EL JARDIN JAPONES CUMPLE SU PRIMER MES Y FUE VISITADO POR MAS DE 13 MIL PERSONAS

Una obra de arte oriental en Montevideo

El jardín permite a los visitantes deleitarse con el paisaje, conectarse con la naturaleza y aprender cultura y religión. Cada espacio del lugar fue cuidadosamente diseñado, los elementos que lo conforman fueron especialmente colocados con un fin en particular, puesto que en la tradición japonesa se los considera verdaderas obras de arte y están muy ligados a los templos y a los salones de té donde se realiza la tradicional ceremonia de esa infusión.

El jardín fue inaugurado el 24 de setiembre de este año, para celebrar los ochenta años de relaciones diplomáticas uruguayo – japonesas y desde ese día más de 13 mil personas llegaron hasta el Museo Blanes de la calle Millán para visitarlo. Aunque la creación de esta área pública es reciente, el proyecto ya llevaba cinco años, y surgió por el interés de personas vinculadas a la cultura japonesa de instalar un espacio que trasladará la belleza que caracteriza a los tradicionales jardines japoneses.

En este primer mes, la concurrencia demostró que los uruguayos se sienten poderosamente atraídos por la cultura oriental y ya asistieron más de 13 mil visitantes, que no son sólo montevideanos, sino que llegan excursiones expresamente desde el Interior para conocerlo.

«La creación de un jardín tiene tres etapas, el diseño, la construcción y el mantenimiento», narra Fuka Sazwa, la agregada cultural de la Embajada de Japón. Esto quiere decir que el jardín nunca estará terminado, porque necesita permanentemente el cuidado y la atención de los jardineros, que mantienen cada cosa en su lugar para preservar el paisaje logrado.

Además la Embajada tiene varios planos para el lugar, entre ellos incorporar personal encargado de guiar y explicar el significado de los elementos que lo componen, así como también más personal para la limpieza y conservación.

«Los jardines japoneses son muy antiguos, ellos intentan interpretar la naturaleza, crear belleza y expresar valores espirituales, acerca de la vida, el cosmos y la existencia del hombre», relata Sazwa a LA REPUBLICA.

La eternidad y la evanescencia

Todo en el jardín responde a una metáfora de la vida. Así los puentes por ejemplo representan la unión entre dos mundos: el divino o sagrado con el cotidiano del hombre común. El agua representa la vida de los seres humanos, con sus obstáculos, pasajes tranquilos y corrientes. Los pinos simbolizan la perseverancia y la estabilidad, el bambú y el césped la elasticidad. A los cerezos con su rápido florecer y su también veloz pérdida de las flores se los asocia con la evanescencia y fugacidad de la vida. Los caminos son imprescindibles, puesto que constituyen la guía dentro del jardín y ellos surgieron de los jardines de té, a fines de la Edad Media.

Las rocas representan la antigua creencia de que ellas poseían el espíritu de los dioses, las plantas tienen la función de dar sombra y cercar el lugar. La purificación es simbolizada mediante la colocación de arena y tiene su origen en los templos, que la usaban con ese fin.

«Para comprender el jardín es necesario entender los símbolos, ambas cosas están unidas, no es sólo un jardín», afirma la agregada cultural japonesa. *

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