EN LA SALA TEATRAL DE AGADU

Franny Glass devela sus intereses secretos

Cantautor posmo y minimalista, el «Thom Yorke» uruguayo, pope de la generación «Y», autoerigido musicalizador de la obra de J.D Salinger…aplicadas a Gonzalo Deniz, cualquiera de esas expresiones (aunque ronden la mente, y tienten) resultan insuficientes. Sus canciones azoran, enseñan y acarician. Lo primero porque su autor e intérprete tiene solo 21 años. Lo segundo, porque logró editar de forma independiente un disco -«Con la mente perdida en intereses secretos»-, (grabado y mezclado en La Martinica, 2007) del que se ha hablado todo el año. Lo tercero, porque el talento en esas composiciones no solo se asoma sino que se impone, equilibrado, armónico y los 12 tracks conforman un impecable trabajo debut que podría arrasar como el mejor disco del año opacando a lanzamientos con respaldo discográfico y comercial.

En la pasada presentación en vivo en El Living, Deniz enfrentó al público como suele: pulsando una guitarra española, cantando sin efectismos o fervor que no sea el intrínseco a su música y su conmovedora lírica, relajado, casual, casi frágil y alejado de toda grandilocuencia.

Vive en el Cerro, veraneó siempre en San Luis y cursó la Escuela de Cine de Uruguay. Ni esta entrevista con LA REPUBLICA ni sucesivas auguran tan solo empezar a develar el dulce misterio que envuelve a la sensibilidad de este músico asombrosamente fértil y maduro, pero ahí va.

 

­¿Cuál fue el proceso para llegar a este disco?

­Las canciones se armaron todas en el verano pasado. Retomé la guitarra con cuerdas de nailon después de dos años. Surgió todo muy de golpe. Entré a grabar a principios de marzo y a mediados de mayo estaba pronto. La idea era hacer algo solo, bien despojado y grabarlo rápido. No por estar apurado, sino porque yo quise que fuera como una foto de ese momento. Lo teníamos pautado. Grabé las guitarras acústicas y las voces, todas en una noche. Fueron todas primeras y segundas tomas. Luego grabó la gente que participó en el disco. Era como una necesidad grabar algo que fuera nuevo.

 

­¿Por qué después de Franny Glass y los Bla bla blás o tu participación en Mersey vino un camino solista?

­Fue algo que sentí. Es que a mi me pasa que me gustan más las versiones acústicas de proyectos por ahí con el vocalista cantando solo, que la versión de estudio con la banda. Por ejemplo me pasó con Donovan. Con las bandas las grabaciones se extienden, es un año grabando y después cuando va a salir el disco…capaz ya surgió otra cosa».

 

­¿Cine o música?

­Ahora, música. Terminé la Escuela de cine, me falta editar el cortometraje de egreso. Hasta ahora hice pocas cosas, dos cortos, uno que estoy editando y el otro salió el mejor trabajo por Uruguay en el Festival de Escuelas de cine 2006. Ahora ya me resigné un poco a filmar en cine. Lo haré en video. Tengo más ganas de hacer lo que hice con Franny Glass, que estar cinco años con un corto trabajando.

 

­¿Vive este momento creativo con armonía, o lo sacuden esos tormentos desesperados medio góticos que aquejan a algunos artistas?

­Depende del día. Me están pasando cosas re buenas con Franny Glass. Me sorprendió que entre amigos de mis padres, gente de 50 o más grande tuvo respuesta buena el disco. Pero siempre pasa que aparecen malas. Depende del día.

 

­¿Cómo se relaciona la literatura con su proyecto?

­Siempre me gustó leer y eso no era algo musical…a partir de los libros de Salinger apareció otro tipo de devolución literaria… que no sé cómo describir. Un efecto musical.

El título del disco viene de un libro de Dylan, leí el primer capítulo y saqué esa frase que tiene que ver con el estado en que estaba yo en ese momento. Y el de la banda… Salinger, es lo que más he leído, todos sus libros.

Me gusta la literatura norteamericana, Scott Fitzgerald. También desde el libro de Forrest Gump al Señor de los Anillos. Siempre me leyeron, mi abuela, mis padres. El contacto con el cine me viene por mi abuela también, ella me llevaba siempre a Divercine y los regalos que podía recibir en Navidad, Reyes, siempre eran libros.

 

­¿Por qué lo conmueve la saga de la familia Glass?

­Lo primero que me gustó fue que llegué solo, a través de algo que leí de Wes Anderson un director que me gusta mucho. Fui, me compré un libro de Salinger y me gustó mucho. El primer disco que leí fue ‘El guardián en el centeno’ me gustó la bronca adolescente rebelde contra todo el mundo. Luego ‘Franny Glass’ me lo regaló mi novia para Navidad de 2005. Y me enamoré. El día que lo terminé lo cerré y escribí una canción que se llama ‘Franny and Zoey’. Son jóvenes talentosos, genios con la maldición de sus hermanos mayores, que les hicieron cuestionarse todas las cosas en la vida. Generalmente a los personajes de Salinger les pasa eso, no pueden tolerar el mundo adulto y su hipocresía y supongo que eso me identifica algo.

Franny Glass presenta «Con la mente perdida en intereses secretos» mañana jueves, a las 21.00 horas en el Teatro Agadu (Canelones 1122 y Paraguay). Para pedir el disco hay que escribir a frannyglass@adinet.com.uy, y el autor lo lleva a su casa. *

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