Memoria rural. No todos los pagos son iguales

Tradiciones resisten el paso del tiempo

La lectura urbana pone a toda la ruralidad del país en el mismo plano, la entiende toda igual. Sin embargo tiene sus particularidades, muchas veces asociadas a la nacionalidad de los colonizadores que se mezclaron con los habitantes originales.

«Lo que más me gusta de Barriga Negra es el paisaje, que ha perdido un poco el encanto por la forestación», comentó Alicia Arrillaga, directiva de una organización ruralista. Varias empresas de gran porte, nacionales y extranjeras, han extendido sus bosques entre la otrora cerrillada; el paisaje original ha cambiado, ese que Morosoli decía que se iba tragando al hombre que lo habitaba, hasta hacerlo parte de sí mismo.

«Cuando pasó la luz de Mariscala hacia Polanco, yo le dije a mi madre que Barriga Negra había perdido el encanto de ser un paisaje no tocado por la mano del hombre», tierras fértiles que, hasta hace pocos años, aún estaban casi sin modificar, un privilegio del espacio vacío que es nuestra pampa, contó Arrillaga.

 

Una tierra

La integrante de la Sociedad Francisco A. Cal destacó la calidad de la gente de su pago, los viejos vecinos y los nuevos que se han adaptado a un ser colectivo amable y servicial, aseguró. Era una tierra muy poblada, pero «cuando mi padre era niño había muchas familias que han ido dejando el campo», dijo.

Aún quedan rastros de la sociedad de los viejos tiempos, como las canchas de pelota de mano. «En un radio de cinco kilómetros hay cinco frontones. Era el deporte que se practicaba. Acá son todos vascos», relató.

El juego de pelota en el frontón fue muy importante y los domingos se organizaban campeonatos con gran número de jugadores de muchos lados, e incluso las apuestas acompañaban también el vértigo de la pelota vasca.

 

Personajes

En la historia de la zona hay relatos de personajes típicos que han ido nutriendo con sus ocurrencias los días de Barriga Negra. Es el caso de Erico Acosta, un poblador que vivió hasta la década del noventa del siglo pasado. «Tenía una quinta muy grande. Era muy generoso y tenía idas muy locas, ocurrencias que hacía para experimentar: trasplantaba paja, o las plantas de papa cuando estaban muy viciosas. Una vez tuvo la ocurrencia de querer hacer fundir a la fábrica de alpargatas de Montevideo, fabricando alpargatas con madera de álamo», contó.

 

Memoria

Barriga Negra tiene lugares históricos que aún podrían rescatarse. Es el caso de la pulpería de Nilo Martínez, donde se filmó la película «Los albañiles de los Tapes», basada en la novela de Morosoli, un lugar que luego de la muerte de Martínez nunca fue lo mismo, comentó Arrillaga.

Otro sitio histórico es en la tapera de la «Comisaría vieja», un edificio donde en sus orígenes funcionaba una posta de dirigencia que, según cuentan algunos, unía Montevideo con el noreste del país. Vaguedades que quedan sin registro histórico, mientras las paredes se hunden entre el pasto, consecuencia de ser un pueblo que tiene grandes dificultades con su memoria, que se tienta con lo que viene desde afuera, desde modas hasta modelos de desarrollo, de Europa hasta Oceanía. Arrillaga reflexionó si no es posible avanzar, acompasar el paso del tiempo y a la vez recordar, mantener y cuidar lo que viene desde el fondo de la memoria.

 

La fiesta

La sociedad de la que Arrillaga es directiva vive una especie de refundación. Gente joven ha tomado las riendas de la institución y consiguió reformar su sede social, poner corriente eléctrica y concretar beneficios. Nuestra campaña es de por sí una joya cultural que vive a base de las tradiciones camperas.

«Está de moda hacer criollas, pero nosotros hicimos pencas; una criolla lleva mucho trabajo. Conseguimos un vecino que nos dio potros para que cada uno preparara. Hicimos carreras de potros, carrera de personas y, en el baile, concursos de tango y de cumbia», relató.

En el correr del día la gente se divierte con varias actividades y apoya con la compra de asado con cuero y repostería que hacen las vecinas. «Rematamos un mesa servida. Todo lo que es tradicional, tratamos de recuperarlo», aseguró.

Se puede tener Internet, celular o lo que sea y al mismo tiempo hacer un concurso de pial en el beneficio, jinetear vacunos, o escuchar el folklore de los músicos criollos, aseguró Arrillaga.

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