Transporte. De las dos ruedas a las cuatro ruedas

Alquiler de autos eléctricos en París

Es la versión automovilística del Vélib’ (la bicicleta de alquiler). A partir de otoño, los turistas y los vecinos de París podrán alquilar un vehículo eléctrico de autoservicio durante un periodo muy breve para atravesar la ciudad y su periferia. Al igual que con el Vélib’, los usuarios podrán tomar prestado un coche en una estación y devolverlo en otra.

Para este proyecto, lanzado por el municipio de París y cuya licitación ganó el grupo Bolloré, la capital ha pensado a lo grande: un parque de 3000 coches eléctricos distribuidos por un millar de estaciones, situadas en París y en alrededor de cuarenta municipios vecinos. Se trata de una experiencia inédita por su alcance, cuyo objetivo es fomentar que los parisinos dejen a un lado su vehículo propio al ofrecerles el uso puntual de un coche, que además es ecológico y económico. El abono costará 12 euros al mes, y se cobrarán 5 euros por la primera hora de uso. Este pequeño coche urbano parisino está equipado con una batería de polímero de litio fabricada en Bretaña, una región del oeste de Francia. En realidad, el coche compartido no es un concepto nada nuevo para los parisinos. Las empresas Caisse Commune, Okigo, Mobizen y Carbox ya prestan un servicio de alquiler de coches durante media hora o una hora en la capital. Basta con reservar el coche por Internet y recogerlo en uno de los aparcamientos de la ciudad. La verdadera novedad radica esta vez en el autoservicio: se puede tomar prestado un vehículo en una de las estaciones y devolverlo en otra. Ello supone una ventaja que probablemente interese a numerosos usuarios, ya que el 58 % de los parisinos no están motorizados, y dos terceras partes de ellos han manifestado su interés por el proyecto. En Francia, una veintena de municipios ya han implantado con éxito dispositivos similares; estos no ofrecen realmente autoservicio (la posibilidad de tomar prestado un vehículo y devolverlo en estaciones diferentes), sino más bien un uso compartido de coches. Se toma prestado el vehículo para dar una pequeña vuelta y se vuelve a dejar en su sitio unas horas más tarde. Es el caso de Lille, Rennes, Burdeos, Toulouse, Lyon o La Rochelle, ciudad pionera en lo que se refiere a los transportes ecológicos, que utiliza este sistema desde hace diez años. Besançon, Estrasburgo, Montpellier, Chambéry y Marsella también han puesto en marcha un sistema de uso compartido de automóviles, al que han bautizado con nombres como Carliberté, Autotrement o Autocité. Estos intentos son todavía tímidos: en La Rochelle, la red de automóviles compartidos incluye 50 coches eléctricos distribuidos entre 7 estaciones. Los beneficios económicos de estas fórmulas son innegables: dado que el uso de los conductores de la ciudad está por debajo de 10000 km al año, compensa claramente más compartir automóvil que utilizar un vehículo particular. Además, esto evita a los ciudadanos tener que preocuparse por el mantenimiento o el aparcamiento. Alemania, los Países Bajos y la mayoría de los países del norte de Europa han puesto en marcha servicios de alquiler de duración breve. La empresa americana Zipcar se ha implantado en alrededor de sesenta municipios de Estados Unidos, y alquila su flota automovilística tanto a empresas como a particulares. De un modo más experimental, Japón ha puesto en circulación en Tsukuba, una ciudad universitaria y centro de investigación situada a cincuenta kilómetros de Tokio, una flota de tres vehículos que se recargan con la energía solar producida por una instalación fotovoltaica. El uso compartido de automóviles y su versión de autoservicio son las opciones del futuro, pero todavía resultan bastante poco rentables. El sistema es muy costoso, especialmente si se utilizan coches eléctricos. Para que sea viable, Autolib’ deberá alcanzar los 200000 abonados, un objetivo que muchos consideran excesivamente ambicioso. Los ecologistas, por su parte, temen que el sistema de autoservicio obligue a que circulen más camiones para redistribuir los coches por las estaciones vacías. En París, en cualquier caso, las obras arrancan en abril.

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