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DEBO OCUPARME  DE LA EDUCACION

Cuando en el discurso de asunción el 1º de marzo pasado, el presidente Mujica hizo referencia a la educación, fue particularmente enfático. Dijo que los políticos deberían llenar una plana todos los días con la frase: «debo ocuparme de la educación». Y no es para menos.

La educación hoy es el principal capital con el que cuentan las personas. Es por ello que los llamados «retornos de la educación» son cada vez más crecientes, esto es, el retorno en términos de ingresos que reciben las personas por el capital educativo de que disponen. Este capital humano que ha desplazado al capital físico como fuente de toda riqueza. Así que si alguna riqueza podremos generar, que «derrame» sobre el conjunto de las personas, es la educación. La inversión en educación, cuando consigue que efectivamente todos puedan beneficiarse de ella, es una de las principales medidas para reducir la desigualdad.

El Uruguay ofrece hoy un panorama complejo de logros y rezagos educativos. Los resultados son variables, dependiendo de los niveles educativos que evaluemos. Por ejemplo vamos bastante bien en Primaria, y en Terciaria. Pero vamos mal o muy mal en Secundaria. Esta debería ser la prioridad política por excelencia, para la próxima década. Y todos los políticos debiéramos llenar una plana que diga: «debo ocuparme de la Educación Secundaria». Veamos algunos datos.

Entre los principales logros que hemos obtenido en estos años, fruto de una política deliberada en este sentido, se cuenta el de la expansión de la educación a los primeros años de la vida. En 2008 la llamada Educación Inicial alcanzaba a la mitad de los niños de 3 años, a más del 80% de los de 4 años y a la casi la totalidad de los niños de 5 años. Sin embargo, persistía una gran desigualdad; a los 3 años asisten a centros educativos la tercera parte de los niños de los hogares más pobres; en cambio el 90% de los niños de los hogares más ricos tienen acceso a la Educación Inicial.

En cuanto a Primaria, la cobertura abarca a casi todos los niños en esa edad. Entre el tramo de 6 a 11 años la asistencia a un establecimiento educativo es casi universal.

En Secundaria, en cambio, tenemos una matrícula hasta cierto punto estancada, con algunos cuellos de botella importantes. Casi tres de cada diez jóvenes de 15 a 17 años y 6 de cada 10, de 18 a 24 años no asiste a ningún establecimiento educativo. Uno de cada diez jóvenes entre 15 y 20 años no ha terminado el ciclo básico de Secundaria, no va a ningún establecimiento educativo, y además no trabaja, ni busca trabajo. El 10% de los jóvenes uruguayos entre 15 y 20 años se encuentra en esa situación.

Esta situación está vinculada a un fenómeno más estructural: la diferencia en el acceso y aprovechamiento de la educación entre los más ricos y los más pobres, en la enseñanza media. Mientras casi todos terminan Primaria, aún los más pobres (el 86%, entre los más pobres, termina primaria), sólo una minoría completa la Secundaria. El ciclo básico de Secundaria lo termina el 42% de los más pobres y el 95% de los más ricos. Pero la deserción se masifica en el ciclo superior de la enseñanza media: sólo el 8% de los más pobres lo termina (y el 70% de los más ricos).

La inmensa mayoría de los niños y jóvenes estudian en el sector público, y es por ello por lo que el gasto público en educación es tan importante. Los que asisten a centros privados son entre un 12% y un 25%, siendo en Montevideo donde hay más oferta y demanda de educación privada. En el Interior, la concurrencia a centros privados es notoriamente inferior. En Primaria, el 84% de los niños es atendido en el sistema público, y en Secundaria, el 88%.

Dado que la mayor parte de las personas se atiende en el sector público, el gasto público en Educación es un punto crucial de la política. Con la meta del 4.5% del PBI asumida en el gobierno anterior, este aumentó sensiblemente. También el nivel salarial de los docentes mejoró, respecto de 2010. Sin embargo, aquí la inversión en Educación no sigue una lógica lineal: los resultados no han mejorado tan sensiblemente como la inversión hecha allí. Y no es porque sea poco lo que se hizo, sino porque una de las principales virtudes de las políticas es que sean sostenidas en el tiempo y que las instituciones que proporcionan estos bienes sean estructuralmente adecuadas a las necesidades sociales en relación al bien. Así, lo que importa no es sólo la plata que se gasta, sino la calidad de los recursos humanos que proveen el bien (los docentes), la continuidad de programas y técnicas, la atención centrada en las necesidades de los alumnos, la coordinación de todos los programas y, claro está, cuestiones de contexto que trascienden al propio sistema educativo. La estructura de la desigualdad en Uruguay es la que está condicionando el rezago educativo, no sólo de los más pobres, sino de todo el país. Veámoslo con algunos datos.

La tercera parte de la población entre 25 y 60 años tiene como máximo nivel cursado, primaria. Pero la disparidad entre el 20% más pobre y el 20% más rico es enorme. En el 20% más pobre, el 53% sólo llegó a Primaria, y el 43% llegó a Secundaria. Los que terminaron Terciaria son el 1.2%. Entre los de la población más rica, el 7% sólo tiene Primaria, el 44% tiene Secundaria y el 49% tiene Terciaria.

El Informe sobre el Desarrollo Humano para Mercosur del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, que tuvo como tema la juventud y el desarrollo humano, muestra que el Uruguay no sólo está rezagado con respecto a Argentina (es el país con los mayores logros en educación a todos los niveles), sino que mientras Brasil y Paraguay avanzan, nosotros estamos estancados.

En Argentina, Paraguay y Brasil, los jóvenes entre 20 y 24 años que han completado la enseñanza media ya superan el 50%: este porcentaje en Uruguay es inferior al 40%.

La explicación más probable está dada, en términos comparados, por la brecha que existe en la asistencia al sistema educativo de jóvenes entre 15 a 19 años entre los más pobres (quintil 1) y los más ricos (quintil 2). Esta brecha es muy superior en el Uruguay a la que existe en Brasil, Argentina y Paraguay. Si se piensa que, con la excepción de Argentina, el Uruguay es bastante más igualitario que Paraguay y Brasil se entenderá la magnitud del fenómeno. Por consiguiente, sin una inversión maciza en la educación del 40% de la población más pobre, el Uruguay no sólo no conseguirá avanzar sino que irá, progresivamente, perdiendo pie aún en el mismo contexto regional.

Entre los acuerdos emanados del grupo integrado por todos los partidos que tuvo como objeto la Educación, emerge como preocupación central la situación de la enseñanza media. Enhorabuena. Algunos acuerdos básicos se trasuntan en el documento. En primer lugar, buscar la concentración de los docentes en un mismo establecimiento educativo, evitando que circulen de aquí para allá en aras de conseguir acumular un sueldo docente sobre la base de sumar horas en varios liceos. Así, es necesario asegurar un salario digno e integral para el docente, y afincarlo en una institución. También se destaca la necesidad de fortalecer un currículum flexible que le permita al alumno circular por las varias instituciones del sistema educativo sin tener que afrontar los laberínticos y kafkianos procesos de reválidas, y la falta de reconocimiento, ¡tan habitual! entre las mismas instituciones del Estado de los propios cursos que imparten. Solucionar las cosas «desde arriba» sin someter a los alumnos a la prueba de fuego de la burocracia, cada vez que salen de un sistema y van al otro, sería ya, una verdadera reforma del Estado.

También es necesario reducir la asimetría existente entre las necesidades y preferencias de los alumnos y la currícula de los profesores, tendiendo a concentrar la oferta educativa más en lo primero y menos en lo segundo. Por último, se hace necesario implementar sistemas de «rescate» de los exp
ulsados del sistema educativo, para que puedan completar, ya adultos, la formación que les quedó pendiente, a través de sistemas de tutorías y conclusión de cursos a distancia (algo de eso hay, pero es marginal, y casi no se le da difusión pública a estas alternativas).

Los acuerdos han sido un paso en dirección a lo que se quiere. En todo caso, lo más importante es que, por primera vez el Uruguay se mira a sí mismo en el espejo de todas sus deudas y se dice: debo ocuparme de la Educación. La Educación Secundaria, está en la mira.

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