Obra. Por la labor del director y los actores, en ambos rubros sobria y eficaz, merece buenos elogios

Extraño juguete, de Susana Torres Molina, en el teatro El Tinglado

Nulo al punto que no hemos visto ninguna fotografía que la incluya. Dirigió en los comienzos de su carrera el unipersonal «Espiral de fuego», de y por Danilo Devizia, un actor también original, tan poco conocido como frágil fue su salud y su corta vida.

Las obras que conocemos de Torres Molina, como «Ella» y «Unión mística» son, como el título de esta pieza, extraños juguetes. Hay en ellas, aparte de un buen dominio del idioma y un instinto teatral claro una afición por situaciones límite donde el juego y la fantasía están siempre presente, donde se plantean enigmas a la luz del día, dobles fondos y giros sorprendentes. En este sentido, la inquietante y bien construida «Extraño juguete» no es la menor.

Juan Pablo Moreno ha puesto en escena este año, y en «El Tinglado», «Pánico» de Rafael Spregelburd, por la compañía «Uuhh hago teatro», en la que también actuaban Carolina Piñeyro, Florencia Paullier y Mauricio Chiessa. Era un buen espectáculo; también «Extraño juguete», por la labor del director y los actores, en ambos rubros sobria y eficaz, merece parecidos elogios. La obra se da con una escenografía bien presentada en su simplicidad: el teatro de Torres Molina, aunque sucede en el mundo tangible, es mayoritariamente interior, como hecho de galerías psíquicas y laberintos emocionales.

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