Ruleta. La tendencia de los hombres a rehuir al médico los expone a peligros tan importantes como evitables

Cuando la masculinidad puede matar

En algunos casos, la supuesta virilidad puede ser un arma de doble filo.

La expectativa de vida de los varones uruguayos es siete años y cuatro meses inferior a la de las uruguayas. Y no es casualidad: son poco proclives a concurrir al primer nivel de atención, el estrato del sistema sanitario que es vital para elaborar estrategias de prevención y promoción de salud. Estereotipos de género y fallas de las instituciones a la hora de captarlos serían, según un estudio, las causantes del escenario que expone a los hombres al peligro de sufrir serios percances para su bienestar.

 

Espiral descendente

El epidemiólogo Wilson Benia, asesor de la División Salud de la Intendencia de Montevideo (IM), realizó un material que se alimenta de diferentes fuentes para brindar un panorama de la situación y será presentado en abril, en el marco de un foro virtual sobre el tema organizado por una ONG estadounidense.

Las cifras utilizadas por el especialista son más que claras. Por ejemplo, la distribución por género de los usuarios de la Red de Atención del Primer Nivel de Montevideo de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE) en 2008 marca que, de 261.500 personas que consultaron, solo el 40% eran hombres.

La edad es una variable importante a tener en cuenta ya que hasta los 14 años la proporción es similar, mientras que entre los 15 y los 19 años comienza a haber una disminución en el porcentaje de varones. A partir de la segunda década de vida los hombres que acuden al servicio rondan el 35% del total de consultantes, lo que refleja que el panorama es más complejo desde la adolescencia hasta las edades medias de la vida.

En consonancia, según datos de la distribución de las personas atendidas en las policlínicas de la IM en 2009, el rango de edad más complejo es el que va de los 20 a los 64 años. En ese tramo etario las mujeres que consultaron fueron más de 14.000 mientras que los hombres apenas se aproximaron a los 6.000.

 

El peor momento

Benia hizo hincapié en que el momento de la vida en el que los varones acuden menos al médico es muy importante para la salud, porque es un tiempo propicio para detectar factores de riesgo para enfermedades cardiovasculares, cáncer, gastritis o pérdida de agudeza visual, entre otros problemas sanitarios. En el caso de las primeras, principal causa de muerte en nuestro país, el epidemiólogo recordó que las señales de alerta (hipertensión, colesterol alto, diabetes, tabaquismo, consumo de alcohol, obesidad y sobrepeso) se notan entre los 25 y 45 años de edad y, en caso de ser detectadas, se puede trabajar para evitar que el sistema vascular sea agredido.

Sin un control periódico no se pueden hacer diagnósticos precoces y por ello los hombres se aproximan al sistema sanitario cuando ya sufren patologías que se hallan en estadios avanzados. Se da así una «urgentización» de las consultas masculinas. Por ejemplo, para las patologías del árbol vascular, el contacto con el galeno puede darse cuando se produjo el primer infarto.

El problema podría mejorarse con una visita a un profesional cada dos años, indicó Benia. En contraste, muchos uruguayos sólo asisten a consulta cuando sienten un malestar muy fuerte. Una vez que se resuelve el inconveniente en el servicio de emergencia, la persona pierde el contacto con el sistema sanitario. En muchos de esos casos, lo único que se consigue es «resolver el síntoma y no la enfermedad», explicó.

Un estudio llevado a cabo por el Sindicato Médico del Uruguay y Equipos Mori en 2006, citado por el especialista, refleja las claras diferencias entre los motivos para atenderse entre los géneros. Por molestias indefinidas el porcentaje de consultas femeninas casi dobla al de varones, 34% contra 19%, mientras que por controles regulares los porcentajes son de 33% y 50%, respectivamente.

Asimismo existen divergencias en la modalidad de atención preferida. El médico de cabecera permanente es requerido por el 60% de las mujeres y el 52% de los varones, mientras que las cifras de galenos que se eligen en cada ocasión son de 38% y 47%, respectivamente.

Esta forma de acercamiento de los hombres es también desventajosa ya que el médico de cabecera puede desarrollar una atención longitudinal por los diferentes momentos de la vida, lo que le permite conocer más al paciente y tener su confianza. En contraste, por su patrón de consulta, el hombre no aprovecha ese servicio. Eso agrava su bienestar y deja el campo libre a variadas patologías que, una vez que se manifiestan, obligan a, en lugar de médicos generales, recurrir a especialistas.

Ante este panorama no es extraño que la expectativa de vida de los uruguayos llegue a 72,2 años, mientras que la de las uruguayas es de 79.6 años. «Morimos antes por una cadena sencilla: más conductas de riesgo, menos consulta al médico, menos cuidado, enfermedad y muerte precoz», explicó.

 

Espejismo de invulnerabilidad

Como todo fenómeno social, la tendencia de los hombres a evitar los chequeos médicos del primer nivel de atención es multicausal, pero Benia propone algunas líneas que pueden ayudar a su comprensión.

Por una parte, está el modelo hegemónico de masculinidad, es decir, la forma predominante de construcción de la subjetividad masculina. Entre esas redes de significados que toman forma en los varones están los que marcan que se debe proveer a la mujer y a la familia o que la enfermedad es un sinónimo de fragilidad.

Esta imagen de invulnerabilidad hace que algunos uruguayos tiendan a no dar relevancia al autocuidado, conducta supuestamente femenina, y a exponerse ­y exponer a otros- a conductas de riesgo como conducir alcoholizados o mantener relaciones sexuales sin protección.

El contacto con un profesional de la salud es eludido asimismo porque puede derivar en el hallazgo de algo anormal, lo que quiebra en añicos la imagen de indestructibilidad y apareja su contracara: el miedo al deterioro.

Como señaló Benia, cuanto menor bagaje cultural posea el individuo, ese modelo se manifestará de forma más simple y dura.

 

Fuera de foco

Otra variable a considerar es que los servicios tienen «poco lugar para los hombres», explicó el especialista. De esta forma, la atención solo se fija en ellos cuando son recién nacidos o lactantes, cuando su pareja sufre de enfermedades de transmisión sexual o se dan eventos de violencia doméstica o cuando son portadores de alguna patología crónica diagnosticada y con tratamiento interrumpido, sin enfatizar en otras etapas vitales importantes.

Incluso la estética y los mensajes emitidos por las instituciones dejan de lado a los usuarios masculinos adultos y se centran en la niñez, la adolescencia, las mujeres, el binomio madre-hijo y la tercera edad.

De acuerdo al material, tampoco ayudan a variar el escenario ciertas características funcionales de los servicios como los horarios de funcionamiento que coinciden con la jornada laboral, las largas colas para sacar número o la poca difusión de los programas de salud para adultos.

Benia aclara que no está mal que se haga foco en mujeres y niños, pero eso no justifica que no se lo haga también en los hombres. «Debería existir un complemento», sentenció.

 

Posibles caminos

Según Benia, una de las vías para revertir la preocupante realidad es atender a la especificidad de género a nivel sanitario. Ello implicaría enfocarse en las necesidades específicas que tienen los hombres, involucrarlos en discusiones sobre la tendencia a realizar conductas peligrosas y brindar estímulos adecuados para promover estilos de vida saludables.

También se debería superar el modelo materno-infantil en la estructura y organización de los servicios sanitarios y apuntar a uno integral que articule tanto los programas como las prestaciones dirigidas a ambos géneros.

Otra propuesta tiene que ver con capacitar al personal de salud en perspectiva de g
énero con énfasis en la atención de los hombres.

Te recomendamos

Publicá tu comentario

Compartí tu opinión con toda la comunidad

chat_bubble
Si no puedes comentar, envianos un mensaje