Peloduro: humor con marca registrada

Había nacido en la ciudad de Salto el 16 de setiembre de 1909 y en 1927 viajó a Montevideo con la intención de estudiar arquitectura, no pasando de primer grado.

Empezó a alternar las aulas con la redacción de los diarios, haciendo tareas como cronista parlamentario en El Nacional. Su director, el doctor Carlos Quijano, lo recordaría años después como: «un joven desgarbado, alto, con aire ingenuo y burlón, ojos sonrientes y asombrados. Iba a la Cámara y volvía cargado de «monos» para ilustrar las crónicas parlamentarias. Así nació el caricaturista, fundador de un estilo uruguayo de sátira y mojón auténtico en la historieta y el humor».

En las páginas de El Nacional vieron por vez primera luz, los personajes de Wing y Roncadera demoledores dibujos de toda la realidad política y precursores de las tiras de Peloduro y El Pulga.

Estos últimos dos personajes ingresaron rápidamente al gusto popular, siendo el primero un fanático del fútbol y el segundo un canillita, que con el tiempo se convertiría en comentarista de política internacional.

Julio Emilio Suárez Sedraschi, tuvo el privilegio de recibir de apodo el nombre de unos de sus personajes Peloduro, otros le llamaban El Mono por sus rasgos faciales. Él, supo burlarse de si mismo y a muchos de sus dibujos les marcaba rasgos de mono.

En el correr del 1933 ingresó a el diario El País y en 1936 comenzó a aparecer la tira cómica en las páginas de El Diario donde alcanzó elevados registros de popularidad. Por esos años Julio E. Suárez ocupaba, también, la secretaría de redacción de la revista Mundo Uruguayo.

 

Nace la revista «Peloduro»

«Dios nos puso en esta ciudad por no saber donde diablos ponernos», decía en su Nº 1 la flamante revista Peloduro, nacida el 28 de julio de 1943. Afirmando que era una «publicación semanal, uruguaya, solterona, con domicilio en Cerrito 685″.

Su cuerpo de redacción estaba integrado por Arthur N. García (Wimpy), Dionisio A. Vera (Davy), Serafín J. García, Carlos Martínez Moreno, Julio César Puppo (El Hachero). Luego, con el correr de los años, se sumarían Jorge Sclavo, Mauricio Rosencof, Mario Benedetti, Elina Berro, Carlos Núñez, Horacio Arturo Ferrer, los dibujantes Domingo Ferreira, Leonardo Galeandro, Blankito, quienes enriquecieron con su talento y su arte la vida de la publicación.

La revista tuvo varias etapas, siendo la última a principios de la década del sesenta, hasta que cerró definitivamente el 6 de agosto de 1964. Posteriormente Suárez publicó, todos los miércoles, una página en el diario La Mañana con el nombre Peloduro al que agregaba «órgano de la parroquia».

 

El caricaturista

Con la firma de Jess, acompañó a Carlos Quijano en el semanario Marcha, siendo el responsable de la contratapa de la prestigiosa publicación con el nombre de Cari-capturas. El desaparecido periodista Hugo Alfaro escribió en una oportunidad: «Suárez, tenía sabiduría en el humor: cuando los blancos independientes, para cubrirse, inscribieron el lema Por la Patria, hizo decir a uno de sus personajes: «Por la Patria y Por las Dudas». Era la puntería en el deschave, eso que no hay que explicar porque todos lo entienden».

Sucede que los personajes que creaba no eran arquetipos, eran criaturas carnales y vivas, cargadas de un humorismo entrañablemente uruguayo, que venía de la comunidad donde se engendraba. Suárez, descubrió el valor del humor, utilizándolo, no como algo superficial desprendido del medio y de la situación, sino en profundidad, en forma creadora, en muchas ocasiones, con un ácido y esclarecedor acento político.

Lo hizo en un Uruguay, que a mediados de los años cincuenta, empezaba su decadencia política y económica pero que no tomaba conciencia de la situación, sus personajes parecían ser los únicos que percibían, la profundidad de la crisis en que comenzábamos a sumergirnos.

 

El maestro

En 1941, recibió el Premio Especial de las Historietas Gráficas por parte de la Intendencia Municipal de Montevideo. En 1996, la comuna montevideana, publicó una edición de 220 páginas, en su homenaje, con varios de sus trabajos más representativos. En esa publicación Hermenegildo «Menchi» Sabat afirma: «Usaba con la misma virtud, el dibujo y la palabra. Era brillante, sencillo y gracioso sin maldades».

Sucede que Suárez era un caricaturista de primer nivel, además, un comunista consecuente que tuvo la habilidad de no pelearse con nadie en un país que se moría con él, en la década de 1960. El destacado político del Partido Nacional, Eduardo Víctor Haedo, gustaba coleccionar las caricaturas que destrozaban su imagen pública y sentía una admiración por su autor.

Caricaturistas y dibujantes de hoy, han aprendido mucho de la eficacia y del humor que encerraban los «monos» creados por Julio E. Suárez. Quizás, porque fue el más grande, el más creativo, no sólo de Uruguay, sino de América Latina.

 

El escriba y el hombre

Escribía tan bien como dibujaba. Hizo los textos de Peloduro para la radio, en la desaparecida emisora La voz del aire, mientras que en los micrófonos de El Espectador ponía «Charlas con Juan Julio» y «Marieta Caramba», esta última interpretada por la actriz Jebele Sand. Es el autor del «Diccionario del disparate», y de los «Comentarios internacionales de El Pulga».

El humorista Jorge «Cuque» Sclavo, decía: «No tiene monumento, ni le hubiese gustado, tampoco los homenajes. Siempre dijo que cuando quisiesen recordarlo lo hicieran con un asado».

En una oportunidad cuando le pidieron su autodefinición sostuvo: «Nunca tuve auto ni definición. No me alcanzan la plata ni los méritos».

Casualmente Peloduro vivía en un departamento sobre la sede de la Asociación de la Prensa Uruguaya que estaba en un edificio de la Plaza de Cagancha sobre el café Sorocabana. Allí fue velado. Sus colegas de la prensa, sabiendo que a él le hubiera gustado, mantuvieron abierta la cantina del sindicato despachando bebidas, mientras un creciente grupo de colegas acompañaban al notable humorista unos pisos más arriba. *