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Cómo detener corriente migratoria de médicos y enfermeros

Esta actividad, organizada por el Ministerio de Salud Pública, la OPM y la Escuela Andaluza de Salud Púbica, cuenta con el apoyo de la Unión Europea y busca «integrar al máximo las acciones y obtener las mayores sinergias con las estrategias regionales y nacionales» y se desarrolla en el Centro de Estudios en Seguridad Social, Salud y Administración del BPS.

Este tercer encuentro es la continuidad de un trabajo que comenzó en 2006, en oportunidad de reunirse en Colonia, Uruguay, la Conferencia Iberoamericana de Ministros de Salud. A partir de entonces, Uruguay quedó responsabilizado de armar un grupo de trabajo sobre el tema migraciones de los recursos humanos en el sector salud.

El trabajo del grupo permitió realizar un diagnóstico de la situación que muestra a EEUU y Canadá como países atractores de médicos y enfermeros de Centroamérica, y a España, Italia y Portugal como destinos preferidos por los profesionales sudamericanos; dentro de la región, Chile se ha convertido en otro polo de atracción.

La OMS y la OPS han aprobado un código de prácticas para tener normas éticas para el reclutamiento del personal sanitario, de modo de evitar la «rapiña» practicada por los países del norte, que deja a los países donde se formaron los profesionales desprovistos de recursos humanos en el área salud, lo que causa desequilibrios estructurales. Se entiende que la migración es una fuerza positiva para el desarrollo de los países, siempre y cuando se realice de forma ordenada.

El titular de Salud Pública, Daniel Olesker, expuso la realidad uruguaya, recordando que la izquierda heredó una situación generada durante la década de los noventa, «una década perdida en materia de formación de recursos humanos y de desarrollo del sistema sanitario, en la que primó el criterio de que la salud es una mercancía regulada por el mercado». Eso significó el colapso del sistema público de salud, el cierre de un 25 o 30% de las empresas privadas prestadoras de servicios de salud, y la pérdida de más de 4.000 puestos de trabajo, así como la caída de más del 30% del salario real.

Según Olesker, hoy existe una visión estratégica diferente. Y si se quiere actuar sobre el problema de las migraciones de profesionales de la salud, hay que ver las causas del fenómeno. Obviamente, las corrientes van de los países pobres a los ricos, de zonas rurales a las urbanas, del sector público al privado.

Hay cinco factores que los profesionales tienen en cuenta a la hora de decidir emigrar: el salario; la estabilidad laboral; las condiciones de trabajo; las posibilidades de desarrollo profesional; y los riesgos, que van desde el de vida hasta el de enfrentar juicios por mala praxis (la «medicina defensiva»).

Con estos datos, se han dispuesto ciertas medidas que están dando algún resultado en cuanto a estabilizar el proceso migratorio. En primer lugar, desde el 2005 decidieron «dar a la política de recursos humanos del sector salud un grado de jerarquía», señaló Olesker. En segundo término, se puso énfasis en establecer un vínculo estratégico con los formadores de recursos humanos, que tienen autonomía técnica, administrativa y financiera. «Había un divorcio entre la formación de recursos humanos y la necesidad de recursos humanos del sistema», aseguró el ministro.

Se creó, entonces, una comisión mixta entre la Universidad de la República (que forma el 95% de los profesionales de la salud) y el MSP con una perspectiva de formación no solamente de médicos y con el objetivo de definir un plan estratégico de qué recursos humanos necesita el sistema para los próximos 20 años. Finalmente, se encuentra la nueva ley de residencias médicas por la que se estableció que las personas que hacen una residencia deben quedarse por el mismo tiempo en el prestador de salud en el que la han realizado.

Se trata de respuestas estructurales, pero también se han atacado las causas superficiales. Se incrementaron los salarios y se llegó a que la remuneración promedio del sector público sea igual –y en muchos casos superior– que la fija el laudo del sector privado. Esto ha revertido la tendencia, y hay una corriente desde el sector privado hacia el sector público, fundamentalmente de enfermeros y otros profesionales no médicos.

También se ha terminado con el multiempleo y actualmente hay estabilidad, «una estabilidad con crecimiento», que ha llevado a un déficit de oferta, por ejemplo en médicos de cabecera. Asimismo, ha habido mejoras en las condiciones de trabajo (la rebaja de seis a cuatro pacientes por hora).

«Estamos intentando dar respuestas –aseveró Olesker– globales, integrales a una visión estratégica sobre los recursos humanos en materia de salud, con el criterio de fortalecer el bienestar de los trabajadores, porque nosotros no queremos ser sólo un país rico, queremos ser un país feliz. Y la felicidad no se basa solamente en el salario o en trabajar 18 horas por día para después poder llenar la casa de bienes de consumo; también se basa en la capacidad de sentir que lo que uno hace le reporta, además de un salario que le permite una vida digna, un bienestar».

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