Retrospectiva de un escultor

Las retrospectivas de artistas nacionales son siempre problemáticas. El apresuramiento o la escasa disponibilidad de obras significativas alteran o deforman la dimensión auténtica de una obra. Otras veces el exceso anula o disminuye el conocimiento de la producción que en su momento alcanzó un cierto reconocimiento. La visión pictórica de Ruisdael Suárez en el Centro Municipal de Exposiciones fue la aproximación acertada a un creador, rescatado de un imperdonable olvido.

Con la escultura uruguaya, con pocos nombres recordables más allá de su popularidad ciudadana, sucede algo similar pero más agravado. No es fácil el traslado de pesados volúmenes, algunos de los más valiosos instalados como monumentos en la ciudad. Exposiciones de Zorrilla de San Martín, Belloni, Michelena o Pablo Mañé serían impensables sin esos referentes monumentales y siempre serían, inevitablemente, parciales.

La muestra del escultor Rubens Fernández Tudurí (1920   1993), con estudios en el taller de Bernabé Michelena y de grabado con Luis Mazzey, se realiza en una pequeña sala del Cabildo de Montevideo. Un espacio poco apto para la escultura donde además, hay demasiadas obras.

El mérito de la exhibición es el de recuperar a un escultor que, como todos, hizo escasas presentaciones individuales. La actual puede considerarse la primera aunque hizo dos en vida. Más evidente fueron sus regulares envíos a salones nacionales y municipales donde obtuvo varias distinciones. Centrado en la temática de cierta raigambre popular, figuras de cuerpo entero, aisladas o en parejas, y bustos de amigos o personajes históricos, Fernández Tudurí dominó el modelado con predominio de la línea (al contrario de su maestro Michelena que privilegió las zonas de pasaje, exteriorizando el volumen desde adentro y no como superficie), consiguiendo relaciones espaciales logradas: Lluvia, 1942, Maternidad, 1949, Lavandera, 1945, Niña comiendo, 1946, Idilio, 1950, Campesina, 1955, Desnudo, 1980, Desamparada,1963. Menos feliz estuvo en el retrato (Hilda López., 1975, Raúl Sendic, 1989, Manolo Lima, 1990, Van Gogh, 1990, Modigliani,1992). Representante de la continuidad de los cánones establecidos por el naturalismo académico del siglo XIX, que sobrevivió en buena parte de la escultura nacional, soslayando los cambios estéticos que transitaban Germán Cabrera, María Freire, Yepes, Podestá, y más cercano, inclusive ideológicamente, a Armando González y Homero Bais, compañeros de taller, lejos del tratamiento impresionista de la superficie de Juan Martín que siguió las enseñanzas de Luis Falcini. La exposición de Fernández Tudurí, cercana a la reconstrucción del taller por la acumulación de piezas, deja un saldo insatisfactorio. Con una selección rigurosa, haciendo hincapié en los trabajos citados, hubiera dado una imagen de cierta práctica escultórica (postulada dentro del realismo socialista) que se manifestó a lo largo del siglo XX, paralelamente las vanguardias históricas. Un catálogo de 60 páginas recoge varios textos y numerosas fotografías. *

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