¿Estrés al estar desconectado? Puedes tener adicción a Internet

Estamos en una época en la que nos empeñamos en ponerle a todo etiquetas y una que está muy de moda en los últimos años es la adicción a la tecnología, y más concretamente, a internet.

Si bien es cierto que cualquier heavy user sonríe sólo con oír mencionarlo, no lo es menos que desde el año 1999 corren ríos de tinta en publicaciones científicas hablando sobre esta adicción denominada IAD (Internet Addiction Disorder).

Pero ¿Existe realmente este desorden? Y en caso de que así sea, ¿cómo y cuándo puedo detectar que mi modus vivendi cruza la línea fronteriza que separa la normalidad de la adicción? Es una respuesta realmente compleja y hay todo tipo de teorías; quizá lo mejor sea siempre aplicar la lógica y preguntarnos si podemos vivir sin consultar compulsivamente nuestro correo electrónico, chatear con nuestro Messenger o interactuar en nuestra red social favorita sin que eso nos cree el más mínimo estrés.

Jóvenes de todo el mundo llevan años sustituyendo sus hábitos de ocio, antaño anclados al salón de la casa por medio del televisor, en un nuevo tiempo que les hace estar conectados a la red muchas horas al día. Otro ejemplo claro, es ver como las largas conversaciones telefónicas de adolescentes han migrado radicalmente en los últimos 10 años hacia la interacción en redes sociales y los servicios de mensajería instantánea. Eso en sí mismo no representa un problema ni es un síntoma preocupante, es simplemente una seña de identidad de una nueva generación, la primera generación nativa digital. Las señales de alarma deberían empezar a encenderse cuando ese hábito, esos largos tiempos de conexión empiezan a sustituir el trato personal con las personas de alrededor hasta el punto de cambiar y limitar a el individuo o incluso, generar una doble personalidad online-offline. Si el tiempo frente al monitor anula la socialización del individuo es necesaria una reflexión porque es posible que se esté empezando a cruzar el camino que separa la percepción de lo real y lo virtual.

Los síntomas que deben alertarnos y hacernos reflexionar son los siguientes:

Necesidad de incrementar el tiempo conectado para tener una satisfacción real. Síndrome de abstinencia. Necesidad de conectarse diariamente, estrés ante la incapacidad de hacerlo en determinados momentos. Cese de actividades habituales, especialmente las relacionadas con el ocio a causa del uso de internet. Problemas de insomnio, maritales, abandono de obligaciones profesionales. Distorsión de emociones, confusión entre los sucesos virtuales y el mundo real.

Hay descritos decenas de miles de casos de adicción a internet, a la tecnología en general y muy particularmente a los videojuegos, y curiosamente existe una mayor proliferación de estas patologías en Estados Unidos y Asia; en Europa hay muchos menos casos descritos.

Los últimos estudios realizados al respecto hablan que un 8-9% de la población internauta podría padecer algún tipo de anomalía en su relación con el medio digital, pero es importante resaltar que internet no produce en sí mismo desordenes o adicciones. Sí lo pueden hacer el uso irracional de los distintos servicios que ofrece la red como los chats, las compras online, las redes sociales, la búsqueda de información…

El mero hecho de estar muchas horas conectados no determina que tengamos un problema en sí mismo, de hecho caminamos hacia una conexión total en dispositivos fijos y móviles y eso, en ningún caso nos convertirá en adictos siempre que sepamos controlar nuestros impulsos. La lógica es la clave.

Alejandro Suárez Sánchez-Ocaña CEO Ocio Networks

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