Muchas mujeres y pocos hombres en la docencia

Un informe de la Unesco sobre el nivel de los docentes en nuestro continente revela que en Uruguay y Argentina hay un gran predominio de cantidad de mujeres sobre docentes hombres. En ambos países el «trabajo natural» de la maestra respondería a una visión «históricamente asignado a las mujeres en relación a su rol materno».

Mientras que en nuestro continente hay un promedio de 2,6 mujeres docentes por cada maestro o profesor hombre, en Uruguay el promedio es de un profesor o maestro varón por cada 15 maestras mujeres. Estos datos fueron presentados por el Sistema de Información y Tendencias Educativas en América Latina (Siteal), órgano de información estadístico y analítico de la educación en nuestro continente para la Unesco.

En el informe destaca que tanto Uruguay como Argentina (que tiene un docente hombre cada once mujeres) tienen un «alto predominio de mujeres frente a hombres que se dedica» a esta profesión. Según el estudio «es probable que el fuerte predominio femenino siga reflejando la herencia del pasado, en donde las posibilidades de inserción en el mercado de trabajo de las mujeres de los estratos medios estaban restringidas a menos opciones». Destaca que en Uruguay y Argentina -el plantel está prácticamente monopolizado por maestras­ aunque «pareciera presentarse una incipiente tendencia a una mayor participación de varones en el oficio». Recomiendan que en los países donde aún se observa un importante predominio, es decir Uruguay y Argentina, «sería importante promover que se tienda a una mayor paridad, de manera de desmontar tradicionales estereotipos de género que relegan a las mujeres a determinadas actividades vinculadas al cuidado que suelen estar económicamente desvalorizadas».

En la lista de países con más docentes mujeres sigue Brasil, aunque en los demás países el promedio baja considerablemente. En sus conclusiones, el informe agrega que «la mayor presencia femenina en la profesión evidenciada en algunos países muy presumiblemente esté vinculada con la vigencia de los tradicionales roles de género, que estipulan para las mujeres las tareas de crianza de los hijos y la condición de `soporte` afectivo y fuente de cuidados del resto de las personas». Dice que de acuerdo a este imaginario, el trabajo con niños aparece como una actividad «natural» de las mujeres «aún cuando se trata de trabajos remunerados, que se cristaliza en la persiste retórica de la imagen de la maestra como `segunda mamá`».