la oportunidad de mostrar, mediante un álbum de fotos, todas las antigüedades que decoran su casa. Contó que en un principio tenía los adornos a la venta, pero luego de un tiempo se encariñó y no quiso desprenderse de ellos.

 

Cambios en la rutina

Antiguamente había que llegar a la feria a primeras horas del domingo, pues se decía que «cuanto más temprano, mejores cosas se encontraban». Hoy la realidad cambió. Sobre las diez de la mañana, muchos puestos todavía se están acomodando y el movimiento de gente aumenta recién hacia el mediodía.

Mientras Elair atendía un puesto en la calle Paysandú, frente a la casa número de puerta 1738, confirmó que recién sobre las once de la mañana comienza a llegar la gente a la feria. También habló sobre el ritmo de las ventas y dijo que era «impredecible». Contó a LA REPUBLICA: «El otro día no vendí nada durante toda la mañana y sobre el mediodía, en poco más de una hora, hice novecientos pesos».

Muchos comerciantes consideran que la feria de los domingos es una posibilidad para hacerse unos pesos extra, pues complementan la ganancia de cada domingo con un ingreso fijo. «Quien ya tiene trabajo vintenea en la feria», señaló Elair.

 

Cinco sentidos

Durante la recorrida por la feria se entremezclan distintos aromas. Las páginas de los libros viejos transmiten un intenso olor a humedad, que se extiende por varias cuadras. Las alhajas antiguas, las postales de otra época, los discos de pasta, los vistosos juegos de té, cada cosa emite un aroma distinto y despierta múltiples sensaciones entre los visitantes. También circula por el aire la fragancia de los inciensos encendidos, de las plantas de marcela y otros yuyos, así como el aroma de las frutas y verduras que están a la venta.

Es sabido que en la feria de Tristán Narvaja es posible encontrar variedad de objetos y curiosidades.

Antigüedades que despiertan muchos recuerdos o que deslumbran a la gente.

Pero el paseo no debe hacerse descuidando el entorno. Es un lugar donde hay que estar atento sobre todo al momento de pagar.

«¡Guarde esa billetera, que en menos de un segundo se la pueden sacar!». Esa fue la recomendación que le dio un vendedor a una señora cuando fue a pagar un antiguo alhajero. «La próxima mejor traiga la plata en los bolsillos y se viene sin cartera ni nada», le sugirió.

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