Escuela de rock se convirtió en un proyecto social en el Cerro de Montevideo

El Cerro se agitará esta noche en el Teatro Florencio Sánchez desde las 21.00, cuando las bandas de rock de aquella barriada se presenten en público en un festival. Este corresponde a «La Escuela de Rock», un proyecto cultural que atrajo la atención de músicos de este género en crecimiento, así como de toda la sociedad cerrense.

Los participantes de las seis bandas (hasta ahora amateur) recibieron educación musical, apoyo técnico y la posibilidad de grabar por primera vez sus canciones. El programa comenzó como un proyecto cultural pensado para dar apoyo a bandas de rock, y hoy aspira extenderse a todo el país con un fin social, educativo y cultural, explicó uno de los mentores, el productor Ernesto Izquierdo. «Escuela de Rock» es un programa de Ciudadanía Cultural de la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación y Cultura que se realiza junto a El Abrojo, indicó Izquierdo. Desde la Usina Cultural del Cerro en julio comenzó una experiencia que hoy tendrá una de sus pruebas más importantes. Miguel Lago, bajista de «Infinitamente perceptiva», explicó que «la experiencia fue muy favorable, ya que nos permitió aprender, y además obtuvimos un importante apoyo con la grabación». El principal objetivo es la formación y capacitación de jóvenes en aspectos pedagógicos, técnicos, musicales y metodológicos que les permitan adquirir nuevas herramientas para desarrollar y proyectar sus bandas al mismo tiempo que se estimula la convivencia y el trabajo en equipo.

Las bandas «Notoka», «Jaque Mate», «Falta un Boom Plan» «0 (dos puntos cero)» «Infinitamente perceptiva», «Los Guardianes», y «The Pitangous» presentarán sus temas. Cada una grabó dos canciones para el disco que se presentará.

Músicos consagrados del rock se acercaron para «dar una mano» explicó Izquierdo. Entre ellos estuvieron Sebastián Teysera, vocalista de «La Vela Puerca», Gustavo «Topo» Antuña (guitarrista de «Buenos Muchachos»), Pablo «Sónico» Gómez (baterista de «The Supersonicos») y Max Capote, quien ofició de técnico, en el APEX Cerro, para la grabación del disco.

En el barrio la repercusión del proyecto despertó el interés de los vecinos, incluyendo las radios comunitarias de la zona y el Teatro Florencio Sánchez, entre otras instituciones.