DIARIO DE CAMPAÑA: ANCEL. COMPETIR DESDE EL ESTADO

No es sencillo dar una definición precisa de cuándo un servicio celular está activo.

Evidentemente tiene que haberse usado de alguna forma en algún período relativamente reciente. Pero qué es «alguna forma» y qué se considera «relativamente reciente» es ambiguo y da lugar a definiciones específicas diferentes. Y también existen diversas formas de recabar la información relativa al mercado celular: encuestas o estudios independientes, información provista por las propias operadoras. En este último caso, debe garantizarse que la información se presente de manera homogénea y que se certifique de manera independiente que los datos aportados son correctos, mediante auditorías, por ejemplo.

En nuestro país, la regulación y contralor del mercado celular es una de las varias competencias de Ursec (Unidad Reguladora de Servicios de Comunicaciones). Ursec publica semestralmente informes sobre el estado del mercado de las telecomunicaciones en Uruguay, que, en particular, describen el sector de los servicios celulares (ver //www.ursec.gub.uy). Ursec ha provisto una definición del concepto de «servicio celular activo» y un protocolo de recolección de información entre los operadores celulares en Uruguay. Que, repasemos, son tres: el estatal Ancel (que forma parte de Antel), Movistar (parte del Grupo Telefónica, multinacional con sede en España) y Claro (antiguamente CTI, una de las numerosas empresas del mexicano Carlos Slim). Somos varios lo que pensamos que el criterio de definición provisto por la Ursec no es el mejor. Se trata de una discrepancia técnica y sobre un tema en el cual, como señalamos previamente, no es fácil laudar de forma que convenza a todos. Pero es interesante seguir la evolución de la información que ha aportado Ursec y qué reacciones ha generado.

Hasta hace un año, Ursec divulgaba en sus informes la cantidad de servicios celulares activos sin discriminarlos por operador. Es decir, no se decía qué porción de este total de servicios correspondía a Ancel, cuál a Movistar y cuál a Claro. Esto es lo que en la jerga técnica se llama «market share»: cómo se reparte un determinado servicio entre las diversas empresas que lo proveen. Hasta ese entonces, era un hecho bastante consensual en nuestra sociedad que el liderazgo del mercado de la telefonía celular correspondía a Ancel.

Sin embargo, un año atrás el informe de Ursec especifica por primera vez los market share de las tres empresas y allí aparece Movistar aventajando en un 2% a Ancel, y cada una de ellas duplicando a Claro. Esto originó una enormidad de notas, comentarios, entrevistas y fue amplísimamente divulgado en algunos medios, indicando que Ancel había perdido el liderazgo celular. En mi sincera opinión, no había habido tal pérdida de liderazgo y aporté toda la información que a mi juicio contradecía las cifras difundidas por Ursec. Más aún, opiné, con el más absoluto respeto hacia los directivos y técnicos de la Ursec, que ciertas carencias de sus criterios conducían a subestimar el market share de Ancel (Ursec era y es presidida por el arquitecto Jaime Igorra, de intachable trayectoria política y pública, y ­nada menor­ un querido compañero frentista, desde sus mismos inicios, por lo que nada aquí refiere más que a sanas discrepancias).

Pero veamos los market share en los siguientes informes de Ursec, los que fueron elaborados usando la misma metodología (aun discrepando con ella, no se debe comparar «peras con bananas», por lo que para comparar la evolución en el tiempo de cualquier magnitud, debe medirse siempre igual). A los seis meses del anterior estruendo, su nueva edición indicaba que era Ancel el líder del mercado, superando en 2% a Movistar y situándose siempre mucho más abajo Claro. Para mí no era sorpresa, pues nunca creí en la pérdida de liderazgo del operador estatal. Pero de los medios y analistas que sí lo habían creído y que mucho se preocuparon, esperé abundantes notas y análisis, comentarios felices, y, detalle nada menor, plácemes hacia los trabajadores de Antel, razón esencial para que en apenas seis meses se creciera en dicha medición 4% más que el competidor, pasando de estar 2% abajo a 2% arriba. Sin embargo, sólo vi escasas líneas, poquísima repercusión, ninguna celebración particular. Pero el siguiente informe, que se ha divulgado recientemente, es aún más interpelante: en él Ancel aparece con el 43% del mercado celular, Movistar con el 39% y Claro con 18%. Es decir que la diferencia a favor de Ancel se amplió un 2% más. Nuevamente, quedé a la espera de ecos y repercusiones. Nuevamente, escasísimas excepciones sobre una indiferencia o mutismo extendido.

Yo sigo pensando que, con otros criterios de medición, Ancel tiene un porcentaje aún mayor del mercado celular. Pero si alarma y despierta crítica, preocupación o enojo el hecho de que un indicador sea desfavorable a la empresa estatal, debe merecer celebración y destaque el que el mismo indicador muestre cada vez más claramente a Ancel como líder de mercado. Si no, se incurre en un doble rasero evidente: las empresas del Estado están para pegarles por sus errores, pero no para reconocerles sus aciertos.

No tengo dudas de que Antel tiene mucho para mejorar y cambiar. Esto no es una oda a un viejo amor, ni propaganda, ni apología ciega. Pero sus buenos méritos tiene. De acuerdo al Area de Defensa del Consumidor es por lejos el operador celular que mejor responde a los reclamos allí presentados, por ejemplo. Sin embargo, las cartas de los lectores de algunos medios hacen pensar que todo en dicha empresa es catastrófico.

Ni maravillosa ni catastrófica, Antel es una de las grandes empresas que son propiedad de todos los uruguayos. En ese sentido es legítimo y entendible que le exijamos mucho más que a otras, porque Antel es nuestra.

Dos moralejas evidentes:

1. Es muy difícil competir desde el Estado contra grandes multinacionales. Por ser del Estado, una empresa debe exponer constantemente información al ciudadano, mientras sus competidoras divulgan públicamente lo que les conviene y cuando lo desean. La lógica estatal-democrática y la lógica comercial-competitiva giran en torno a ejes completamente distintos. Ambos son legítimos, pero sustancialmente diferentes y cuando una empresa debe responder a la vez a ambas lógicas, queda presa de numerosas restricciones y desventajas competitivas.

2. No obstante ello, es posible que sea la empresa estatal la que gane. Ancel es un ejemplo, aunque poco se difunda. Y la razón última es la calidad de sus trabajadores. El lector pensará en los malos funcionarios, en los que lo atendieron mal, en alguna vez que le tocó esperar demasiado. Todo eso existe, sin duda. Pero no nos acordemos sólo de las malas, acordémonos y felicitemos cuando hay señales auspiciosas.

Es conocida mi visión de las telecomunicaciones y del rol que compete al Estado en ella. Pero no es ése el objetivo de esta nota, sino analizar en un contexto que no es el que me parece mejor (el de la abierta competencia entre la empresa estatal y dos multinacionales) cuán difícil es la labor de la estatal, cuán ingratamente se la puede llegar a evaluar y cómo pese a todo puede llegar a ganar y liderar. Gracias a todas esas formidables personas y excelentes trabajadores que están regados por todo el país, y que, tengan las dificultades, sinsabores o problemas que sea, realmente sienten que la empresa estatal es suya, que depende en buena parte de ellos, pero que es un valiosísimo tesoro comunitario. A todos ellos: gracias y felicitaciones.

|*| Analista y matemático.

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