LA VUELTA CICLISTA

Los uruguayos solemos hacer muy bien las cosas que hacemos mal.

Esto va dicho como protesta airada ante la mala organización (que fue un éxito) de la caravana con la que Mujica largó la Vuelta apenas dos semanas antes de que larguen los demás. Decimos «apenas» porque para no llegar fuera de hora al Velódromo pidió tres meses de prórroga. Pensamos que si allá por junio llega, cuando llegue deberíamos esperarlo y entrar con él allí.

Recién ahora muchos se enteran de que el precandidato también fue ciclista de Primera Categoría en la hora legendaria del ciclismo uruguayo. Si bien se sabe lo de la Doble San Jacinto, casi nadie entra en detalles ni conoce que en oportunidad de una histórica escapada junto nada menos que al León de Carmelo, Don Atilio François, cuando este portento de las rutas del mundo decidió por capricho «plantarlo» y apretó apenas un poco el acelerador de sus piernas, Mujica restó mordiendo el manubrio con los ojos «estrábicos» fuera de órbita, fijos en el tubo trasero de Atilio, que tirándole piedritas del camino en la cara se iba yendo rauda y para siempre… Sumido en dicho trance deportivo suicida (intentar chuparle rueda a François) Pepe traía como es lógico un largo kilometraje de mucha hambre y mucha sed. «Fue una de las peores situaciones de mi vida» ­nos informó hace años­ otra vez con kilómetros de hambre y sed, acribillado y en siniestro calabozo.

Porque claro está: si intentaba sacar una de las dos bananas de la parte trasera y colgante de la camiseta descolorida del humilde Club Ciclista Tomkinson y encima pelarla para después comerla, estaba, en la faz deportiva, totalmente frito.

Si intentaba sacar la caramañola del cuadro y tomar agua, pasaría lo mismo y, encima, era muy poco alimento. Y como para poder intentar por lo menos durante dos o tres quilómetros seguir aguantando aquella rueda imponente debía alimentarse, el pre-candidato, en una decisión muy cavilada y expeditiva se comió la banana con cáscara y todo.

Como todos podrán imaginar, el sacrificio, igual que otras tantas veces, fue en vano pero pasó, como también podemos ver, a la Historia. Eran épocas de largar con una llave inglesa entre las dos bananas y no precisamente para aflojar tuercas. Que en todo nutrido pelotón, al clásico decir, puede pasar cualquier cosa y, si puede pasar, pasa.

Es por eso que uno no puede imaginar cómo permitió Mujica el otro día una tan mala organización de la caravana. Y mucho menos cómo lo permitió el Partido Comunista…

Cualquier aficionado al ciclismo sabe que en toda prueba de largo aliento y ni qué hablar si es en etapas como el Giro, el Tour o la Vuelta, adelante van los autos y camionetas de la propaganda (sponsors); recordemos que por aquellas épocas siempre primero en el camino iba Santa Rosa el mejor vino junto con la pareja refrescante de Coral y La Salteña y el muñeco enorme, amarillo, todo de goma, de Michelin, bailando arriba de un camión que los niños esperaban. Que Popular era su nombre y Popular era su banco aunque después nos fundió. Y que enllante protección enllante Funsa junto con lo de que todo va mejor con Coca Cola encabezaban cualquier caravana de mediano porte que mereciera el nombre de tal.

Luego deben venir, severos siempre y a veces en moto, las Autoridades de la Prueba con aires más importantes que los de la Reina de Inglaterra. Luego la Policía Caminera y la de Tránsito y los parlanchines móviles de la prensa radial vociferando en redundancia también por amplificadores junto a las camionetas henchidas por camarógrafos y fotógrafos arriesgando caerse (para hacer pinta en la entrada de los pueblos) y, ya en coche, muy cómodos y también muriéndose de importancia, los analistas especializados de la prensa escrita (en este caso politólogos).

Y cuando veías (o ves) venir la moto de Ildefonso o la de Modesto, y la camioneta con Primo Zucotti junto a las de los demás hieráticos Directores Técnicos todos con lentes negros como para póker, sabías que recién, ahora sí, llegaba el escapado y luego el pelotón perseguidor.

¿Y si no es así: en qué país estamos? ¿En qué país queremos vivir? ¡Por favor!

La nube espesa de motos atronando pasa después (nunca antes) con las ruedas de recambio y los bolsos para la Zona de Aprovisionamiento que tampoco fue contemplada en esta mal organizada Primera Etapa de la Vuelta. Luego más autos, las camionetas con bicicletas patas para arriba y por fin, ominosas, las ambulancias antes del luctuoso y final Camión de los Rezagados.

Nada de esto pudo verse el otro día. Por el contrario, haciendo muy bien las cosas mal hechas, pusieron a los ciclistas abriendo el camino, masacrando de entrada toda la poesía que pedalea en el corazón de la expectativa popular y en sus esperanzas cuando esperamos con emoción preparada ver llegar y pasar los colores y ciclistas de cada sueño luego de tantas etapas, repechos, embalajes, raspaduras, persecuciones y escapadas…

Porque hasta se olvidaron de la música que en Uruguay nos pone los pelos de punta en tales circunstancias; como el candombe, la marcha camión, la voz de Gardel, las sirenas de El Día (que debemos rescatar), el relato de ciertos goles por ciertas voces, y tantos otros sonidos nacionales que nos conforman y definen.

Vaya esto desde un muy cómodo lecho muelle como sana envidia y homenaje a los ciclistas del otro día y a la juventud que larga otra vez dentro de unas horas para que, con la debida música, desde un extremo al otro la Patria se regocije en un clamor triunfal al desfilar la airosa caravana que forman los campeones del pedal.

*| Escritor, senador de la República.(ex acompañante del Musculoso Villanueva)

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