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DIARIO DE CAMPAÑA:  DEFINIENDO LOS DESAFIOS

Advertencia al navegante: quien espere alguna referencia a los recientes acontecimientos, comentarios mediáticos y rumores del más variado calibre sobre mí, que vaya a surcar mejores páginas. Todo tema que corresponda a mi intimidad, allí quedará. Los temas que se consideren de interés público, serán dirimidos con el transcurrir del tiempo y ante quienes corresponde, y punto.

Este silencio no obedece a no tener qué decir, sino a una razón mucho más profunda. En el año 1980, allá por octubre, en mi Rocha natal, distribuía fervorosamente, con 14 años de edad, los volantes del «No» impresos por el Movimiento Nacional de Rocha, por la Lista 15 y por el Frente Amplio. Desde ese entonces fui, soy y seré un militante, un luchador social, que, desde el lugar que estuviera, siempre pensé ante todo en el proyecto colectivo. E impregnado por aquella temprana experiencia «multipartidaria», creo que «los buenos» no residen en un solo partido y que vale la pena escuchar a los que siguen otras divisas. Ni ángel ni demonio: luchador convencido y respetuoso del diferente (en su pensar, sentir, género, opción sexual o lo que fuera). Ese hombre soy yo.

En estos días de tanta estridencia, era tentador dejar de pensar en plural y contestar tal o cual afirmación o rumor. No lo haré. ¿Qué importancia tienen las aventuras o desventuras de mi persona, cuando el país juega buena parte de su destino en pocos meses? Por ello, opinaré sobre lo importante, sobre los temas que le cambian la vida a los uruguayos, con el más absoluto de los respetos al distinto, pero sin amaneramientos intelectuales y con sinceridad.

La primera pregunta es qué se dirime en esta campaña. Y la respuesta más clara y concisa es la del compañero Eleuterio Fernández Huidobro. «Volver o Seguir» era la disyuntiva que planteaba el «Ñato» en estas páginas. Coincido completamente. Se trata de o bien «renovar» la fachada de Uruguay con una opción cargada de pasado, que significa volver a un modelo de país harto reconocido, o bien seguir construyendo un nuevo país, en el que muchos supuestos imposibles son posibles. Un país dedicado a la innovación sensata y realista, la inclusión y, sobre todo, imbuido de un profundo cambio en nuestra autoestima colectiva.

¿Quién imaginaba 5 años atrás que el Plan Ceibal iba a transformar al Uruguay en ejemplo mundial y que íbamos a ver a nuestros gurises, prendidos de sus XO, desplegando toda su capacidad de descubrir e inventar? Hoy es parte de nuestra rutina cotidiana. Y sigo: crecimiento sostenido, 8 horas para el trabajador rural, regularización del empleo doméstico, aumento impresionante de aportes al BPS… Creamos en este Uruguay una Agencia para la Innovación e Investigación, estimulando desde la investigación académica a la innovación empresarial, pero sobre todo, los uruguayos innovamos a cada paso, soñamos proyectos, los meditamos, planificamos y ejecutamos. Eramos un país de cabeza gacha y derrumbado, pidiendo llorosas disculpas en la Casa Rosada. Hoy somos un país de gente contenta o enojada, satisfecha o insatisfecha, pero innovador, de cabecita levantada y sin complejos ante nadie.

Pero en las próximas elecciones no votamos para evaluar el pasado. La Presidencia del Dr. Tabaré Vázquez creo que es la mejor de los últimos 50 años. Pero lo que elegiremos es el futuro. Y esta administración frentista ahuyentó los cucos que siempre se regaban ante su eventual gobierno y mostró una forma distinta y mejor de gobernar. Ahora sabemos por experiencia que es posible seguir aplicando en nuevos desafíos la innovación permanente y sensata, volcados a la inclusión y promoción social, favoreciendo a los muchos menos escuchados y no a los pocos que hacen mucho ruido.

El Partido Nacional presenta un brillantísimo político como candidato a la Presidencia, el Dr. Luis Alberto Lacalle. Inquieta saber cuáles son los proyectos de futuro e innovaciones que propone el Dr. Lacalle. Todos sabemos, pues ya gobernó y leemos o escuchamos regularmente a sus principales colaboradores, cuál es su forma de ver el país. Abrirse completamente a las reglas del mercado internacional, con un Estado prescindente en lo económico y en lo laboral, privatizando empresas públicas para generar grandes volúmenes de fondos. Pero ya anunció que no irá tan lejos, que no recortará el gasto social, etcétera. ¿Y entonces? ¿Tendremos otro período de «quise pero no pude»? En 1992 una mayoría aplastante revirtió su ley de privatización de empresas públicas. Hoy, según las últimas encuestas, un 66% de la población volvería a votar como en el 92. ¿Qué va a hacer el Partido Nacional? ¿Intentará privatizar de nuevo, volviendo a fracasar, o ni siquiera lo intentará? ¿Dará impulso al enorme potencial productivo y dinamizador de las empresas públicas o las tendrá a media máquina, en una suerte de «ni chicha ni limonada»? No cuestiono ni la capacidad ni las buenas intenciones del Dr. Lacalle. La pregunta es cómo podría gobernar y qué haría. La pregunta es si el suyo es un proyecto de futuro o un proyecto preñado de pasado, de incuestionables galones de experiencia, pero también de considerables mochilas: proyectos centrales en su visión del país y ajenos a la gran mayoría de los uruguayos.

Un tiempo atrás los referentes colorados mayores aniquilaban su partido, convocando prematuramente a prestarle el voto al Partido Nacional y a apoyar su hipotético gobierno. Si efectivamente triunfara el Partido Nacional, y los colorados minimizados en su expresión electoral fueran fieles escuderos, podría ser fatal para el coloradismo. En «Opinar» el Dr. Tabaré Viera, intendente de Rivera, comenzó a pregonar que los colorados debían votar al Partido Colorado y punto. Simultáneamente me alegré. Eso provocará la sorpresa de algunos lectores. Pero creo que el país necesita de un Partido Colorado con predominancia batllista (por Don Pepe) y que se posicione no como un apéndice del Partido Nacional sino como un actor independiente, capaz de llegar a entendimientos con todos los partidos. Hay que generar en el país los imprescindibles acuerdos y consensos que el general Seregni nos inculcó a los frenteamplistas y que son muy propios a la cultura batllista.

El Frente comparece con una fórmula de absoluta complementariedad, liderada por el Pepe Mujica y respaldada perfectamente por Danilo. Pero no es la fórmula el centro del asunto. Es la voluntad del Frente Amplio ­avalada por la experiencia del gobierno de Tabaré­ de seguir innovando, de no volver a «querer y no poder», a gobernar para unos pocos o a sentirnos que somos menos que los demás. Es seguir sintiéndonos no sólo posibles como país, sino necesarios para el equilibrio regional y ejemplares en muchos aspectos. Y por supuesto a seguir corrigiendo errores y modernizando en serio al país. Habiendo adquirido nuestro Frente Amplio experiencia de gobierno y aprendido de sus propios errores, ajustando procederes y corrigiendo rumbos.

Por lo pronto, con trabajadores en los directorios de las empresas públicas, con defensorías del cliente en cada una de ellas y con sistemas de gestión basados en la calidad percibida por el ciudadano. Nos ocuparemos en detalle de este punto en el futuro, pues es crucial para desarrollar, racionalizar y modernizar, pero siendo siempre genuinamente de izquierda.

*| Analista, matemático.

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