POSTURA. COMUNICADORES Y ACADÉMICOS SON PARTÍCIPES DE CÓDIGOS DE ÉTICA Y DEFENSORES DE AUDIENCIAS

Crónica roja: entre la "falta de rigor", la "ficción" y el "morbo"

Días atrás, el presidente de la República, José Mujica, pidió a los medios de comunicación uruguayos que no se hicieran «los distraídos» con el manejo de ciertos hechos, especialmente de la crónica policial, y aludió a que sería posible «premiar» con publicidad oficial a los que opten por ejercer una función formativa en lugar de apostar al «rating».

Expertos consultados por LA REPÚBLICA coinciden en que el tratamiento de la crónica roja en el país no siempre es todo lo responsable que debería, pero se oponen a «premiar» la responsabilidad con publicidad oficial o a regular los contenidos externamente, algo que el gobierno no piensa hacer por el momento, aclaró Mujica.

 

Cuestión ética

En cuanto al tratamiento de la crónica policial, Gabriel Kaplún, director de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación (Liccom) de la Universidad de la República, consideró que en el país hay «un panorama diverso» en el que «algunos medios informan con responsabilidad» y otros «no tanto».

«Hay una tendencia acentuada a espectacularizar los hechos, pensando en cómo entretener, y no en informar. Es inevitable, porque hoy los medios deben ofrecer entretenimiento. Eso no es negativo en sí mismo, porque una noticia también cuenta una historia, pero este enfoque se exagera para despertar la veta más morbosa de los espectadores», opinó Kaplún, quien añadió que, en este proceso, «lo más riesgoso es la lesión de los derechos de las personas sobre las cuales se informa, muchas con procesos judiciales aún abiertos».

Edison Lanza, coordinador de la carrera de Periodismo (Licenciatura en Comunicación Social) de la Universidad Católica (UCU), no es partícipe de enviar al género de la crónica roja al banquillo de los acusados. No obstante, aunque sostuvo que «se puede informar sobre los hechos policiales», precisó que «muchas veces se hace mal».

«El aumento exponencial del tiempo dedicado a estas noticias lleva a la falta de rigor. Muchas veces se acude solo a fuentes judiciales y se cometen errores», señaló. Lanza también tiene su visión de la sociedad del entretenimiento. «Se busca más el espectáculo que la información, lo que complica las cosas. Es un terreno teatral, ficcionado, de ‘infotainment’, y no periodístico. Habría que incentivar buenas prácticas», sentenció.

No obstante, esta visión crítica sobre el enfoque que adoptan algunos medios no los llevan a considerar que debe haber «premios» o «castigos» a través de la publicidad oficial.

Lanza, periodista de profesión, fue enfático en que es ineludible separar la asignación de la publicidad oficial de los contenidos informativos que se ofrecen, ya que ello podría conducir a la «censura indirecta» del «premio o el castigo». Además, sostuvo que «falta regulación transparente y democrática de asignación de la publicidad oficial», algo que exige la propia Convención Interamericana de Derechos Humanos.

 

Palabras y silencios

La decana de la Facultad de Ciencias Sociales, Susana Mallo, expuso a LA REPÚBLICA una visión procedente de otro campo del conocimiento. «Creo que se confunde la libertad de prensa, tanto en la crónica roja como en la política, con una forma de control. ¿Libertad de prensa es decir lo que se quiere?», se cuestionó. A la vez, sostuvo que los medios de comunicación emiten mensajes «también con sus silencios».

«Lo que se reproduce son los aspectos más negativos de la sociedad ­el delito, lo degradante, la muerte- y se omiten los logros sociales. Vende más la mala noticia que la buena, y no es solo un problema de Uruguay. Tendremos que preguntarnos, como sociedad, por qué se produce este enfoque individualista», subrayó.

¿Por qué la sociedad elige «comprar» las malas noticias? Mallo cree que las buenas no se ofrecen «bien envueltas». «Solo dicen que la tasa de desempleo bajó a 5,5%. Pero no explican qué significa; no lo hacen claro y atractivo», arriesgó, a la vez que concedió que la sociedad «tiene un morbo creciente».

La decana de Ciencias Sociales también consideró que la regulación de los contenidos «debería pasar por la ética» y sentenció: «Los medios de comunicación han perdido contenidos éticos y morales».

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