LA DISTRIBUCION DEL INGRESO EN URUGUAY

En el suplemento de Brecha «Detrás de los números» del 13 de junio de 2008 se publica un excelente artículo de Verónica Amarante y Andrea Vigorito titulado «Pobreza, desigualdad y transferencia de ingresos» donde se muestran algunas características relevantes de la sociedad uruguaya.

Nos interesa resaltar los elementos vinculados a la distribución del ingreso donde sobresalen dos características: un leve y permanente aumento de la desigualdad, y un aumento de la participación del 20% de mayores ingresos a costa del deterioro del 80% restante de la población.

La desigualdad se mide con el coeficiente de Gini que marca registros entre 0 y 1, siendo 0 la mayor igualdad y 1 la máxima desigualdad. El índice para Uruguay evoluciona de 0,411 en 1991 a 0,457 en el 2007, que es inclusive superior al registrado durante la profunda crisis de 2002.

En la comparación internacional, Uruguay sigue siendo de los países de menor desigualdad, como consecuencia del papel que el estado de bienestar cumplió desde las primeras décadas del siglo pasado.

En directa correlación con este aumento del coeficiente de Gini, la participación en el ingreso total de los cuatro primeros quintiles es la más baja de los últimos 17 años y la del 20% superior es la más alta de este período.

Esta evolución negativa nos merece los siguientes comentarios preliminares:

 

1.- El crecimiento espectacular del PBI en los últimos cuatro años, no sólo no mejora el incremento de la desigualdad provocada por la crisis productiva, social y financiera del año 2002 sino que dicha desigualdad sigue aumentando.

2.- El 5% de mayores ingresos aumentan con nitidez su participación en el ingreso total y constituye un factor relevante del aumento de la concentración del ingreso. Es factible que en este 5% de mayores ingresos se ubiquen sectores vinculados a la agroexportación y que se están beneficiando de los extraordinarios aumentos de los precios internacionales de los productos de exportación, como carne, lácteos, arroz, soja y trigo. En este 5% de mayores ingresos pueden ubicarse a sectores importadores beneficiados por la profunda caída del tipo de cambio nominal que facilitó un aumento relevante del total de importaciones. También pueden ubicarse en esta situación a intermediarios comerciales, incluidos los supermercados, que aprovechan de situaciones oligopólicas para tener muy altos beneficios en la suba de precios internos de los alimentos.

El accionar de estos intermediarios comerciales influyó para que los precios internos no hayan descendido cuando el gobierno realizó esfuerzos por bajarlos a través de la importación de frutas y verduras.

3.- En la distribución funcional del ingreso ­que explica el reparto entre la masa salarial y el excedente de explotación­, los informes del Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración, muestran que la masa salarial creció en el año 2007 como consecuencia de la notoria mejora del empleo y del salario real, pero se mantiene 5,6% por debajo de los niveles alcanzados entre 1998 y 2001. Este es un tema relevante en la explicación del aumento de la desigualdad en la medida que la masa salarial, que tuvo un descenso significativo durante la crisis de 2002, alcanza en el año 2007 una menor participación en el PBI con respecto al período previo a la crisis de 2002.

4.- Es posible que la profunda fragmentación social de Uruguay influya también en estos resultados. La distancia entre trabajadores formales e informales se puede estar incrementando con la mejora del empleo derivado del fuerte crecimiento del PBI. Inclusive se pueden estar aumentando las diferencias entre los salarios del personal más calificado con respecto a los menos calificados.

5.- Como elemento de contexto a esta situación, pero sin influencia directa sobre los resultados explicitados en esta nota, dos de las reformas más relevantes del actual gobierno, como la reforma tributaria y la de la salud, que tienen elementos positivos, pueden calificarse como muy amigables al capital.

La reforma tributaria rebajó la tasa del impuesto a la renta de las empresas de 30% a 25% como estímulo a la inversión, medida nunca solicitada ni festejada por los sectores empresariales. La reforma tributaria contempla un impuesto a la renta de carácter dual, diferenciando las formas de cálculo y las tasas de las rentas del trabajo con respecto a las rentas del capital.

En los mayores niveles de ingreso, las rentas de capital pagan menos que las rentas del trabajo, lo que seguirá afectando en el futuro a la distribución del ingreso. Además la reforma tributaria no permitió un mayor control de la evasión de impuestos por parte de los empresarios y las empresas, al no permitir el levantamiento del secreto bancario con fines exclusivamente de control tributario

La reforma de la salud ayuda muy limitadamente a la equidad al plantear una redistribución del ingreso desde la sociedad que paga impuestos y de los asalariados formales de mayores ingresos a favor de los asalariados formales de menores ingresos.

La solidaridad solicitada a los asalariados de mayores ingresos no se hace extensiva a los profesionales, que sólo se incorporarán en el año 2011, ni a las rentas de capital que son las que más deberían contribuir a la atención de los más necesitados.

Además de una reforma amigable al capital, no incluye en el seguro de salud a los trabajadores y sus familias que no cotizan.

Es decir, no incluye a los desocupados ni a los trabajadores informales que es donde se ubican las más altas proporciones de la población en situación de pobreza e indigencia que obligatoriamente se atenderán solamente en hospitales públicos que no han recibido las mejoras indispensables con respecto al deterioro sufrido por estas instituciones en los gobiernos anteriores.

|*| Senador de la 609 – FA, economista.

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