Neuronas y Neurosis

EL MAGNETISMO DE MARIA INES OBALDIA

María Inés Obaldía, se sabe, tiene ese magnetismo especial de atraparnos con una voz dulce, calma, y llevarnos poco a poco a ser partícipes de sus dichos. Es una comunicadora entradora, cómplice del televidente, que no apoya su mensaje en el golpe duro ni en la postura de divismo que suele avasallar a otros informantes.

Se le comparte, casi siempre. El «casi» está referido más que nada al formato que está presentando «Historias de la vida», los viernes por Canal 10.

Los productores han optado por mostrarla como conductora, claro, pero sumergiéndola en un papel de líneas ajenas en las que se incorporan, casi como dominantes, tiempos de otros programas guardados en archivo y que deslucen su presencia, que sólo puede rescatar cuando realiza alguna entrevista directa, en la cual, por supuesto, recupera esa sugestión.

Tiene en su contra, además, que la visualización erró su camino. En la pasada temporada se la mostraba en medio de un estudio, con focos, micrófonos, cámaras, cables por el suelo, logrando un interesante alejamiento de Obaldía del acontecimiento pero nunca desviándola del mensaje sino más bien alcanzando el papel de intermediaria, de apoyo final.

En este ciclo, en cambio, se buscó otro camino, quizá con la misma intención, pero con efecto inverso.

El mostrarla hablando frente a la cámara y luego cortarle para mostrarla con otra cámara en un paneo lento pero siempre mirando hacia la primera, desdibuja la atención, le quita espontaneidad, como si fuera indiferente, en lo que da la impresión de chambonada, que no lo es, claro.

La vimos dos viernes consecutivos. El primero de ellos, dedicado a Ernesto Che Guevara y a la familia Forlán.

El segundo, justo antes del partido con Argentina, referido a Obdulio Varela y luego el recuerdo de Juana de Ibarbourou.

El programa del viernes 3 lo seguimos, hay que admitirlo, sólo en la parte referida al Che.

El primero de esos bloques fue un acelerado documental -ni eso- de Telesur, con la imagen del Che más simple y acelerada, con intrascendentes tomas del filme «Diarios de motocicleta», pero en ese atropello de imágenes no hay ninguna referencia a su presencia en Uruguay.

Lo demás estuvo relacionado con su muerte, con una entrevista de la televisión española al general Gary Prado, responsable de la captura de Guevara en Bolivia y que pierde su carácter testimonial al ser la respuesta de un militar represor.

La segunda parte ya nos muestra algo más. Se integra parte del programa que Angel María Luna tenía en el 10 en 1997, «El reloj», donde aparecen contraponiendo opiniones Jorge Batlle, José Mujica y Eleuterio Fernández Huidobro. Le seguirá otra parte de archivo con «La próxima puerta».

Mas adelante llegarán las fotos clásicas de su incursión por Punta, tomando mate con Haedo, por ejemplo, y la obligada referencia, ahora sí, a la participación en la reunión del CIES en Punta del Este, en 1961, y la posterior presencia en el Paraninfo de la Universidad, que terminó trágicamente ya que una bala que iba dirigida ­seguramente­ al Che mató al profesor Arbelio Ramírez, a su lado junto a Salvador Allende, a quien no se nombra.

El saldo quedó como una historia de vida al mejor estilo del Readers´Digest, sin profundizar en el personaje.

El viernes 10 lo vimos completo. Primero con Obdulio Varela, «el negro Jefe», sus comienzos, una interesante revisión de «Hablemos» con Jorge Traverso, casi un pibe, donde en 1993 nos muestra a esa figura de nuestro fútbol. Con amargura, con silencios, con monosílabos, respondiendo a todas las injusticias, como la posterior al triunfo en Maracaná que nos recuerda que la Asociación Uruguaya le regaló a los dirigentes medallas de oro y a los jugadores apenas de plata.

La entrevista a Edgardo Alcides Ghiggia, el que enloqueció a los cien mil espectadores del estadio y a todo Brasil con su segundo fatal gol, dio otro poco de sabor al personaje recordado.

Luego, María Inés toma su verdadero lugar de entrevistadora, y aquí las cámaras juegan sin efectismos, y con ella está Jaime Roos, que tuvo la suerte de llevar a Obdulio al Estadio para grabar un videoclip para su canción sobre los celestes.

El segundo tramo estuvo destinado a la triste vida de Juana de Ibarbourou, la primera poeta para muchos, cargada de datos sobre su marido, sobre sus amores ocultos, sobre su drogadicción con la morfina como centro.

También aquí hubo aportes importantes de Arbeleche, escritor y amigo de Juana, del camarógrafo Jorge Rodríguez, de Saeta, parte de la última entrevista a la poetisa, y de otra entrevista muy bien manejada por Obaldía con Diego Fisher, sobre su libro y las tres Marías.

Balance que debe darnos positivo, muy positivo, pese a los desdibujados intentos de montaje. Se recomienda seguir cada viernes encontrándonos con esas historias que suelen querer perderse en el olvido y merecen seguir apegadas a nosotros, los viejos, y a los jóvenes que podrán descubrir a esos grandes.

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