Arte

Carmelo Arden Quin, a los 95 años

Carmelo Arden Quin, nacido el 16 de marzo de 1913, el mayor pintor uruguayo de la segunda mitad del siglo XX de prestigio internacional, es desconocido en Uruguay. Con su vasta e histórica trayectoria, nunca fue invitado a representar al país en alguna de las numerosas bienales. Menos aún, a exhibir su obra en Montevideo, a excepción en 1994, cuando el autor de estas líneas, mostró en el Museo Torres García parte de su producción en una colectiva sobre Arte Madí. En esa ocasión, las autoridades responsables de la cultura nacional y municipal, lo ignoraron y su presencia física fue saludada y recibida en homenaje exclusivamente por el embajador francés Pierre Charasse. Esa lamentable descortesía hacia el ilustre visitante compatriota, que se acentuó con el total olvido oficial posterior dejó, naturalmente, una herida abierta en su sensibilidad y a pesar de recientes tímidos intentos de superar esos antecedentes por el gobierno progresista, nunca se concretó una sólida propuesta para realizar una exposición individual en el Museo Nacional de Artes Visuales que es lo que corresponde hacer. El Museo Reina Sofía de Madrid, más generoso, habilitó una enorme muestra de madí, siendo curadora María Luisa Borrás, y un gran catálogo, en 1998.

Cien obras, pertenecientes a todos los períodos, están en Buenos Aires, esperando que el nuevo aniversario cicatrice la vieja herida y Carmelo Arden Quin autorice el traslado a Montevideo para ser presentadas en la principal pinacoteca.

Es una asignatura pendiente de la cultura artística nacional. Pues Carmelo Arden Quin, cofundador junto al húngaro-argentino Gyula Kosice del movimiento Madí en 1946 (el 60º aniversario pasó también inadvertido para los uruguayos), inauguró un camino innovador que, surgido del contacto con el constructivismo torresgarciano, entre otras tendencias internacionales, introdujo la auténtica modernidad en el Río de la Plata de la cual derivarían los plurales grupos geométricos, desligado de connotaciones románticas, abierto a la invención permanente en la diversidad de opciones expresivas que fueron más allá de las artes visuales con el cuadro recortado, los colores planos y puros, para incluir la música, la danza, la poesía, la decoración de interiores.

Lo acompañaron, entre otros, dos uruguayos insoslayables, Rhod Rothfuss y Rodolfo Uricchio, quienes permanecieron en el país, mientras Carmelo se marchó a París en 1947 y desde la capital francesa amplió el movimiento y lo mantuvo vivo y actuante hasta hoy: en la Casa de América Latina de París se acaba de inaugurar la muestra del Movimiento Madí Internacional (60 artistas de 12 países) con una sala dedicada a Carmelo Arden Quin, para coincidir con el aniversario, sin duda, de un creador, que aunque las autoridades responsables lo ignoren, es patrimonio vivo nacional y referente histórico universal.

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