¿Se pueden hacer negocios hoy en día?

La respuesta parece obvia. Sí, hoy en día claro que se pueden hacer negocios, pero si analizamos un poco más en profundidad la cuestión, veremos que no.

No de una manera tan sencilla como se debería de poder hacer.

En el momento en el que los datos del paro alcanzan proporciones históricas, y es la principal preocupación de millones de familias en todo el mundo, el fomento de las oportunidades de negocio y la actitud emprendedora deberían ser la base fundamental sobre la que cimentar la recuperación económica para que ésta sea estable y sostenible.

El Índice Doing Business, dependiente del Banco Mundial, mide detalladamente desde hace años el grado de facilidad para hacer negocios en 183 países. En este informe los datos de España, mi país, no son nada halagüeños, ni por la evolución del país, ni por su posición actual respecto a países de nuestro entorno. Y sucede parecido en muchos países Latinoamericanos.

A nivel global, España se clasifica en el número 62 en facilidad para hacer negocio en 2010, habiendo perdido 11 posiciones respecto a la edición anterior (en la que ya teníamos una clasificación más que discreta), muy lejos de la posición que le correspondería, siendo nuestro país una de las principales economías del mundo.

Esto quiere decir que para los analistas del Banco Mundial es preferible durante 2010 emprender un negocio en países desarrollados como Estados Unidos, Reino Unido, o Japón. Hasta aquí nada reseñable, pero también otros países como Corea, Suráfrica, Chipre, Tonga o Mongolia están por delante en la clasificación de la facilidad para emprender y hacer negocio.

Este índice de comparación mide la facilidad para empezar a emprender, para contratar, la facilidad a la hora de afrontar los trámites administrativos, registrar propiedades, obtener créditos, pago de impuestos o índice de protección y cumplimiento de contratos.

Uno de los principales frenos a la actividad económica suelen ser las pesadas trabas burocráticas que tienen los emprendedores para poder poner en marcha cualquier iniciativa.

En un escenario en el que se intenta desde la administración incentivar que surjan proyectos innovadores y fomentar la aparición de emprendedores que generen empleo, es absurdo que luego ese esfuerzo público en fomentar la figura del emprendedor caiga en saco roto ante las enormes trabas burocráticas que limitan la actividad económica y empresarial y que lastran a muchos sectores no sólo en la generación de demanda interna, sino también en la competitividad para la instalación de empresas extranjeras, que cada vez elijen otros mercados emergentes como pueden ser Irlanda, Rumania o Polonia.

No es de recibo que, por ejemplo en España, los trámites para abrir una empresa nos lleven a una media de 10 procedimientos administrativos y 47 días de media, mientras que en los países de la OCDE la media se encuentra en 5 procesos y 13 días. Seguimos en los tiempos del ?vuelva usted mañana?. Es el momento de exigir que se agilicen y faciliten todos estos procesos, el gobierno y las comunidades autónomas tienen una asignatura pendiente y, aunque todos los años se anuncian medidas para simplificar los trámites administrativos en la apertura de empresas, aún estamos años luz de los países más avanzados, de hecho, estamos en el furgón de cola por detrás de casi todos los países de nuestro entorno.

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