"Leonardo y la máquina de volar". Obra de Humberto Robles, en el teatro Circular

Da Vinci: un estimulante lector del universo y de lo cotidiano

Diversión y regocijo. Dos escritores, tan dispares como serios, T.S. Eliot y Bertolt Brecht, escribieron que la primera condición, tanto del verso como de la prosa es la diversión, y que el entretenimiento del espectador es lo primero en el teatro. En esta pieza de Humberto Robles nos acercamos al genio original de Leonardo da Vinci; el autor ha acertado con lo mejor y más estimulante del personaje, su fluida curiosidad por cuanto está al alcance de nuestros sentidos y de nuestra mente. Con gracia y felicidad de expresión, vemos cómo Leonardo presta la misma atención a la catapulta, al invento del tercer diente del tenedor, a las virtudes culinarias de la radicha y a sus maneras de degradarse con el tiempo. Así como para Montaigne, la más pequeña anécdota le fue ocasión propicia para reflexionar, para Leonardo todo fue ocasión de investigar, pensar y cuestionar. Se siente la frescura del cerebro de este sexagenario, su pasión por la vida y sus enigmas, su afecto por el joven discípulo a quien entrega sus confidencias.

Quiere inventar la máquina de volar, desafiando a la Biblia y soslayando la Inquisición; fracasa, pero su idea, reformada y perfeccionada, volará unos metros, el 17 de diciembre de 1903 en Kitty Hawk. Curiosamente, su asimilación del hombre con el pájaro se ha visto confirmada por la comprobación de que, las aves y el hombre (no ocurre lo mismo con otros mamíferos), benefician el desarrollo y la salud de sus crías con la atención y cuidado, no sólo de los padres, sino también de su parentela y vecinos.

No es ajena a este grato resultado la elección de los dos actores. Roberto Fontana, que, salvando las distancias, comparte con Leonardo tanto la inmediata felicidad de vivir como la esperanza en el mañana, nos brinda una de las más brillantes realizaciones de su larga y fecunda carrera. A su lado el joven Fernando Amaral, a quien sienta tanto la Grecia clásica («Las bacantes» de Eurípides) como el Renacimiento, prueba una vez más que es uno de nuestros mejores intérpretes jóvenes. Daniel Torres y Humberto Robles dirigen la obra, con aciertos de plástica, dentro de la exigente sala Dos del teatro Circular, y de ritmo narrativo; hay un hermoso final, agradablemente irónico, con la aparición de la más célebre de las sonrisas, la Gioconda, un misterio sin fin legado por Leonardo.

Leonardo y la máquina de volar, de Humberto Robles, con Roberto Fontana y Fernando Amaral. Vestuario de Verónica Lagomarsino, escenografía e iluminación de Álvaro Domínguez, ambientación sonora y selección musical de Alejandro Arezzo, dirección de Daniel Torres y Humberto Robles. En Teatro Circular, sala 2. Viernes y sábados a las 21.30 horas y los domingos a las 20.30 horas.

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