DURANTE 75 AÑOS LOS SACRAMENTINOS SE ENCARGARON DE LA ADMINISTRACION

El Vaticano reclamó para el Arzobispado la iglesia del Cerrito de la Victoria

Fuentes eclesiales explicaron a LA REPUBLICA que «es normal» que cuando se produce la llegada de una nueva congregación se renuevan los funcionarios, especialmente los que ocupan cargos de confianza, y a los destituidos se les paga el despido como corresponde. En la fiesta de Cristo Rey del próximo 24 de noviembre, los fieles de la iglesia del Cerrito manifestarán contra la decisión del arzobispo, Nicolás Cotugno, de remover a los Sacramentinos de la administración de esa iglesia.

Cotugno trató el tema directamente con el Vaticano obteniendo el respaldo para que ese templo pasea estar directamente bajo el mando del Arzobispado.

El general Sacramentino había solicitado una prórroga para preparar a la comunidad para este cambio, pero fue negada, según voceros de dicha congregación.

Miembros de la comunidad del Cerrito cuestionaron el procedimiento de la cúpula católica de Montevideo de solicitar para el Arzobispado la administración de este lugar, ya que a su entender, se habló directamente con las autoridades del Vaticano y no se informó del propósito a los superiores provinciales.

Sin embargo, fuentes cercanas al arzobispo Cotugno aseguraron a LA REPUBLICA que en realidad fue al revés. La congregación local fue informada en julio y en octubre, Cotugno habló formalmente con el cardenal Sodano, mano derecha del Papa Juan Pablo II.

Otro de los cuestionamientos esgrimidos por los cristianos denunciantes es que a través del traspaso de la administración se deja «a la deriva» a los dos sacerdotes encargados del lugar y sin trabajo a cuatro funcionarias. Acusan a Cotugno de no cumplir con su palabra. Este extremo también fue desmentido desde la cúpula católica en el entendido de que el arzobispo no prometió nada.

Una vez que el padre Juan Silviera, actual párroco del Cerro, se instale en el Cerrito de la Victoria con su propio personal, los funcionarios de esa iglesia «quedarán en la calle», señaló el laico Walter Surraco.

75 años

La iglesia del Cerrito, catalogada como Santuario Nacional del Sagrado Corazón, fue construida el 14 de noviembre de 1927, en respuesta al embate del laicismo propuesto por el gobierno de José Batlle y Ordóñez.

Los terrenos pertenecen a la Curia, y el dinero para la construcción de la iglesia provino de Don Rafael Algorta, quien propuso a los sacerdotes de la Congregación Sacramentina para administrar el lugar.

El templo se convirtió en un centro de adoración permanente al Sagrado Corazón de Jesús.

Durante 75 años, los Sacramentinos se hicieron cargo del funcionamiento de la iglesia del Cerrito.

En el contrato efectuado inicialmente por parte de las autoridades eclesiales de la época, estaba incluida una cláusula que determinaba que en el momento en que la Santa Sede quisiera pedirles a los padres Sacramentinos la iglesia con todas sus pertenencias, estos deberían entregar el edificio.

En esta parroquia se realizan periódicamente misas carismáticas, cuenta con una policlínica que funciona dos veces a la semana, cobrando $10, se vende ropa económica y se atiende a unas 30 familias a través de una bolsa de alimentos. Además funcionan 6 grupos de catequesis y son organizadas charlas para novios en todo Montevideo. De miércoles a domingo los fieles realizan la adoración al Sagrado Corazón.

Desde lo alto

Los laicos Angel Vicente, Luis Surraco e Inés Silvera manifestaron a LA REPUBLICA su malestar por el accionar del arzobispo de Montevideo, monseñor Nicolás Cotugno, quien sin comunicar a los superiores Sacramentinos, solicitó la administración del templo al Vaticano.

El traspaso a manos del Arzobispado se realizará a las 17.15 horas del 24 de noviembre, cuando la comunidad celebre la fiesta de «Cristo Rey».

Angel Vicente indicó que la comunidad del Cerrito no tomó la decisión de Cotugno en forma pasiva, sino que informaron de la situación al vicario pastoral, Jorge Techera, recolectaron en una semana 600 firmas que entregaron en la Curia aunque no fueron recibidos por el arzobispo como era su deseo.

Consultadas sobre esta afirmación, fuentes cercanas a Cotugno, dijeron que el arzobispo estuvo durante varios días de recorrida pastoral, por lo que no pudo atender este requerimiento.

Los denunciantes cuestionaron que en estos tiempos, cuando existe la necesidad imperiosa de contar con sacerdotes, se obliga a que los dos sacramentinos abandonen el país.

Surraco, Vicente y Silvera descartan que la decisión de quitar a los Sacramentinos de la iglesia se deba a una disconformidad de su trabajo con la comunidad.

No obstante, fuentes eclesiales consultadas afirmaron que la parroquia contaba con una sola persona a su cargo, el padre Gregorio, «que se pasaba buena parte del tiempo en La Plata como capellán de la policía Argentina», cuando según el derecho canónico un párroco no puede estar más de 30 días ausente de la parroquia, y en este caso, debía tener empleados para cumplir su función. *

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