Aniversario. Mañana se cumplirán 101 años de su nacimiento

Luce Fabbri: "Es preciso crear y multiplicar la solidaridad"

Esta mujer, que se destacó como ensayista social y literaria, nació en Roma el 25 de julio de 1908 y llegó en su temprana juventud al Uruguay huyendo del fascismo en Italia. Aquí militó en el anarquismo y contribuyó con sus escritos, así como con su actitud frente a la vida, al enriquecimiento teórico del pensamiento libertario.

Paralelamente a sus escritos políticos -«El camino» y «El anarquismo más allá de la democracia»- ha sido una fina crítica literaria, especialista en estudios sobre Dante Alighieri y en la poesía de Leopardi.

Poco antes de fallecer en agosto de 2000 en Montevideo, había comenzado a investigar un tema que amaba especialmente: el autodidactismo obrero.

En una entrevista publicada en Opción Libertaria, una revista en la que ella tenía una activa participación, Luce incita a las jóvenes generaciones a continuar en la búsqueda de alternativas de emancipación y justicia social.

Allí afirma que no es muy optimista, pues el presente muestra avances científicos y técnicos, pero que no redundan en un bienestar para la mayoría de la población del planeta.

La tecnologia al servicio del capitalismo sirve para acrecentar el control social y no para mejorar la vida.

El crecimiento económico del capitalismo genera contaminación. Luego de la implosión del socialismo autoritario -dice-, han erigido al mercado como solución final de todas las cosas, y el mercado nunca puede ser la solución final, a menos que la humanidad desee su autodestrucción. Es preciso crear y multiplicar la solidaridad; en economía, la solidaridad se llama socialismo, y hoy la única oferta válida de socialismo es el socialismo libertario, la autogestión.

Luego se le inquiere a Luce acerca de si ella cree que los movimientos sociales tales como el feminismo, la ecología social están emparentados con el anarquismo.

Respecto a esto, ella señala que por supuesto, porque existen en la «atmósfera social» elementos libertarios, que se enfrentan al poder, lo desafian, y eso es saludable. Esto indicaria – prosigue – que, a pesar de las dificultades de la coyuntura, existen posibilidades y perspectivas para el anarquismo.

Luego, se interroga a Luce -quien junto a su padre (Luigi Fabbri) debió emprender el exilio a Uruguay a causa del fascismo- sobre el rebrote xenófobo en Europa y el fascismo clásico.

Responde que el fascismo es siempre igual a sí mismo, emparentado al poder económico, a los que tienen el dinero y que no lo tienen para gastarlo, sino para ejercer la dominación sobre los demás. La riqueza es el sostén de esa dominación; hoy se llama neoliberalismo, creciente desocupación, racismo, etcétera- afirma.

Posteriormente cuenta cuáles eran las condiciones de vida y de trabajo en la época de su arribo a Montevideo. «En Italia a las mujeres que ejercian la docencia -que es lo que yo más conozco -no se las despidió a menos que fueran judías o de izquierda. No obstante, se tomaron ciertas medidas como, por ejemplo, que las mujeres podian enseñar disciplinas tales como la Física o las Matemáticas, pero no así la Filosofía, la Historia, es decir, las Ciencias Sociales, porque, decían los fascistas, las mujeres enseñando esos saberes «debilitaban» la mente de sus alumnos.

Hoy las mujeres participan mucho más de lo que lo hacían por aquel entonces. Es más, la gran revolución del siglo XX la hizo la mujer, una revolución incruenta, y es que la mujer está llamada a producir los grandes cambios que la humanidad necesita».

Respecto a su formación eminentemente autodidacta y a la opinión que le merecía el siglo que culminó recientemente, Luce ha expresado: «Autodidactas hubo siempre. Ya los intelectuales griegos, en la antigüedad (en este caso los pintores), se sintieron ofendidos porque un zapatero se metía a crítico de arte y criticaba sus pinturas «más allá de los zapatos». Los zapateros son, pues, los primeros proletarios registrados por la historia que tuvieron la pretensión de entrar en el coto aristocrático de la cultura. En la antigüedad, en la Edad Media, en el Renacimiento, la mayoría del pueblo era analfabeto. Hubo -como decíamos- excepciones individuales, especialmente en el campo de la poesía. Hubo además culturas ligadas a determinados oficios y mantenidas por las corporaciones respectivas y, especialmente en el Renacimiento, culturas de taller, ligadas sobre todo a las artes.

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