SE EDITO "JEWISH STANDARDS" CON ARREGLOS ORIGINALES DE UN ARTISTA URUGUAYO

Música judía bajo la óptica del jazz

Se trata de Jewish Standards, producido por el director, quien alterna su piano con una docena de instrumentistas y cantantes que dan una atractiva variedad musical a los setenta y cuatro minutos de duración del disco. Excepto tres títulos tradicionales que muestran las influencias del romancero sefaradí y que están alejados del jazz, los restantes exhiben un gozoso panorama de música judía que palpita con buen ritmo, deliciosa musicalidad y adecuadas dosis de swing.

La estrella que brilla es, obviamente, el piano de Goldsztein, cuyas improvisaciones se deslizan con la autoridad de quien domina no sólo la técnica instrumental sino el lenguaje con el que sabe llevar estos temas judíos al terreno del jazz. Su impecable touch, el delicado fraseo y la rebosante claridad de sus ideas se aprecian sobre todo en «Bisale Mazel», «Sunrise, sunset», «Ose shalom» y «Tumbalalaika». No es de extrañar que allí esté acompañado por los argentinos Oscar Giunta (contrabajo) y su hijo Oscar Alejandro Giunta (batería), quienes apoyan al director con todo el profesionalismo de años de brillante carrera musical, armonizando, haciendo contrapuntos, generando un sólido y estimulante ritmo. La actuación del trío en la lírica balada «Jerusalem de oro» permite el lucimiento individual de los tres, al tiempo que sigue la tradición clásica de los mejores tríos de la historia del jazz.

Federico Righi en bajo eléctrico y Martín Ibarburu en batería cumplen un correcto papel en cinco tracks (en algunos aparece Daniel Márquez en percusión) y la espléndida voz de Sara Sabah impresiona por su dulzura y afinación en las cuatro canciones en las que interviene. Es una lástima que el clarinete y el saxo soprano que ejecuta Daniel Kovacich suenen tan pulidos, cuidaditos y estudiados. Hubiera sido preferible que esos vientos vibraran con más garra y más swing.

Es por demás elogiable que Daniel Goldsztein haya evitado la onda klezmer que tan discutibles resultados ha dado con las producciones de clarinetistas como Don Byron o David Krakauer. Sus arreglos prefieren transitar por los terrenos jazzísticos que se remontan al mainstream, el bop y el cool, con frecuentes incursiones al jazz latino y el contagioso ritmo de la bossa nova. Con ello ha logrado redondear un hermoso y recomendable álbum. *

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