ALGUNOS FAMILIARES DE ASESINADOS O DESAPARECIDOS RECURREN A MENTALISTAS

La Policía desconfía de la ayuda de videntes

Según la psicología, el tiempo que necesita una persona para elaborar un duelo por la muerte de un ser querido se estima entre seis meses y dos años.

Los especialistas en el tema creen que las muertes violentas aseguran duelos conflictivos. Dicen que lo que violenta la naturaleza no se resuelve nunca en el mundo afectivo de quien sigue vivo. Quien no incorpora la pérdida mantiene el resentimiento y el dolor. Se cree que quien vive sin poder aclarar esa muerte nunca la asume. El hecho de pedir ayuda a un mentalista como forma de aclarar un hecho puntual no necesariamente implica un síntoma patológico para quien lo hace, simplemente puede constituir una herramienta para aliviar el dolor. El Servicio de Informes de Guía de Montevideo registra un promedio de cuarenta videntes. Algunos trabajaron con familiares de personas asesinadas con el fin de recabar datos que puedan dar con el autor del crimen. La policía «no oficialmente» puede llegar a escucharlos, pero en líneas generales basan su investigación en métodos científicos.

 

Dos testimonios

Gretel tiene 49 años es funcionaria pública y si bien ha consultado a varios tarotistas dice no tener el hábito de frecuentar videntes. La única vez que consultó uno fue por consejo de su mejor amiga y para resolver un problema grave. Hacía más de cinco años que la tía de Gretel estaba desaparecida. Después de búsquedas y pedidos de ayuda sin éxito en Uruguay, ella y una amiga dieron con el dato de que su pariente podría estar viviendo en Buenos Aires. Las dos viajaron enseguida con la última esperanza y la única pista de una dirección del barrio Belgrano. Apenas llegaron al moderno edificio le confirmaron la muerte de una señora que vivía desde hacía años en el cuarto piso con características iguales a las de su tía. Poco tiempo después de volver a Montevideo Gretel llegó al consultorio del vidente Walter Mendaro motivada por un continuo estado de angustia al no poder superar el trance.

«Desde que ella desapareció, mi familia vivió un continuó estado de desesperación, ya no sabíamos qué hacer ni a dónde recurrir. Fuimos a la Policía, preguntamos a los vecinos de la última dirección que teníamos. Toda la familia la buscó por cielo y tierra hasta que en Buenos Aires nos confirmaron que se había muerto. Si bien nadie de la familia podía superarlo yo era la más afectada. Ese fue uno de los motivos que me hizo recurrir, tal vez en el fondo buscando que me diera algún dato de su muerte ya que creo que lo que más me afectaba era la incertidumbre de saber si había sufrido o si la habían matado. Apenas entré, de a poco, el mentalista fue diciéndome paso a paso cosas que me habían pasado y prediciendo otras que podría vivir. De repente le pregunté si podía ver algo referido a mi tía fallecida y al minuto el vidente me dijo: «Siga buscándola porque yo veo que la señora está viva, es mayor, está muy angustiada y fuera del país». A partir de ahí continuamos la búsqueda volvimos a la Argentina y la encontramos en el estado en que el vidente nos dijo.

A pesar de su experiencia Gretel no cree que todos los videntes sean confiables. Está convencida de que son muy pocas las personas que nacen con ese don especial para ayudar a otras. «Estoy convencida de que si me volviera a pasar algo similar volvería a recurrir al mismo método y seguramente con mucha más intensidad si se tratara de esclarecer el homicidio de un ser querido».

El otro caso de una persona que recurrió a un vidente es el de Raúl.

Este hombre tiene 66 años, es jubilado y vive en Malvín. Ya casi no recuerda el motivo de la gran pelea que tuvo con su hermana Mary que lo distanció por años. El arrepentimiento y el dolor fue lo que le dio impulso para comenzar la búsqueda de su hermana que duró doce años hasta que la encontró. Primero recurrió a la Policía pero ni siquiera le prestaban suficiente atención a su caso. Recorrió los lugares que ella frecuentaba, fue al último trabajo conocido y visitó a sus amigos hasta agotar todos los medios. «Ya no me quedaba nada por hacer, más bien resignarme a que había desaparecido mi único familiar o que se hubiera ido a vivir a otro país o tal vez hubiera muerto o hubiera tenido un accidente. Por mi cabeza pasaban mil posibilidades y mil estados de desesperación además de la angustia de recordar aquella pelea que solo me trajo desdicha».

Raúl dice hoy que la única vez que consultó a un vidente fue a Mendaro y que llegó empujado por la desesperación de al menos saber algún dato que lo acerque a Mary.

«La sesión no duró más de media hora pero el vidente me dedicó varios minutos en calmar mi ansiedad y calmar mi desconfianza sin ningún interés más que ayudarme ya que no me cobró la consulta. Cuando me tranquilicé enseguida se concentró y de golpe me dijo: «Su hermana está viva pero no está en Montevideo ella trabaja en un hospital en Rivera. Usted busque que la va a encontrar». Después de esas palabras viajé al otro día a Rivera hasta que después de doce años de buscarla encontré a mi hermana Mary en el Hospital de Rivera trabajando como enfermera».

Cuenta hoy que la gratitud se le mezcla con la alegría de haber recompuesto una relación familiar truncada por eso reconoce no ser objetivo en el tema. » Yo hablo desde lo que me pasó a mí, creo que como dice el dicho hay que creer o reventar». Raúl asegura que volvería a concurrir a un mentalista y no lo dudaría si fuera por encontrar al asesino de un familiar. Cree que los videntes son mucho más eficientes que la Policía porque cuentan con un don especial que la investigación tradicional no tiene», asegura.

 

Familiares de asesinados

Alicia Siancio es la fundadora del grupo de apoyo de familiares de crímenes impunes (Gafai) creado en 1995. Alicia creó este grupo a partir del asesinato de su padre en noviembre de 1990 (caso que continúa sin ser aclarado), cuando lo ultimaron de una puñalada para robarlo a la salida de un bar en Shangrilá. Siancio dice que resolver un crimen es algo muy complicado y no cree que un vidente pueda hacerlo en unos minutos. Está convencida que parte de la elaboración de un duelo es exigirle a las autoridades que esclarezcan los hechos.

» Yo soy atea, sólo creo en lo que veo y trabajo intensamente desde Gafai para ayudar a que los crímenes se esclarezcan. Muchas veces me pregunto ¿quién defiende los derechos de los familiares muertos que eran sustento del hogar en un país donde parece que sólo importan los derechos de los que están presos?

Yo no confío ni en la Policía ni en la Justicia ya que considero que en mi caso no se hizo lo que se debió hacer para que encontrar al asesino de mi padre, pero tampoco creo que la desesperación me lleve nunca a ningún vidente», asegura.

 

Ver más allá

Walter Mendaro es vidente y psíquico. Expresa que el don de la videncia es una percepción involuntaria. Trabaja mediante la concentración sintiendo vibraciones en forma de imágenes que percibe en fracciones de segundo.

Saltó a la fama por haber colaborado en los casos policiales: de Camila Chagas (1997), J. Viera y Enzo Terra (2000) aún sin resolver. Atiende un promedio de 200 consultas por año en casos de desapariciones y crímenes impunes y ya ha recibido varias amenazas de muerte. » Yo sé que hay policías que creen en mi trabajo y quienes no. Sería muy bueno que las autoridades tuvieran en cuenta nuestras visiones de manera formal. El trabajo de la mente es arduo, desgastante y difícil para quien lo ejerce con responsabilidad. La gente viene muchas veces desesperada y siento que puedo orientar y ayudar pero quiero dejar
claro que soy respetuoso de la investigación que hace la Policía. Yo sólo ayudo y colaboro sin ningún interés y con la mejor intención», afirma.

 

Los uniformados desconfían

Policia Técnica dice que en la resolución de un asesinato «el tiempo que pasa es la verdad que huye» como comprobación de que cuanto más transcurren las horas, más difícil es llegar a recabar información para aclarar un crimen. Sin embargo la brigada de Homicidios de Jefatura cree que no es ningún mérito aclarar un hecho a las pocas horas sino que sólo la dedicación y la inteligencia aseguran el éxito. Esta dependencia policial no tiene en cuenta las opiniones de ningún vidente, sin embargo las autoridades no confirman si la información recabada por los investigadores asignados a un caso, proviene, entre otros, de mentalistas.

El jefe de la división criminalística de la Dirección Nacional de Policía Técnica, inspector Washington Curbelo, dice que oficialmente la policía científica sólo trabaja con principios demostrados, y que los datos proporcionados por videntes no los toman en cuenta. Asegura que personalmente nunca recibió información por esa vía y sostuvo que ningún vidente colaboró con él en el esclarecimiento de un asesinato.

«Yo soy un científico de la investigación criminal y si en algún caso me llega información de un vidente no la tomaría en cuenta porque no conozco su procedencia. No estoy diciendo que los videntes no sean serios, simplemente creo que no trabajan con un principio científico demostrable, entonces es un procedimiento que ni comparto ni aplico.

En Uruguay se registra un promedio de 95 homicidios anuales. En lo que va de 2002 hubo 54 asesinatos y quedan sólo 6 sin resolver.

En Montevideo los barrios en que suceden más frecuentemente crímenes son Cruz de Carrasco, Cerro Norte, Borro y Cuarenta Semanas. El año pasado la Justicia procesó a 136 personas por homicidio o lesiones graves. Para la Policía los asesinatos que involucran a homosexuales y las luchas intestinas en las familias son frecuentes y a su vez los más difíciles de resolver por las derivaciones que tienen.

Para los uniformados en nuestro país sólo hubo un asesino en serie que fue Pablo Goncalvez, detenido en 1993, quien actualmente está preso.

El jefe de la División Homicidios de la Jefatura de Policía de Montevideo, comisario Oscar Moreira, tiene a su cargo un equipo de 43 personas que se dividen en pequeños grupos de tres o cuatro oficiales a los que le son asignados los casos. Los investigadores trabajan recabando pruebas y juntando indicios hasta tener algo concreto, momento en el cual informan a su superior. «Oficialmente nunca me ha tocado que un vidente me aporte un indicio como para investigar aunque es frecuente la creencia de que los videntes nos ayudan a esclarecer homicidios. Si un vidente me diera un dato que tiene relación con hechos verificables o me diera un nombre que coincide con un sospechoso seguramente lo escucharía, de lo contrario no podemos armar un operativo especial por una pista de un vidente. Nuestros oficiales agotan todos los medios en cada investigación.

Cada vez que el equipo de trabajo me informa sobre el material que ha conseguido yo no le pregunto cuál es su fuente o cómo llegó a esa información. Si a uno de mis oficiales les da pistas algún vidente y él lo escucha, seguramente a mí no me lo dice. A mí me importa que lleguen a datos concretos para dar con el autor del hecho no me interesa como consiguen la información», afirmó el jerarca policial Moreira dice comprender la desesperación del familiar que carga con la muerte de un ser querido y que como recurso extremo llega a consultar al vidente. *

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