INFORME. HAY UN PROMEDIO DE 105 ALLANAMIENTOS MENSUALES A "BOCAS"

El infierno de la pasta base visto desde sus entrañas

Su hija de cuatro años y un espejo la salvaron. Karen se despertó, miró a la niña y se miró embarazada de ocho meses. El espejo era de lo poco que todavía le quedaba en la casa.

Referente ineludible de la cultura uruguaya y también argentina, Morales dejó en claro su postura sobre el periodismo en la región, habló de ese lazo que nunca se corta con la patria de origen y explicó por qué estuvo a punto de volver a Uruguay en 1999 pero no pudo por la «intolerancia».

Muchas cosas las había vendido para comprar pasta base, también había robado y se había prostituido. La noche anterior su compañero la había atacado y la niña se había puesto en el medio gritándole: «No mates a mamá». Recordó su propia infancia de violencia y abandono. Esa mañana cambió su vida. Gabriel todavía no alcanzó esa voluntad. Perdió su empleo porque la tarea de conseguir los 30 pesos para la otra dosis no le dejaba tiempo para trabajar. A veces anda a la una de la madrugada tratando de vender a 100 pesos un par de championes que vale 2.000 pesos, o con un surtido de harina, aceite y arroz, intentando cambiarlo por 50 pesos. Estuvo tres meses internado; en ese tiempo no consumió, pero volvió al barrio, a la casa de sus padres, a la esquina, a la «boca». Gabriel es una de las tantas víctimas cuya vida gira en torno a la «boca».

En Montevideo hay un promedio de 105 allanamientos mensuales a «bocas» de pasta base a cargo de Orden Público de Investigaciones y los equipos especiales de la Dirección de Seguridad de Jefatura. En doce meses se cerraron 595 «bocas».

Pero hoy decir que una «boca» se cierra es casi una falacia. Su proliferación impresiona aun a los que trabajan en el tema día a día. «Hay familias en las cuales es procesado el hombre por la venta y sigue vendiendo la esposa para pagar el abogado y cae la mujer y sigue vendiendo el hijo», contó a LA REPÚBLICA Lino Pereira, director de seguridad de Jefatura. En algunos casos hasta la abuela siguió con el «negocio».

En Montevideo hay un promedio de 480 procesados por año por suministro o tenencia de esta droga. Los jueces de turno se ven desbordados por las solicitudes de allanamiento que deben atender. «No es raro cerrar «bocas» varias veces en el mismo lugar. Tenemos casos así en las calles Maldonado, Maciel, Madrid, Juan Carlos Gómez, Paraguay, Martínez Trueba, etcétera. A los pocos días abren, a veces a las pocas horas porque la demanda que hay para su consumo es impresionante», contó a LA REPÚBLICA Fabián Fagúndez, jefe de Orden Público.

«Estuve tres días consumiendo sin parar, cada 10 minutos, lo que dura el efecto, había que conseguir otros 30 pesos», dice Karen (26) mientras le hace «caballito» en la falda a su hija de un año. Este aplastante poder adictivo se debe sobre todo a la forma en que se la consume. «El hecho de que sea fumada explica su potencial adictivo. Su euforia es más fuerte que la de la cocaína y también su recaída, con angustia y ansiedad. Así, para escapar al estado de angustia, comienza el ciclo de consumo ininterrumpido», aclaró Antonio Pascale, médico toxicólogo.

 

Perros

Gabriel asegura que nunca rapiñó pero ha sido «perro» de alguna «boca». «Todas las «bocas» tienen «perros», es una de las dificultades que encontramos para llegar. Son consumidores que están en la esquina y cuando ven algo raro avisan con un silbido, un grito y hasta por celular. Se les paga con algunas dosis», cuenta Fagúndez. Es apenas una de las dificultades que los investigadores tienen para hallar pruebas. «A veces llegamos y no encontramos la droga. Se encuentran balanzas, los envoltorios de las dosis y, por ejemplo, 5.000 pesos en monedas producto de la venta, todas pautas de que no nos equivocamos, pero la droga ya desapareció», dice Pereira.

«Darles un minuto ya es demasiado, tienen un sistema montado para descartar la droga. Si no lograste en la investigación saber dónde la vas a buscar, es muy difícil encontrarla. Trabajan con pequeñas cantidades y las tiran por el inodoro, a una casa vecina, o la esconden en la rueda de una bicicleta, el caño de un ‘lluvero’, lámparas, muñecas, siempre estamos descubriendo lugares que uno ni se imagina».

La enorme mayoría de las «bocas» funciona de noche, cuando no se puede hacer allanamientos. De mañana la droga ya está a buen recaudo, muchas veces fuera del predio para el que se solicitó el allanamiento. «Ahora la zona del Mercado Agrícola está bastante limpia pero antes para hacer un procedimiento eficaz había que pedir allanamientos para toda una manzana porque estaban todas las casas interconectadas», apunta Fagúndez.

Para que el golpe sea efectivo es necesario entrar a la casa o al comercio que muchas veces encubre el verdadero negocio. La detención de algún consumidor afuera es ociosa porque nunca aportan la identidad del vendedor y ni siquiera pasan a juez. Los consumidores, con lógica de adicto, protegen a su proveedor.

«Antes las dosis eran de medio gramo, ahora es común que tengan una décima de gramo. Diez gramos, lo que pesa una ‘tiza’, dejan una ganancia de 1.500 pesos», comenta Fagúndez, que cuenta con 60 policías para cubrir todos los turnos. Las denuncias en las seccionales o por el 0800 2121 llueven. Orden Público maneja una base promedio de 1.000 denuncias.

El negocio es redituable y los clientes no faltan. La lucha de los investigadores es frontal pero a pulmón. Hacen falta desde filmadoras capaces de ser ocultadas hasta móviles.

La incautación de pasta base ha venido creciendo año a año. Las «bocas», los procesados, las familias destrozadas y los adictos que buscan rehabilitarse, también.

En 2007 se incautaron 71,512 kilos, en 2010 fueron 288,636 kilos. Hasta marzo de este año se requisaron 27,166 kilos, una cantidad que de mantenerse registraría la primera baja en la estadística de incautación de los últimos cuatro años. ¿Es el vaso medio lleno o medio vacío?

Te recomendamos

Publicá tu comentario

Compartí tu opinión con toda la comunidad

chat_bubble
Si no puedes comentar, envianos un mensaje