LOS COTIDIANOS PAISAJES DE MARGINACION SOCIAL

En un tiempo histórico en el cual la literatura ha devenido cada vez más en negocio y en un entretenimiento baladí que clona recetas de probada eficacia comercial, es poco frecuente encontrar libros escritos desde la inspiración y el talento.

La oposición, muy en boga, de calidad contra valor de mercado y la tendencia a entender la superficialidad y la falta de originalidad como sinónimos de mero pasatiempo, está devaluando seriamente el desprestigio de la literatura como arte.

Esta búsqueda de la forma en detrimento del contenido y de la evasión en desmedro de la calidad, ha generado la entronización de prestigiosos autores, que no son más que copistas, más o menos eficaces, de obras de probada éxito de ventas.

Sin embargo, analizando la historia de la literatura, encontraremos libros, considerados clásicos varias décadas o incluso siglos después de su publicación, que lograron conjugar la agilidad narrativa con el interés del lector, el talento y el buen oficio.

Emblemáticas novelas como el anónimo «Lazarillo de Tormes», una de los más grandes exponentes no sólo del género picaresco, sino de la literatura en general, son elocuentes pruebas que una obra puede ser entretenida, humorística y, al mismo tiempo, ofrecer una prosa de calidad impregnada de compromiso social.

Este es el caso de «Marginautas», del escritor uruguayo Adolfo Guidali Etcheverry, quien, inspirándose en la más rica tradición de la novela picaresca española, propone un trabajo rico en matices, en el cual no falta el humor, la ternura, el drama y una descarnada visión sobre un mundo para muchos desconocido.

El escritor ambienta su historia en un país llamado El pozo, en un claro homenaje al gran Juan Carlos Onetti, cuya capital es Nostalgia. Sin embargo, es perfectamente reconocible nuestro país y, más que nada Montevideo, como marco de una narración cuyos protagonistas son empedernidos perdedores.

Un ladrón de escasa monta, apodado Rulito, con ínfulas de ganador y delirios de grandeza, que lo llevan a creerse hijo del mítico Carlos Gardel, es el personaje central de un relato con marcados ribetes picarescos, que sirve de excusa para narrar la peripecia existencial un puñado de irredentos marginales, sus sueños, esperanzas y cotidianos padecimientos.

La principal virtud del creador es retratar a sus personajes en su sencillez y sus más hondas miserias, sin arengas moralizantes ni panfletarios discursos.

Mediante una prosa ágil y bien estructurada, el autor construye un paisaje literario árido y oscuro, que mixtura el drama con la comedia, siempre con un tono ácidamente desencantado.

A la manera de la venerable tradición de la picaresca española, el protagonista de la historia es un marginal que se las rebusca como puede para sobrevivir, robando, timando e inventando fantasías que, muchas veces, el mismo termina por creerse.

En «Marginautas», Adolfo Guidali Etcheverry elabora una novela disfrutable, que mixtura, con plausible oficio, el drama con el humor. Esta es una historia de desposeídos, que no tienen más posesión que sus persistentes utopías.

(Edición Universidad Veracruzana)

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