El país que nos habla

El lenguaje oral y el escrito son dos de los más ricos y preciados patrimonios culturales de un pueblo y un pilar fundamental en la comunicación humana, que está intrínsecamente asociada a la identidad.

Estos tiempos de globalización económica y de colonialismo cultural han inducido a los países latinoamericanos, que aún conservan cierta mentalidad de colonia, a sucumbir escandalosamente a la aplastante influencia mediática de naciones como los Estados Unidos. En ese contexto, suelen adoptar modelos y usos ajenos a su tradición e idiosincrasia.

El culto al éxito, el entretenimiento banal y chabacano, la orgullosa ceguera ante la realidad de otras latitudes, la promoción del individualismo como norma de convivencia y la reivindicación a ultranza de ciertas tradiciones sociales y culturalmente alienantes, son parte de esa nociva influencia.

La pérdida de nuestro lenguaje en pos de la inclusión de modismos de otros, principalmente de origen anglosajón, tanto aquí como en países de análogas realidades, nos confronta a un complejo de inferioridad ante el económicamente más poderoso. Esa obsesión por extrapolar modelos aunque sea en el plano léxico, es el tema que aborda con particular lucidez la escritora argentina Ivonne Bordelois, en «El país que nos habla».

Si bien la obra refiere particularmente a la canibalización del lenguaje en la vecina orilla, la problemática que la autora aborda resulta por completo reconocible en estas latitudes geográficas.

Aunque la autora es experta en literatura y lingüística, este novedoso ensayo no resulta en absoluto farragoso ni plagado de terminología técnica, sino que propone una profunda reflexión que pueda ser comprendida por el público en general y no sólo por alguien versado en el tema.

La obra desmenuza la noción de lenguaje como pilar de la identidad cultural y social de un pueblo y la forma mediante la cual la gente va moldeándolo a su necesidad, aportando, de este modo, un indudable testimonio de sentires, realidades y pensamientos.

Resalta, además, la importancia de la comunicación oral y escrita, como forma de establecer lazos vinculantes con el entorno y de retomar una comunicación más íntima y personalizada, soslayando los códigos de los medios tecnológicos de difusión masiva.

La autora formula también una breve pero ilustrativa semblanza histórica a propósito de la formación del lunfardo, idioma por excelencia del tango en ambas orillas, y las influencias de distintas culturas en su creación.

Asimismo, valora los esfuerzos, en el decurso de la historia, por identificar y defender una lengua propiamente argentina, un modo de hablar y expresarse que identifique a sus pobladores ante sí mismos y ante el mundo.

Un papel destacado en el presente ensayo lo ocupa la crítica contundente a los lenguajes televisivos y publicitarios, plagados de lugares comunes, errores conceptuales y de conjugación e invadidos por una lamentable pobreza de léxico.

Este fenómeno divorcia a medios como la televisión, de su primitiva función de educar, para tornarlos, en muchos casos, meros reflejos e impulsores de la deformación lingüística más grosera y de la más deformante chabacanería, con la burda excusa de ofrecer un producto más «popular» y «atractivo».

La influencia del inglés, reemplazando innecesariamente palabras del castellano por modismos anglosajones, para peor mal pronunciados y sin entender su significado concreto, es otra de las plagas que amenazan el lenguaje que utilizamos cotidianamente. Bordelois se ocupa especialmente de este aspecto, mencionando el eterno complejo de los países latinoamericanos ante la gran nación del Norte, y su constante autonegación en pos de adoptar, al menos en el lenguaje, el modelo que se nos intenta imponer.

Por último, la autora, rescata la importancia de la poesía, pero no sólo la académica sino la popular, la que abreva de la más rica tradición de nuestros pueblos y que, según ella, es uno de los más firmes baluartes de resistencia ante el empobrecimiento cultural e intelectual que padecemos en los primeros tramos del siglo XXI.

(Editorial Sudamericana)

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