Una semana movida

La calculada, pérfida planificación de los centros culturales, apuesta a la coincidencia de las inauguraciones. Poco inteligente interacción entre los museos, pues de ellos se trata. Todos, como no podía ser de otra manera, lo hacen a la misma hora: 19.30. Quizá no sea ajena a esta unánime actividad de los museos montevideanos la inminencia de la celebración del Día Internacional de los Museos, el 18 de mayo.

 

Museo Blanes

El alejado Museo Blanes, en el Prado, propone Pablo Uribe: «Entre dos luces», exposición que toma el nombre de un cuadro de Juan M. Blanes, de obras paisajísticas de 35 artistas de la colección del museo, autores nacionales y extranjeros (no se comunicó los nombres), seleccionadas por Uribe y montadas en función de una concepción espacial rigurosamente estudiada, según el comunicado de prensa. Se agrega además, que la exposición se inscribe en el marco de una serie de muestras programada sobre la misma matriz: artistas jóvenes contemporáneos revisan y analizan durante seis meses las obras almacenadas en el acervo del Blanes y luego realizan, en base a un guión curatorial propio, la selección y montaje de las mismas, una práctica que en otros países es usual. Así, el Louvre encargó a Jacques Derrida y Peter Greenaway dos acontecimientos memorables por la audacia conceptual.

 

Museo Zorrilla

Cercano aunque solitario en Punta Carretas, ligeramente a trasmano, el Museo Zorrilla se arriesga con una muestra-homenaje a Petrona Viera (1895   1960), una de las numerosas mujeres que comenzaron a pintar (Lolita Lecour, Amalia Nieto, Amalia Polleri, Carmen Garayalde, Olimpia Torres, Elsa Andrada) y esculpir (Margarita Fabini, Aurora Togores, Marta Carafí, Amalia Corchs Quintela, Carla Witte), abriéndose paso entre el batallón de varones. Otras muchas más, desde fines del siglo XIX, lo hicieron como parte integrante de una educación que incluía el piano y la pintura, para luego profesionalizarse en el Círculo Fomento de Bellas Artes fundado en 1905 o en la Escuela Italiana. En clases rigurosamente vespertinas y no por la noche, como correspondía a los prejuicios epocales.

Petrona, hija del conservador presidente de la República Feliciano Viera, quedó sordomuda desde la infancia a raíz de una meningitis y su educación se desenvolvió en ámbitos particulares. Estudió con Vicente Puig y Guillermo Laborde, que la introducirá en la estética del planismo, dentro de la cual será una de sus mejores representantes. En su producción hay períodos (recreos infantiles, interiores, paisajes urbanos, naturalezas muertas) pintados y dibujados en su casa quinta de la Unión, en el Prado o las playas de Rocha, exhibidos en salones nacionales y municipales, de colores fuertes y materia plana, característicos de la década del veinte y después, donde pontificaron José Cuneo, Carmelo de Arzadun, César A. Pesce Castro, Guillermo Laborde, acompañados de otros muchos en el campo de la escultura, las artes decorativas y la arquitectura. Una expresión típica de las consolidadas clases medias uruguayas. Se editó un importante catálogo con textos de la curadora Alicia Haber, Fernando Loustaunau, Mónica Bottero, Virginia Patrone y Raquel Pereda, con numerosas fotografías en color de acuerdo con un diseño gráfico, siempre convencional, de Taller de Comunicación.

 

Museo Nacional de Artes Visuales

La tercera novedad del día se instalará en el Museo Nacional de Artes Visuales, hoy por hoy, la pinacoteca más atractiva por su plural dinamismo, visitado por una concurrencia extraordinaria en las sesiones de videos, cursos y la cafetería, la más hermosa y elegante de la ciudad.

Se trata de Varela: la palabra callada, una exposición de Fernando Varela (Montevideo, 1951), un uruguayo desconocido que emigró a Santo Domingo, República Dominicana, en 1975. Desde allí difundió su nombre en trabajos pictóricos y de escultura en las bienales de La Habana, Cuenca, México, Valparaíso, Puerto Rico, Ljubljana, Cagnes-sur-mer y Caribe Insular, excelentemente instrumentada por María Luïsa Borràs en Badajoz, España.

No obstante esos antecedentes, la mirada de los críticos y artistas uruguayos permaneció ajena al registro del nombre de Fernando Varela. Que ahora, vuelve, 40 años más tarde, con una muestra individual integrada por dibujos, pinturas y esculturas con soportes tradicionales (lienzo, papel, madera, resina) que dejan en evidencia la economía de formas y simplicidad que caracteriza sus trabajos.

En el sobrio y elegante catálogo, Angel Kalenberg escribe, entre otras extensas consideraciones: «A diferencia de lo que le ofreció Uruguay, Varela encontró en Dominicana un vital reservorio de imágenes precolombinas y coloniales (producto estas últimas del sincretismo entre el imaginario hispánico y el prehispánico). Sin embargo, la obra de Fernando Varela, dada su circunstancia transcultural, prolonga la tensión que Torres García ejemplificara con el mapa al revés entre el hemisferio Norte y el hemisferio Sur. Más aún, en estos treinta años pueden advertirse en su obra elementos formales que lo conectan subliminalmente con la tradición de la pintura del Río de la Plata, en particular, otra vez con Torres García y, en especial, con la conciliación entre lo universal y lo latinoamericano».

 

Carlos Caffera, charla sobre cerámica

El ceramista y crítico de arte Carlos Caffera hablará sobre Cerámica, pasado y presente, en la sala Carlos Vaz Ferreira, el martes a las 19.00. *

Te recomendamos

Publicá tu comentario

Compartí tu opinión con toda la comunidad

chat_bubble
Si no puedes comentar, envianos un mensaje