Humanista. Un hombre que se centró en los grandes problemas de la humanidad

Gibran Khalil Gibran, un "profeta" libanés intemporal

Gibran «representa el aspecto más luminoso (de este país) en el mundo», declaró a la AFP el poeta libanés Henri Zgheib.

El poeta, novelista y pintor Gibran nació en una familia pobre de la aldea cristiana de Becharré, en la montaña libanesa, cerca de los ilustres cedros.

En Boston (Estados Unidos), a donde emigró con su madre, su medio hermano y sus dos hermanas, dejando atrás un padre despreocupado, se hizo célebre después de la publicación en 1923 del «Profeta», un poema en prosa en inglés, reeditado desde entonces en millones de ejemplares y traducido a decenas de idiomas.

Esta antología de aforismos y de parábolas es un himno a la vida y la libertad que refleja la meditación de un iluminado sobre el amor, el trabajo y la muerte.

Aunque era contrario al surrealismo, la corriente literaria dominante entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial, su idealismo de connotaciones evangélicas tuvo gran éxito en un público ávido de absoluto.

La célebre frase del presidente John F. Kennedy, «no preguntéis lo que vuestro país puede hacer por vosotros. Preguntad lo que vosotros podéis hacer por vuestro país», está inspirada en un texto de este autor, que escribía tanto en inglés como en árabe.

Gibran tenía «una visión cósmica», explicó Zgheib. «Se dirigió a los seres humanos de todas las épocas, y generación tras generación, se aspira a leer sus pensamientos humanistas», añadió.

Pero Gibran no es únicamente «el Profeta».

En «El loco», «Jesús, el hijo del hombre» y «El vagabundo», «todo lector sensible y preocupado encuentra respuestas a sus preguntas», sostiene Zgheib.

«Vivimos únicamente para descubrir la belleza. Todo el resto no es más que espera», decía. Una belleza que también quiso reflejar en la pintura. Aunque es menos conocido, Gibran el artista se revela después de dos años de estudios en París, donde conoció a Rodin.

En su museo de Becharré, donde descansa tras un tronco de cedro, como había pedido, 125 de sus 440 cuadros están expuestos junto con sus libros y los objetos de su taller de Nueva York.

En el Metropolitan Museum de Nueva York se encuentran sus otros lienzos reunidos por la norteamericana Mary Haskell, su protectora, con la cual tuvo una relación amorosa.

Su obra no se limita al lirismo. En «Espíritus rebeldes» denuncia la hipocresía social, las tradiciones feudales de su país natal y la hegemonía del clero.

Esa novela, considerada herética por su iglesia maronita, fue quemada en la plaza pública de Beirut, por orden de los otomanos, a cuya tiranía se opuso.

A pesar de su profundo amor por su patria, criticaba a sus compatriotas. «Vuestro Líbano es un enredo político que el tiempo trata de desenredar.

Mi Líbano está hecho de montañas que se elevan, dignas y magníficas, en el cielo».

 

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