Crítico. En su último trabajo fustiga la invasión a Irak

El popular "Negro" Fontova vuelve hoy a El Tartamudo Café y Más

Horacio Fontova realizará hoy su segunda y última presentación en el pub El Tartamudo Café y Más (Avenida 8 de Octubre 2543 esquina Presidente Berro) a partir de las 22.00 horas.

Las localidades para el espectáculo tienen un valor de $ 180. Por consultas, se puede llamar al teléfono 4804332.

 

Palabra del «Negro»

–¿Cómo es el show que está presentando?

–Estoy solo con la viola y voy a hacer algunos adelantos de mi próximo disco que se llama «Folkloreando y otras yerbas».

–¿Por qué eligió ese título?

–Lo de «folkloreando» se refiere a hacer versiones, en nuestro estilo, de los viejos clásicos folclóricos. Por ejemplo: «Zamba de mi esperanza», «La nochera», «Paisaje de Catamarca», «Luna tucumana». Todas las viejas canciones que uno aprendió a tocar en la guitarra, desarrolladas con sumo respeto pero dándoles nuestra forma. Tratamos de que suene un poco, no te quiero exagerar, pero una chacarera suena más a rock and roll y una zamba podría llegar a ser un blues. «Otras yerbas» se refiere a temas míos, algunos nuevos y otros del disco anterior que se llama «Fontova 2004″.

–¿Cómo son las canciones nuevas?

–Los temas nuevos no son muy humorísticos, son críticos, tienen que ver más que nada con cuestiones sociales o irónicas, con cuestiones de Irak, de la zafra y de los exprimidos en los cañaverales, cosas por el estilo. Pero tratando de que tenga una ligazón con la cosa folclórica.

Por supuesto que es muy diferente con lo que hago en el recital. Si me vas a ver en vivo a mí se me ocurren historias, o sea, que ahí el humor prima más que si simplemente escuchás un tema en un disco. Es decir, siempre voy a estar hinchando los huevos.

–¿Cuando saldrá a la venta el disco?

–Lo quiero grabar en el estudio de Lito Vitela que fue quien mezcló, masterizó y participó en el anterior. Hay que combinar horarios, pero me imagino que a mediados de año ya estará.

–¿Se imagina su existencia sin el humor?

–Sin el humor es imposible vivir. Una vez un gaucho me dijo en un pueblito muy lejano que se llama Benito Juárez: «Y negro, si no te reís morís». Me parece que es así, yo siempre digo que el humor es un fenómeno vasodilatador, favorece la circulación de la sangre. En contraposición de todos los fenómenos vasoconstrictores que te hace sufrir este sistema de mierda: el miedo, la desconfianza, etcétera, etcétera. Nos hace falta el humor, que sirve para disipar cosas muy dolorosas. Reírse de los oscuro también le quita poder.

–¿Tiene relación con la música uruguaya?

–Bastante, yo soy amigo y compadre de Daniel Mora, un bajista uruguayo que ahora vive en Buenos Aires. Tocó con Djavan, con los Fattoruso, con Luis Salinas y también con Leonardo Amoedo. Además laburé con Ruben Rada y con Leo Maslíah. Con Rada me acuerdo que hicimos un ciclo de cuatro conciertos en un desaparecido teatro, el Odeón, que ahora es un estacionamiento. Fue memorable. Estábamos cada uno con su banda e interactuábamos con los músicos, hacíamos personajes raros.

La característica de esos recitales era que, cuando terminaban, salíamos haciendo una especie de llamada cada uno con su parche por la calle Corrientes con el público y todo. ¡Hacíamos un quilombo! Desde el obelisco ida y vuelta. Se cortaba el tránsito, había puteadas y exclamaciones de alegría. Siempre digo que ese fue uno de los mejores piquetes de los que participé.

Con Maslíah laburábamos en algunos café concert y después hicimos un espectáculo en el Estadio de Obras que se llamó «Maslíah-Fontova, bienvenidos a la Argentina». Ese título fue una cuestión humorística frente a esa adoración que la gente tiene por esos que se fueron y supuestamente triunfaron en el exterior y que retornan.

–¿Cómo halló a Montevideo?

–Me encanta Montevideo porque no tiene el estrés de Buenos Aires, que es un lugar muy vertiginoso. Ahora todas las semanas viajamos por el interior de Argentina, y también pasa que volver a la capital siempre, a nivel energético, es bajar unos escalones, es muy denso. Acá en Montevideo es muy hermoso, me encanta, podés aflojar un poquitito más.

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