LIBROS: Por la vida. "Pepe Coloquios": las definiciones del depositario de la esperanza

El insoslayable compromiso con el cambio y el humanismo ético

En «Pepe Coloquios», el periodista Alfredo García elabora un revelador reportaje de doscientos sesenta páginas, en el cual el candidato a la Presidencia de la República por el Frente Amplio, José Mujica, proclama sus definiciones en torno a temas cruciales para el futuro de la sociedad uruguaya.

El dirigente político, de quien se han escrito no menos de una docena de libros, es, sin dudas, la figura más relevante y requerida de la escena pública nacional.

Su frontalidad despojado de todo maquillaje y su habitual lenguaje coloquial, lo han transformado en ineludible referencia para los medios de prensa.

Es que Mujica posee un estilo de comunicación que privilegia la proximidad y el contacto directo, lo cual lo desmarca del discurso vacío, desgastado y engolado de los políticos profesionales del statu quo.

El libro ha originado injustificadas controversias, por la deleznable manipulación de los medios de prensa funcionales a la derecha política y a los intereses de la clase dominante.

En efecto, en muchos casos, se tergiversó burdamente el contenido hasta extremos intolerables, maximizándose, por ejemplo, las polémicas opiniones de Mujica sobre Argentina que hasta sus propios habitantes comparten.

Esas prácticas carroñeras ­absolutamente disociadas de la ética­ son fruto de una «guerra sucia» similar a la de 1971, cuando los sectores más reaccionarios lanzaron una campaña intimidatoria para detener al naciente Frente Amplio.

Contrariamente a lo que afirman quienes tocan de oído y actúan por mera inercia, este trabajo revaloriza la figura del candidato a la Presidencia de la República del FA.

En efecto, el tono casi siempre polémico de este libro ordenado en catorce coloquios y cinco soliloquios, es la cabal expresión de un líder sensible, espontáneo, directo y sincero, cuyo estilo rompe con los convencionalismos de una clase política anclada en el pasado del discurso vertical e indiferente al sentir popular.

Los reportajes, cada uno de los cuales esté precedido por una breve nota de ambiente, revelan la entrañable sensibilidad y espíritu libertario de este chacrero devenido en político, que supo ­cuando fue menester­ combatir al autoritarismo con las armas y jugarse la vida por sus ideas.

José Mujica no abdica de sus orígenes blancos que de joven lo unieron a la emblemática figura de Enrique Erro, aunque luego la propia dinámica de la historia lo forzó a tomar otras opciones.

Se define como negociador, tanto hacia adentro como hacia fuera, por la emergencia de acordar soluciones para algunos de los problemas más cruciales de la sociedad uruguaya.

Cuando se refiere al flagelo de la droga y su intrínseca relación de causalidad con los delitos violentos, el candidato manifiesta una firme postura y convicción de que las soluciones no pueden esperar y que hay que poner límites.

Se manifiesta sumamente preocupado por la grave crisis demográfica y el acelerado proceso de envejecimiento de la sociedad uruguaya, esbozando algunas interesantes ideas para construir un país viable.

Obviamente, liga este tema al del Uruguay productivo, que, a su juicio, sólo es posible aumentando la productividad pero con mejor calidad y valor agregado, a los efectos de no seguir dilapidando nuestras riquezas. Demuestra, en este contexto, sus sólidos conocimientos de los temas agrarios.

Reiterando su propuesta de generar un país agro-inteligente, Mujica proclama su apuesta al desarrollo de la inteligencia y a la masificación del conocimiento y de la educación terciaria.

También promueve estimular la natalidad y el crecimiento poblacional, mediante políticas sociales adecuadas que permitan revertir la tendencia al vaciamiento que se observa en el país.

En ese contexto, reitera su conocido apoyo a la expansión de las escuelas de tiempo completo, aunque aclara que estas no deben amparar sólo a los niños de las familias más pobres.

Al ser inquirido sobre su visión del socialismo, Mujica demuestra ­una vez más- que es el dirigente político que más ha adecuado sus ideas al contexto histórico y las demandas colectivas, sin abdicar, naturalmente, de sus más acendrados principios.

Consciente de que vive en una sociedad capitalista, promueve proyectos productivos autogestionados y solidarios, que otorguen empleo genuino y mejoren la responsabilidad de los trabajadores.

En ese contexto, el entrevistado corrobora que el Estado debe ser un articulador de soluciones y oportunidades, reiterando sus conocidas críticas a la burocracia.

Manifiesta una plausible lucidez para analizar los temas del contexto internacional, refiriéndose al peso de las potencias emergentes como China e India, al notorio declive de la unipolaridad planetaria y a las relaciones con la región.

En la página 43, están las expresiones que generaron más polémica. Contrariamente a la tergiversada versión de los voceros de la derecha, Mujica no denosta a los argentinos sino todo lo contrario. En efecto afirma lo siguiente: «…Porque ojo, vamos a no creer que la Argentina es un pueblo de tarados, tienen una intelectualidad potente, pensadores importantes…»

Aunque critica ácidamente al peronismo, tampoco ofende al gobierno argentino. En la página 44, Mujica dice: «…lo más curioso es que este gobierno es de lo mejor que ha tenido Argentina, como gobierno de izquierda…»

Al redefinir su concepto de socialismo sin dogmas, afirma que, actualmente, la revolución es que la gente que no come habitualmente lo haga todos los días.

En este capítulo, que es el coloquio tres, Mujica formula otra definición que fue groseramente tergiversada. En efecto, cuando afirma que la tierra es de la nación y un bien de uso, no está cuestionado el principio de propiedad.

Sí está proclamando la necesidad de que el Instituto Nacional de Colonización funcione como corresponde y, en ese contexto, propone arrendar predios a quienes los trabajen.

También se refiere al tema agroenergético, elogiando la experiencia de ALUR, que es un ejemplo de desarrollo productivo a mediano plazo y de inserción laboral y social.

Mujica manifiesta su convicción de que es indispensable reformar el Estado, pero con la activa participación de los trabajadores. A su juicio, debe ser un proceso consensuado con los sindicatos, a diferencia del desmantelamiento practicado por la derecha en los gobiernos anteriores.

Se proclama favorable al redimensionamiento de las Fuerzas Armadas para ponerlas al servicio de la sociedad y mejorar su imagen, que está seriamente deteriorada por su oscuro pasado.

Al referirse al Frente Amplio, considera que el modelo verticalista de los antiguos centralismos está agotado y que debe construirse una estructura más ágil y horizontal.

Obviamente, reitera su apoyo a la promoción de la cultura en todas sus más variadas manifestaciones mediante diversos incentivos, aduciendo que es una industria dinámica y que otorga oportunidades de trabajo.

Pese a que la materia prima trabajada es de calidad por los valiosos conceptos vertidos por el presidenciable frenteamplista, la presentación de los temas abordados es algo caótica, lo cual dificulta notoriamente la lectura.

No obstante, «Pepe Coloquios» es un libro singularmente esclarecedor, por cuanto permite conocer las trascendentes definiciones de un José Mujica más frontal que nunca y confirmar que es la única opción que garantiza la profundización del proyecto de cambio en beneficio de la mayoría de la población.

 

(Editorial Fin de Siglo)

Te recomendamos

Publicá tu comentario

Compartí tu opinión con toda la comunidad

chat_bubble
Si no puedes comentar, envianos un mensaje