Premiados. Jurados, ternas y galardonados

La Cámara Uruguaya del Libro otorgó los premios Bartolomé Hidalgo

Este año, a diferencia de los anteriores, la Cámara del Libro y los jurados decidieron entregar algunas menciones y el premio Revelación, que correspondió a Fernando Amado, autor de «En penumbras: la masonería uruguaya 1973-2008″.

El Bartolomé Hidalgo de Poesía fue resuelto por un jurado integrado por Jorge Arbeleche, Roberto Apratto y Gerardo Ciancio. Los finalistas fueron «Antología poética» de Alvaro Figueredo; «Postales de sobremesa» de Alejandro Keller; y «Senryu o el árbol de las sílabas» de Alfredo Fressia.

El jurado fundamentó que «por sus valores estéticos expresados en una propuesta novedosa, original y personal», el Bartolomé Hidalgo de Poesía fue para Alfredo Fressia por «Senryu o el árbol de las sílabas».

Posteriormente se otorgó el galardón en Literatura Infantil y Juvenil. En este caso Dinorah López, Dinorah Polacof y Silvia Puentes de Oyenard seleccionaron las siguientes obras: «El desafío de la montaña» de Daniel Bald; «Hay que insistir» de Susana Olaondo e «Historias de pueblo chico» de Lía Schenk. «Valorando la creatividad, el humor y la fantasía, la riqueza del lenguaje el destinatario universal del discurso narrativo», se le entregó el Bartolomé a Lía Schenk por «Historias de pueblo chico». Schenk afirmó estar «conmovida, emocionada. Mi reconocimiento profundo -dijo- a la Cámara Uruguaya del Libro por su difusión, su interés en rescatar siempre el libro como un mediador de lo humano y de la cultura. Quiero dedicarles este premio a todos los niños y las niñas de mi país, para que nunca el derecho humano a la lectura y al libro sea vulnerado bajo ningún concepto».

Luego se otorgó el premio a la Mejor Divulgación Científica, que el jurado integrado por Juan Grompone, Laszlo Erdelgi y Agustín Courtoisie escogió de la siguiente terna: «Hay mama, tenés cáncer» de Lily Morgan; «Cuestiones del corazón» de Teresa Porzecansky ; «Los invencibles» de Cristina Canoura. El jurado decidió por «Los invencibles», de Canoura, quien entre otros conceptos dijo que lo sentía como que «recibo el Nobel con una diferencia a su favor; no me lo da la Academia, me lo da la Cámara Uruguaya del Libro y la industria editorial uruguaya.

El Bartolomé Hidalgo en Ensayo Político y/o Periodístico fue discernido por un jurado integrado por Adolfo Garcé, Jaime Yaffé y María Emilia Pérez Santarcieri, quienes seleccionaron la siguiente terna: «Búsqueda, una historia para ser contada», de Leticia Linn; «Se llamaba Wilson» de Diego Achar, y «Silencio de Estado» de Sergio Israel.

El ganador fue «Se llamaba Wilson», de Diego Achar, premio que fue recibido por la esposa del extinto escritor, quien tras agradecer afirmó que recibía ese premio «que comparto con nuestros hijos, en nombre de Diego, que efectivamente dedicó las últimas energías de su vida para este proyecto, y agradezco a la editorial Fin de Siglo, a Virgina Harlington, a Claudia Pivel y a todos los amigos».

El rubro Investigación histórica reunió a «El caso Mitrione», de Clara Aldrighi, «La actualidad del pasado», de José Rilla, y «La pradera perdida», de María Inés Moraes. El ganador -justificó el jurado- es un libro cuidadosamente elaborado, espléndidamente escrito, informado, profundo y a la vez con enfoques novedosos. El ganador del premio fue José Rilla con «La actualidad del pasado». Rilla agradeció y dijo que «uno no se prepara para esto. Creo que hace 4 o 5 años estaba escribiendo este libro, ‘La actualidad del pasado’, pero después me di cuenta de que hace 25 años que no hago otra cosa que preguntarme por la actualidad del pasado y este libro es apenas una expresión de una respuesta a esa vieja pregunta».

Luego en Narrativa, el jurado integrado por Heber Benítez, Rómulo Cosse y Wilfredo Penco definió como finalistas a «El profeta imperfecto», de Fernando Butazzoni»; «Palabra de Robles», de Miguel Angel Campodónico; «Tres buitres», de Henry Trujillo.

El jurado consideró que la forja de un personaje trágico y tierno a la vez, la presencia de un estilo rico en humor fino y agudo, ­tan raro en la literatura uruguaya­, la recreación de nuestra cultura en forma profunda, refrescante e irónica fundamentaron la entrega del Bartolomé a Fernando Butazzoni por «El profeta imperfecto». Por su parte Butazzoni agradeció a todos sus amigos, «al jurado que tuvo la gentileza de darme el premio y de incluirme con otros dos colegas tan respetados y tan buenos escritores. Quiero dedicarle el libro a «los locos del Vilardebó». Como saben, esta novela es la historia de un loco, no de un «loco lindo» precisamente. Una vez, mi hija, que es psicóloga, me llevó al Vilardebó al programa de radio que ellos tienen, «Radio Vilardevoz», y a partir de allí encontré y empecé a forjar la historia, que tiene bastantes trazos de realidad de esa gente, y como decía el filósofo: ‘lo ha perdido todo, menos la razón’, así que, para todos los locos, este premio es de ellos».

Finalmente se entregó el premio Bartolomé a la Trayectoria a Eduardo Galeano, quien afirmó que le dio «mucha alegría recibir esta estatuita tan decidora». Posteriormente, el laureado escritor compatriota ofreció una conferencia que LA REPUBLICA incluyó en su edición de ayer.

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