Arte

Carlos Capelán, uruguayo nómade

Es que Carlos Capelán, nacido en Montevideo en 1948, luego de un frustrado intento de permanecer en la Escuela Nacional de Bellas Artes, aún adolescente, se marchó a recorrer los países de la costa del Pacífico (Chile, Perú, Ecuador) en plena efervescencia política y aprendió con las comunidades indígenas y artesanales el sentido de la vida.

Esa juvenil experiencia lo marcó para su futura concepción artística, una de las más originales, aunque no siempre de fácil acceso a la complejidad de los significados que propone.

Es cierto, ya hizo dos exposiciones individuales en Montevideo ( Mapas lugar / paisajes, Centro Municipal de Exposiciones, 1992, Onlyyou / una cierta noción de lugar, Museo Nacional de Artes Visuales, 2005, y una participación colectiva en el museo Blanes, 2006) pero no tuvieron la resonancia pública que merecían.

Es que la pluralidad y complejidad de lenguajes que utiliza Capelán en sus grandes instalaciones (dibujo, grabado, pintura, video, fotografía, muebles, animales vivos) cuestionan la convencional mirada del receptor y solicitan, inevitablemene, el discurrir lento, casi perezoso de la lectura, el alerta intelectual, dejándose invadir por las imágenes visuales y encontrando, en el recorrido, el núcleo espacial que se constituye. Nada fácil para los tiempos veloces de la improvisación y la impaciencia.

Capelán reflexiona en cada lugar y en cada una de sus propuestas; en el caso de Onlyyou, presentada en diferentes ciudades, cambia de acuerdo al sitio específico y a la cultura local (en Montevideo incluyó un cuadro de Blanes y una jaula con un loro).

Son mapas y paisajes arborescentes, fluidos, cambiantes, diseminados, como la realidad misma, física y mental. Como su vida andariega que recorre países de varios continentes (ancló largo tiempo en Noruega y Costa Rica, para dar dos ejemplos), exhibe en infinitos centros culturales y museos, en bienales y encuentros internacionales.

Ahora volvió una vez más a Montevideo, viene de Chile donde hizo una exposición en la galería Patricia Ready, presentó un libro en el Teatro Solís el lunes pasado y promete estabilizarse durante seis meses en la ciudad en que nació. Mientras, pasea por la ciudad y se lo puede encontrar a la vuelta de cualquier esquina, fotografiando y filmando casas y lugares significativos según su óptica.

Carlos Capelán es el sencillo título de un volumen de 400 páginas, con textos en inglés de Nicos Papastergiadis y, también en español, de Ticio Escobar: La proclama ilegible. Acerca de la obra de Capelán, editado en Suecia, 2008, por The Ulla and Greger Olsson Art Collection.

El texto, relativamente breve para la importante publicación, fundamentalmente dedicada a repasar su obra con excelentes fotografías, de amplia, generosa disponibilidad gráfica a cargo de Jacob Edgren, se detiene en la identidad, los lugares del exilio, el retrato enmascarado, la apariencia de lo invisible, las casas abandonadas, los «ganchos» que propone el artista, la verdad de los muros, todos aspectos que involucran la complejidad antropológica de la obra.

«Enfrentado a lo ilegible, al fracaso de la representación, el arte no se conforma con emplear imgeniosamente el fort/da, el vaivén de la mirada, como si se jugara a las escondidas en un cuarto de espejos: busca en la frustración de la presencia plena (y de la plena mirada) ocasión o fuerza para volver a empezar la búsqueda de significaciones o, lo que es más o menos lo mismo, para volver a habilitar un espacio para la pregunta.

Entre otras definiciones que da al término «gancho», Capelán se refiere a esa estrategia como «lanzar la piedra y esperar que pasen cosas». Impugna así la pretensión del artista de controlar el proceso entero de significación de la obra; la intención de que su mensaje sortee interferencias y ruidos y llegue intacto al receptor. Por eso, Capelán inventa condiciones para que algo suceda: abre una escena de espera. Heidegger llama Lichtung, a esa abertura: el claro abierto por la obra de arte para aguardar el acontecimiento.

En medio de habitaciones atiborradas, de páginas sobrescritas, de imágenes encimadas, Capelán introduce agudas cuñas o ganchos que desgoznan el montaje y lo entreabren, fugazmente, a la inminencia», concluye el crítico paraguayo Ticio Escobar, hoy ministro de Cultura de su país.

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