En escena. "Un artista dedicado y aplicado para el que no hay límites"

Nacho de noche, de Ignacio Cardozo, en el teatro Alianza

Hasta tiene algo Nacho, en su mirada cargada con el peso de rayos que iluminan desde adentro y en un misterio personal que toda su cortesía y afabilidad oculta más que revela, del inolvidable Joel Grey, el presentador de «Cabaret», el filme de Vincente Minelli.

Lo que nos ofreció Cardozo fue bueno, entretenido, grato, por momentos original. Hay un artista allí, un artista dedicado y aplicado para el que no hay límites: labor omnia vincit. Hay todo eso, pero ¡ay!, esperábamos algo mejor.

El título, que sugiere una réplica del más conocido «Nacha de noche», viene de Buenos Aires; el comienzo, con el artista en su camarín, está demasiado visto. Está el actor rodeado de luces y afeites, de pelucas y telas y colores; es plásticamente hermoso; aún justificó la acertada observación del autor e intérprete de que el camarín es, después del escenario, el lugar más apasionante, más mágico, del teatro. Era un comienzo, rodeado de lógica; pero no fue un comienzo original o mágico, porque la lógica no lo es; y, para no ser ni original ni mágico, fue un poco largo. El final, con la reiteración de la canción, que en este nuevo avatar sonó perdidamente infantil, «Viví tu vida hoy», que se transcribe en el «programa de emergencia» (no sabíamos que sucedían «emergencias» con los programas de mano) padece de similar reiteración, del efecto de «ya visto»; y el fervor de Nacho no fue suficiente para hacernos olvidar que estábamos viendo, de nuevo, un fragmento de «La jaula de las locas», que tampoco era demasiada novedad. Así y todo, las canciones, alguna en «play back», fueron lo mejor; las anécdotas fueron de interés, pero eran pasibles de mejor organización. El animador debe ser demasiadas cosas: un narrador, un recitador, un cantante y hasta un poeta. Nacho Cardozo es un artista y puede hacerlo todo, seguramente, en un futuro próximo.

NACHO DE NOCHE, espectáculo creado y protagonizado por Ignacio Cardozo. Iluminación de Nacho Tenuta, piano de Martín Angiolini, selección musical de Carlos García, vestuario de Vittorio Cigliutti. En teatro Alianza.

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